Entre el POT y el escepticismo - 12 de Diciembre de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 878919622

Entre el POT y el escepticismo

Incertidumbre. Esa es la palabra que define el estado en que se encuentra hoy el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá después de dos años de preparación y un sinnúmero de ajustes y debates. Tras haberse vencido el tiempo reglamentario para su aprobación y sin que el Concejo haya tomado una decisión de fondo, la alcaldesa Claudia López quedó facultada para expedirlo por decreto. No es lo ideal, pero hacia allá derivaron las cosas, en parte por la aplicación de una exótica estrategia de impedimentos, recusaciones y tutelas nunca antes vista (que ya investiga la Fiscalía) que no dejaron que el cabildo conciliara un texto definitivo, y en parte por la evidente falta de estrategia política para sacarlo adelante, como lo esperaban muchos y lo merecía la ciudad. El POT es la hoja de ruta hacia la construcción de una ciudad bien planeada, que prioriza sus necesidades y en la que todos sus ciudadanos se sienten representados. Una figura que, sin embargo, ha resultado esquiva a los intereses de la capital. En las dos últimas administraciones tampoco logró sobrepasar el filtro del Concejo, aunque por razones menos bochornosas. El POT que impulsó Claudia López hace énfasis en la protección del medioambiente, está orientado a garantizar los derechos de las mujeres, a saldar la deuda social que tiene la ciudad con los más vulnerables y a generar una nueva dinámica para que Bogotá sea más densa y tenga nuevas centralidades. Dos años le tomó a la Administración sentar las bases de la propuesta. Nada fácil si se tiene en cuenta que las discusiones y su diseño estuvieron flanqueados por la pandemia y la emergencia socioeconómica. Y después de mucho trabajo, de consultas, recomendaciones y haber sido socializado en diferentes espacios, se esperaba que el Concejo, en donde abundan intereses de todo orden, fuera el escenario para refrendar un plan que debe ser, en esencia, fruto de la concertación, el debate y la participación de la gente. Agotados los tiempos, en el Palacio Liévano se llevan a cabo maratónicas jornadas de consultas al más alto nivel para saber cómo actuar en adelante. López puede sacar el POT por decreto y, sin ruborizarse, imponer el documento original, que para algunos solo acarreará demandas futuras. O puede renunciar a él y, en un acto de grandeza, permitir un debate más amplio el próximo año, eso sí, en plena campaña electoral. También, como pareció sugerirlo ella misma, puede buscar la fórmula que lo salve a través de la...

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