Políticos en el barro
| Autor | María José Álvarez Rivadulla |
| Páginas | 113-139 |
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Políticos en el barro
L de la casa modesta, aunque bien construida, en med io
de un barrio de ocupación en Montevideo, donde entrevisté a Manuel Gómez,
estaban tapizadas de todo t ipo de trofeos que él me mostraba con deleite, uno
por uno. De la misma manera en que llenamos nuestras sa las con fotografías de
la gente que amamos, nuestros lugares favoritos y tal vez colecciones de ador-
nos o pinturas que permiten una ojeada a nuestros gus tos y estilos de vida, este
líder comunitario de una ocupación irregu lar tenía su peculiar galer ía. La pieza
central era una fotografía de Manuel abrazando a Tabaré Vázquez, dos veces
presidente por la coalición de izquierda Frente Amplio, en la época en que fue
alcalde de Montevideo. Esta imagen estaba rodead a de una serie de recortes de
periódico de artícu los sobre el barrio y una fotografía de Mario Car minatti, que
alguna vez fue ca ndidato a la alcaldía de la ciudad por el tradicional Partido
Colorado de orientación de centro-derecha. Había otra fotografía de Manuel,
esta vez con Jorge Zabalza, antig uo edil de la ciudad, quien vive en una ocupa-
ción irregular y a quien podemos ubicar en el ex tremo de la izquierda del espec-
tro político, miembro antiguo del movimiento guerrillero de los Tupamaros,
que promovió y contribuyó a la creación de muchos asentamientos de la ciudad.
Quizás el trofeo más sorprendente de todos, era una car ta enmarcada en dorado
que Manuel alcanzó subiéndose en un asiento para mostrár mela. Firmada por el
entonces presidente Julio María Sanguinetti, del Par tido Colorado, felicitaba a
Manuel por el “pujante grupo humano que impulsa el barrio hacia adelante”. Por
supuesto, me sorprendió la celebridad del remitente, pero también me intrigó
la paradoja de Manuel —del que había oído repetidos rumores sobre sus tran-
sacciones fraudulentas— de ser felicitado por construir u n barrio considerado
irregular por su ubicación en un área r ural donde el gobierno municipal de
Montevideo prohíbe la urbanización.
Más que el signicado de cada car ta en particular, artículo o fotografía
descritos en estas notas de mi dia rio de campo, lo que más despertó la curio-
sidad fue su combinación en el mismo lugar, que de ninguna manera era
fortuita. Así como Manuel conservó cada uno de estos objetos, yo preservé
esta viñeta o insta ntánea, porque la recuerdo como uno de esos momentos
de la investigación etnográca en donde súbitamente todo encajó, congu-
rando una pequeña ventana que me permitió atisbar la totalidad de la ima-
gen, instantes que me revelaron lo que permaneció oculto durante muchos
meses de indagación, no por su carácter anecdótico sino por ser la síntesis
de lo que uno ha percibido de manera confusa y fragmentada. El papel de
un intermediario consiste en conectar, y se caracteriza por ser relacional y
móvil, más que por permanecer ina lterado. En este caso, Manuel desempeñó
ese papel, la mayoría de tiempo, conectando a los ocupantes irregulares
con el sistema político y, ante todo, con el Estado, aunque también algunos
empleados públicos y miembros de partidos actuaron algunas veces como
intermediarios, conectando a Ma nuel con otras personas o con el Estado.
De una forma exagerada, esta habitación ilustra u no de los mecanismos
usados por algunas de las comunidades de ocupantes irregulares montevi-
deanos, para aprovechar oportunidades políticas que se crean en los nive-
les nacional y municipal: la intermediación a través del uso estratégico de
múltiples redes políticas. Como ya lo mencioné, las oportunidades fueron
abundantes sobremanera entre 1989 y el 2004, años de intensa competencia
por los votos de los pobres urbanos en la periferia de la ciudad, y en los que el
gobierno nacional estuvo en cabeza de uno de los dos part idos tradicionales,
en tanto que el gobierno municipal le perteneció al Frente Amplio, coalición
de partidos de izquierda que también ganó la presidencia en el 2004, y que ha
permanecido en el poder desde entonces. Este mecanismo consistió en unas
relaciones oportunistas, ca ra a cara, entre los ocupantes líderes y los políti-
cos de varias facciones y part idos, como intermediarios para obtener bienes
estatales de primera necesidad, t ales como agua, materiales de construc ción,
electricidad, vías y, principalmente, tenencia de la tierra.
Las invasiones planicadas de tierras como esta se encontraban muy
arraigadas a las redes políticas, como se desarrolló en el capítulo anterior.
Acá me focalizo en una historia que muestra cómo eran de relevantes esas
redes y de hábiles los intermediarios (sobre todo los líderes barriales y los
Los nombres de los vecinos son cticios, para guardar condencialidad. Solo los nombres
de las guras públicas son reales.
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