Lo que le pasa al cuerpo cuando tenemos miedo - 17 de Mayo de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 718497169

Lo que le pasa al cuerpo cuando tenemos miedo

CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ - ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO @SaludET ILUSTRACIÓN GUSTAVO ORTEGA

Palidez súbita, unas ganas infinitas de gritar que a veces se quedan en una garganta que enmudece; un corazón que se quiere salir del pecho y una boca seca en la que el aire para respirar parece tropezar con nosotros mismos. Esas son algunas de las reacciones del miedo, involuntarias todas y de las cuales nadie puede decir que está exento. El asunto es que cuando se siente miedo, el organismo sobrepasa todos los controles que se quieran imponer —según explica el neurólogo Gustavo Castro—, a tal punto que una persona asustada es capaz de emitir gritos, apretar los puños hasta clavarse las uñas en las palmas de las manos y aun golpear a quien tiene cerca, sin que medie ningún tipo de orden racional. “Es una emoción ligada a la conservación de la especie que ha permanecido a lo largo de la evolución, para mantener vivos a los individuos”, añade Castro. Y agrega que se trata de un poderoso instinto que mantiene a las personas lejos de situaciones peligrosas, para lo cual activa una serie de reacciones en el organismo que lo hacen actuar de manera automática y sin preparación previa. Con base en dicha explicación, vale la pena entender el miedo desde sus reacciones, a partir de lo que los estudiosos han demostrado. Enfrentar o correr Poner la cara o pegar la carrera son las dos opciones que el cuerpo tiene para evitar una situación que produce daño. Resulta que en la parte más vieja del cerebro primitivo —que se comparte desde los reptiles— existe la dotación básica para la supervivencia. Allí están, por ejemplo, los controles de la respiración y la alimentación. Pues en ese sitio existe una parte, llamada amígdala cerebral, que revisa continuamente toda la información que llega a través de los sentidos (vista, tacto, oídos) y cuando detecta una fuente peligrosa activa una alarma para alertar al organismo, para que se prepare para enfrentar al enemigo. “Es ahí cuando se empieza a experimentar esa sensación de ansiedad”, explica el médico Pedro Cifuentes. La amígdala se comunica con el hipotálamo y la hipófisis, también en el cerebro, y esta última libera grandes cantidades de una hormona que estimula las glándulas que producen adrenalina, un potente neurotransmisor capaz de actuar en casi todo el organismo, recalca Cifuentes. “Aquí se empuja la fábrica y la liberación del cortisol, una sustancia que eleva la presión en las arterias, la frecuencia del...

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