Populismo y democracia en América Latina. Los casos de Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela (1994-2020)/Populism and Democracy in Latin America. The Cases of Argentina, Bolivia, Ecuador and Venezuela (1994-2020)/Populismo e democracia na América Latina. Os casos da Argentina, Bolívia, Equador e Venezuela (1994-2020). - Vol. 34 Núm. 2, Julio 2022 - Revista Desafíos - Libros y Revistas - VLEX 918011941

Populismo y democracia en América Latina. Los casos de Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela (1994-2020)/Populism and Democracy in Latin America. The Cases of Argentina, Bolivia, Ecuador and Venezuela (1994-2020)/Populismo e democracia na América Latina. Os casos da Argentina, Bolívia, Equador e Venezuela (1994-2020).

AutorColalongo, Rodolfo
Páginas1b(37)

Introducción

En la actualidad, el populismo está lejos de ser un fenómeno marginal. Desde principios de la década de 1990, tanto en Europa como en América Latina se produjo un resurgimiento de los movimientos populistas. Esto ha generado un agudo debate académico, en el que se abordan cuestiones teóricas y prácticas. Ha brotado una gran cantidad de literatura que discute no solo el concepto de populismo, sino también las repercusiones del populismo en la democracia.

La relación entre populismo y democracia se presenta como un aspecto complejo, paradojal y ambiguo (Anselmi, 2018); sin embargo, está determinada por la soberanía popular y el rol que esta cumple dentro del sistema democrático. Para algunos, el populismo representa la forma auténtica de la democracia (Tännsjö, 1992) o, al menos, un correctivo (Canovan, 1999); en cambio, para otros se manifiesta como una amenaza a las instituciones democráticas (Taguieff, 1995; Urbinati, 1998). Aquellos que tienen una visión positiva del populismo en relación con la democracia resaltan, por un lado, el papel de la soberanía popular como desintermediación política y social; por otro, el contexto de crisis en el cual está sumergida la democracia, entendida como un conjunto de mecanismos institucionales de representación. En cambio, para los segundos, el populismo amenaza la representación política, los derechos individuales y el equilibrio de poderes que las instituciones democráticas sostienen. Por esta razón, el populismo está asociado de una forma u otra a los aspectos más profundos del funcionamiento de la democracia (Anselmi, 2018).

La democracia, al ser el resultado de un proceso de democratización que deriva de su característica dinámica, permite hablar de sus incrementos o engrosamiento--algo positivo--o de sus reducciones o achicamiento--algo negativo--. Según Anselmi (2018), este es el debate más importante que han mantenido los politólogos en los últimos años, ya que, al contar con una definición convencional sobre lo qué es la democracia, es posible evaluar si un proceso político complejo, un sistema institucional o simplemente un régimen político es democrático o si mejora o empeora. Así, el populismo desempeña un doble rol: puede incrementar la calidad de la democracia o disminuirla; incluso, hacer ambas, "representar un momento de gran democratización al inicio para después constituir un factor de limitación democrática en la fase institucional" (Anselmi, 2018, p. 83). No existe una dinámica establecida o un estilo constituido; "el resultado de la valoración del éxito democrático del populismo es variable según el caso" (p. 84).

Evaluar las repercusiones del populismo sobre la democracia precisa de una claridad conceptual respecto a qué se entiende por democracia. En este sentido, Anselmi (2018) es claro al expresar el sentido liberal de esta, ya que parte de la necesidad de los mecanismos de representación de la voluntad popular que ordenan institucionalmente--o sea, de manera mediatizada--los poderes sociales. En este contexto, cuando un gobierno populista intenta romper con la intermediación de los poderes sociales y ejercer una representación más directa, es cuando los detractores del populismo sostienen que buscan debilitar la institucionalidad democrática. Por otro lado, permite circunscribir el momento populista a la incapacidad de la democracia liberal para resolver sus problemas de representatividad y a su crisis asociada con malos manejos económicos que derivan en graves aprietos para la sociedad en su conjunto, porque permiten la aparición de alternativas a la configuración liberal de la representación democrática.

Aunque relativos, susceptibles de revisiones y contextualizaciones, los criterios de la calidad de la democracia constituyen un frente de análisis del populismo respecto al funcionamiento de los sistemas democráticos, en especial a la luz de los equilibrios no mediados de los mecanismos de representación entre gobernados y gobernantes (Anselmi, 2018). Otra prospectiva de análisis interesante de la relación entre populismo y democracia es la planteada por la reflexión de Max Weber (Weber et al., 1982) sobre la democracia plebiscitaria, donde la legitimidad del líder proviene de la consulta política al pueblo. En este sentido, Anselmi reconoce que la democracia plebiscitaria y el populismo tienen mucho en común, al punto tal que el líder carismático de una democracia plebiscitaria es similar al líder de un populismo institucionalizado.

