Paz y oposición - 7 de Septiembre de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 527065230

Paz y oposición

Guillermo Perry

La historia está llena de casos en los que un líder político o un Estado se obsesionan tanto con sus enemigos o adversarios que acaban pareciéndose a ellos y adoptando las prácticas a las que se oponían. Como consecuencia, pierden legitimidad. Exigimos, con plena razón, que las Farc reconozcan sus crímenes, pidan público perdón a sus numerosísimas víctimas, las reparen, se desmovilicen, dejen las armas, se sometan a la justicia y garanticen que este horror no vuelva a suceder. Pero debemos reconocer también los excesos que cometieron sectores del Estado, pedir perdón público a las víctimas (como ya lo ha hecho el presidente Santos cuando el Estado colombiano ha sido condenado por uso ilegítimo de la fuerza), repararlas y garantizar que eso tampoco vuelva a suceder. ¿O es que acaso el Estado no utilizó la tortura contra todos los que presumía que eran amigos de la guerrilla, durante el aciago periodo del Estatuto de Seguridad de la administración Turbay? ¿O vamos a negar que hubo un exterminio sistemático de los miembros de la Unión Patriótica? ¿O que los servicios de inteligencia acabaron en varias ocasiones puestos al servicio de narcotraficantes y paramilitares y fueron cómplices en dos magnicidios? ¿O podemos desconocer que hubo sectores militares y de la policía, y dirigentes políticos que apoyaron a los grupos paramilitares? En todas esas ocasiones, sectores del Estado colombiano acabaron adoptando las prácticas malditas de la insurgencia, terminaron pareciéndose a sus enemigos, causaron mucho dolor y perdieron legitimidad. Tenemos que asegurarnos de que esto no vuelva a suceder. El proceso de reconciliación exige que todos nos miremos en el espejo de la historia, que aceptemos las imágenes que nos devuelve y que no nos gustan de nuestras propias actuaciones, y que nos comprometamos a no repetirlas. Nuestra historia ha sido demasiado trágica y dolorosa y los guerrilleros no han sido los únicos demonios. Mientras no reconozcamos esta incómoda y dura realidad, no habrá garantía de que vivamos en verdadera paz. Mutatis mutandis, esta reflexión también se aplica a las relaciones del Gobierno con la oposición. He criticado desde hace tiempo las...

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