Presentación: el derecho administrativo como constructor de paz
| Autor | Andrés Fernando Ospina Garzón |
| Páginas | 11-17 |
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presentacin: el derecho administrativo
como constructor de paz
Alrededor de cien mil personas murieron en la Guerra de Independencia;
ciento ochenta mil colombianos perecieron en la Guerra de los Mil Días, y
ciento noventa y cinco mil durante la violencia partidista de los años cuarenta
y cincuenta del siglo xx. Ya van casi dos cientos cincuenta mil en la guerra
contra las guerrillas (M-19, epl, Movimiento Armado Quintín Lame, eln,
farc). Tantos años de estruendosa violencia han desviado nuestra atención y
cambiado nuestras prioridades, han ocultado que no hemos construido la paz
y que esta es mucho más que la ausencia de confrontación.
El 4 de septiembre de 2012, luego de rumores en ese sentido, el gobierno
nacional le anunció al país que había iniciado un proceso de paz con el grupo
guerrillero de las farc y que no se repetirían los errores del Caguán (1999-
2002). La fase secreta de preparación de los diálogos había llegado a su fin. Han
pasado cuatro años desde entonces y todo parece indicar que finalmente habrá
un acuerdo y será sometido al escrutinio popular. El país se divide entre opti-
mistas, escépticos y opositores. Una de las causas principales de la discordia es
lo que se entiende por la paz: para algunos cese al fuego, para otros venganza.
En 2014 Juan Manuel Santos fue reelegido como el candidato de la paz, frente
a un proyecto que propugnaba por la confrontación. En ese entonces parecía
que por paz se entendía el cese al fuego de este grupo ilegal y el eslogan que
adoptó el Gobierno lo confirmó: “paz, equidad y educación”, como si se tratara
de fenómenos distintos. El pasado 22 de junio el Gobierno Nacional y los dele-
gatarios del grupo guerrillero anunciaron públicamente el cese al fuego bilateral
y definitivo, con una promesa de entrega de las armas. Pero para entonces el
concepto mínimo de paz como no violencia o ausencia de confrontación ya había
sido superado, y aunque la magnífica noticia nos alegró a muchos, pareciera que
el país ahora quería más; el cese de la violencia por parte de este grupo ilegal
había permitido pensar en algo más que en la angustiosa y urgente necesidad
de conservar nuestras vidas, nuestra integridad, nuestros bienes. Cuando la
subsistencia deja de ser un apremio, es posible pensar en las condiciones de la
vida. Y no es que Colombia sea un país de permanentes y eternos insatisfe-
chos. Solamente se demostró que la paz va mucho más allá que la ausencia de
violencia. En estos años el lenguaje ha dado muestras de esta evolución ya que
el término paz, inicialmente utilizado, fue posteriormente reemplazado por el
de postconflicto y, luego de constatar la pervivencia del grupo guerrillero eln y
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