Del mismo modo, la mayoría de los estudios (Abts & Rummens, 2007; Albertazzi & McDonnell, 2007; Conniff et al., 2012; de la Torre & Peruzzotti, 2008; Mény & Surel, 2001; Panizza, 2005; Taggart, 2000; Urbinati, 1998) que abordan la relación tensa entre el populismo y la democracia tienden a expresar supuestos normativos y teóricos, en lugar de analizar y argumentar desde las evidencias empíricas (Mudde & Rovira Kaltwasser, 2012). Rovira Kaltwasser (2012) afirma que los problemas que plantean los análisis de la relación entre populismo y democracia realizados hasta ahora dependen, en gran medida, de las ideas preconcebidas sobre cómo debería funcionar la democracia. Así, mientras que los autores que se adhieren al modelo de democracia liberal suelen ver el populismo como un peligro, los estudiosos que simpatizan con la noción de democracia pura tienden a pensar en este fenómeno como una fuerza positiva que fortalece la representación política. De este modo, el impacto del populismo en la democracia ha tendido a ser menos una cuestión empírica y más una cuestión teórica, a la que se responde sobre todo con especulaciones derivadas de un punto de vista ideal de cómo deberían ser las instituciones democráticas. No obstante, algunos trabajos han testado con datos empíricos esta compleja relación y han confirmado que los gobiernos populistas deterioran los principales indicadores liberales, electorales y deliberativos de la democracia (Huber & Ruth, 2017; Ruth-Lovell et al., 2019), a la vez que promueven la participación ciudadana mediante mecanismos de la democracia directa (Ruth et al., 2017).

El objetivo de este artículo es examinar la relación entre populismo y democracia, pero a partir de datos empíricos, analizando la evolución de los índices de democracia del proyecto Varieties of Democracy (V-Dem) en cuatro países latinoamericanos (Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela) que tienen o han tenido gobiernos populistas de izquierda entre 1994 y 2020. (1) Se quiere comprobar si tras estos gobiernos populistas la democracia se deterioró, mejoró o se mantuvo igual, y si hay diferencias entre los gobiernos populistas y los no populistas anteriores y posteriores a estos.

Nuestro principal hallazgo es que la relación entre el populismo y la democracia no es tan evidente como plantean los enfoques teóriconormativos. Si bien en los cuatro casos examinados hubo un deterioro general de los índices de democracia durante los gobiernos populistas, ese deterioro fue muy diferente. Con este trabajo se busca abrir una nueva línea de investigación que, mediante el análisis de datos empíricos, aporte nuevos argumentos a la discusión teórica sobre los efectos del populismo sobre democracia.

La estructura del artículo es la siguiente. En primer lugar, se revisa la literatura sobre populismo y democracia; a continuación, se describen las particularidades del populismo en América Latina; en tercer lugar, se presenta la metodología de análisis, señalando las ventajas de recurrir a los índices de democracia de V-Dem; después, se analiza la evolución de estos índices en los cuatro países seleccionados y se discuten los resultados a la luz de las teorías sobre populismo; finalmente, se exponen las conclusiones y perspectivas de futuro.

Populismo y democracia

Koen y Stefan (citados en Abts & Rummens, 2007) nos esbozan que el populismo y la democracia hacen referencia a la cuestión del pueblo como soberano, lo que plantea argumentos sobre su relación mutua. Mientras algunos han aclamado el populismo como la forma más pura de democracia (Tännsjö, 1992), otros lo han despreciado, por considerarlo potencialmente tiránico y perturbador de algunos de los elementos centrales del sistema democrático (Taguieff, 1995; Urbinati, 2014). A primera vista, la contradicción entre estos dos puntos de vista parece explicarse fácilmente por una ambigüedad en la conceptualización de la democracia. En este sentido, los defensores del populismo entienden la democracia como el gobierno directo del pueblo y, por tanto, tienden a identificar el populismo con la democracia (Canovan, 2005). Por otro lado, los opositores al populismo tienen una concepción más institucional de la democracia y hacen hincapié en la importancia de la representación, los derechos individuales y el equilibrio de poderes e intereses.

Mientras que algunos autores consideran que el populismo es una amenaza para la democracia entendida de manera institucional/constitucional (Urbinati, 1998), la mayoría de los expertos sostienen que la relación es más ambigua (Mény & Surel, 2001; Panizza, 2005). Ahora bien, aunque el populismo puede ser, potencialmente, un peligro para la democracia, también puede ser una fuerza redentora o promesa de mayor democracia (Arditi, 2003). En este sentido, el populismo se ha analizado como un medio para revelar e incluso enmendar las deficiencias y las promesas incumplidas del sistema representativo (Taggart, 2002, 2004). Rovira Kaltwasser (2012) sostiene que, por definición, el populismo no es antidemocrático; en todo caso, sería lo contrario, porque ofrece una serie de respuestas a las principales tensiones presentes en la democracia. Además, el populismo no está en contra de la modernidad o niega los valores democráticos, sino que se opone a aquellas reformas económicas que atentan contra el incremento de la participación democrática del pueblo (Postel, 2007).

Algunos autores afirman la relación positiva del populismo con la democracia...

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