El placer que no se acaba con el VIH - 1 de Diciembre de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 698089049

El placer que no se acaba con el VIH

RONNY SUÁREZ - enviado especial de el TIEMPO a costa rica*

Levanten la mano todas las que han tenido que interrumpir un orgasmo porque en el momento exacto, cuando estaban a punto de llegar, el VIH apareció en la mente como un rayo fulminante”, pidió micrófono en mano, con tono de exigencia, la argentina Mariana Iácono a un auditorio lleno de mujeres latinoamericanas portadoras del virus. Ocurrió hace pocas semanas en Costa Rica, en un evento en el que se abordaron la realidad y los retos de las mujeres que padecen esta enfermedad, cuyo día mundial se conmemora este viernes primero de diciembre. Hubo un instante –solo un instante– de duda. Luego, tantas manos arriba como rostros de indignación. Después, una respuesta contundente de Mariana: “Basta de autoestigmas, volvamos a la práctica del placer”. Siguieron aplausos, vítores y puños arriba. En un receso, minutos después, Mariana, de 35 años, y Ligia, colombiana de 51, coincidieron en decir que el VIH no mata el deseo ni las ganas de caricias o de un beso apasionado que incite al placer y erice la piel. Este virus, que es una carga eterna para sus pacientes y puede llevar a la muerte, no es el fin de la sexualidad, ni de los orgasmos ni del gozar, recordaron. Ambas, con discurso empoderado y cabeza en alto, aseguraron desde ese hotel en Costa Rica que ya superaron aquel tiempo en el cual una relación era un llamado al temor. Y que hoy aman. Que hoy hacen el amor. Son mujeres portadoras, de edades y nacionalidades distintas e historias únicas. Miran a los ojos, convencidas de que reclamar sus derechos sexuales y reproductivos no es un favor que les deban hacer. Y aseguran que su enfermedad, hoy en día menos letal gracias a los tratamientos antirretrovirales, no las exime de ser personas. Pero, como nada con el VIH es un camino de rosas, vienen los tropiezos, los rechazos y las explicaciones. Creerse sin derecho a sentir por culpa del estigma, la discriminación, e incluso la autodiscriminación de la que hablaba Mariana. Y es que el VIH, a pesar de que hoy afecta a más de 540.000 mujeres en América Latina, sigue siendo un tabú. Y el sexo, un tabú dentro de otro tabú. Ligia: un ultimátum “Después de que me diagnosticaron, en 1994, pensé que en la vida iba a volver a tener una relación sexual”, admite Ligia, la mayor de las protagonistas de esta historia. Tiene 51 años y es colombiana, pero pide no dar más detalles de su identidad. Basta con saber que es una mujer como cualquier otra, y apunta...

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