¿Qué podemos decir hoy sobre la inacabada pregunta por la educación y la formación? - Núm. 66, Julio 2015 - Itinerario educativo. Revista de la Facultad de Educación - Libros y Revistas - VLEX 646449213

¿Qué podemos decir hoy sobre la inacabada pregunta por la educación y la formación?

AutorAlexander Hincapié García
CargoDoctor en Educación de la Universidad de Antioquia
Páginas17-43
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• ISSN 0121-2753 • A
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2015 •
P
. 17-43
17
¿Qué podemos decir hoy sobre
la inacabada pregunta por la
educación y la formación?
Alexander Hincapié García1
Universidad de San Buenaventura, seccional Medellín, Colombia
Durante siglos, la ‘alegoría de la caverna’ ha sido el presupuesto básico
a partir del cual se piensa la educación del hombre. Por aventurado que
parezca, todo lo pensado en el campo de la educación, puede valer como
una extensa nota al pie en torno a esta ‘alegoría’. Para Platón, nos dice
Lassanh (1991), la ascensión del hombre, desde la ignorancia (oscuri-
dad) hasta el conocimiento (luz), no se realiza mediante un acto único.
El camino es escarpado y fatigoso y no basta solamente con recurrir a
reflexiones y conocimientos, si este recurrir no supone esfuerzo alguno.
De igual modo, la ascensión del hombre desde la oscuridad hasta la
luz, puede imaginarse como el acto a través del cual el hombre lucha
por liberarse de las cadenas que lo atan. Ahora bien, liberarse implica
la ayuda de alguien que goce ya de su propia libertad; ascender de la
oscuridad de la caverna hacia la luz, implica el apoyo de otro que pueda
evitar la recaída en la oscuridad.
Para Lassahn, Hegel retoma de manera plena la ‘alegoría’ creada por
Platón. En específico, en los Principios de la filosofía del Derecho, Hegel
sostiene que la pedagogía es ese arte que es capaz de convertir al hombre
en un ser ético; por tanto, la pedagogía:
1 Doctor en Educación de la Universidad de Antioquia, con estudios en Filosofía y Psi-
cología. Docente titular de la Universidad de San Buenaventura, seccional Medellín.
Integrante del Grupo Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos (GIDEP). Becario
de COLCIENCIAS.
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(…) considera al hombre como natural y le muestra el camino para
volver a nacer, para convertir su primera naturaleza en una segunda
naturaleza espiritual, de tal manera que lo espiritual se convierta en
un hábito. En él desaparece la contraposición de la voluntad natural y
la voluntad subjetiva, y es superada la resistencia del sujeto. El hábito
pertenece tanto a lo ético como al pensamiento filosófico, pues éste
exige que el espíritu sea educado contra las ocurrencias arbitrarias y
que éstas sean derrotadas y superadas para que el pensamiento racional
tenga camino libre (Hegel, 2004, p. 162).
Aquí, entonces, se tiene que la formación no es desarrollo, si por esto
se considera algo que se despliega por sí solo y sin dificultad. Así como
educarse tampoco es mera instrucción. Hegel usa el concepto de trabajo,
para precisarlo mejor. El hombre solamente se forma a partir de un tra-
bajo duro contra sí mismo, es decir, contra una subjetividad inmediata,
subordinada a impulsos y caprichos. Dicho de otra manera, la formación
es el incesante trabajo que el hombre realiza para darse forma y para
alcanzar de sí mismo una imagen conforme a la idea de hombre, en
sentido pleno. El mismo Platón, como ya se indicó, imaginaba que el
camino que se abre entre la ignorancia y el conocimiento es escarpado
y fatigoso. Es decir, el ascenso de la oscuridad a la luz no se logra sino
es por el trabajo fatigoso y honesto del hombre consigo mismo.
Dentro de lo antes señalado, hay un aspecto que ha quedado en sus-
penso: ascender de la oscuridad a la luz, liberarse de las cadenas o,
sencillamente, formarse, pasa por la ayuda de otro que, a su vez, ya ha
iniciado su propio camino. Detengamos brevemente en este punto. En
unas reflexiones que siguen a Hegel, Sopo (2007) sostiene que la nece-
sidad más importante del ser humano es conocer y esta necesidad es, al
tiempo, la diferencia radical entre el mero ser sensible y el ser espiritual.
De esta manera, la necesidad de conocer es universal. Necesidad, pues,
que se revela inmanente al hombre. En este sentido, se puede sostener
que el educador tiene la tarea de ayudar a otros a educarse porque éste
ya ha iniciado su propio trabajo de formación. Sin embargo, su tarea
no es tanto la de enseñar, sino la de obligar el pensamiento a despertar.
Ahora bien, ¿qué significa ese pensar que el educador obliga a despertar?
Para Sopo (2007), es la búsqueda de un más allá, una torsión que nos
arriesga hacía lo universal. Pensar es el movimiento por el cual nada
puede quedarse en el mismo lugar. Pensar es la superación de la mera

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