Quieticos - 24 de Agosto de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 581006322

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Catalejo

Gabriel Silva Luján

Cuando ocurre un fenómeno que se sale de las previsiones de la mayoría de los expertos –un fenómeno denominado ‘cisne negro’–, como ha ocurrido recientemente con el comportamiento de la tasa de cambio en Colombia y en las economías emergentes, es inevitable que se genere una situación de aguda incertidumbre. Como lo explicara en este diario Ricardo Ávila, en su completo informe sobre el tema el día de ayer, las razones de lo que está ocurriendo son el resultado de procesos estructurales y que se gestaron en el largo plazo. Y como lo manifestara el codirector del Banco de la República Carlos Augusto Cano, en entrevista con Yamid Amat, el fenómeno es una reacción a que en la primera década de este siglo se tuvo total indiferencia ante la ‘enfermedad holandesa’. El virus de ese padecimiento se diseminó porque el gobierno de Álvaro Uribe optó por un modelo económico exageradamente dependiente de la inversión extranjera en el sector de la minería, la energía y los hidrocarburos. Igualmente, prefirió que el Estado viviera de la extracción de rentas minero-energéticas, en vez de crear una estructura tributaria y fiscal equitativa y sostenible en el largo plazo. Estamos pagando el precio. Aupado por jugosas concesiones tributarias a la industria extractiva y a las multinacionales, el país, casi sin darse cuenta, se volvió adicto al petróleo y a la minería. El peso que representan los hidrocarburos y los minerales en las exportaciones es hoy muy similar al que tuvo el café durante la mitad del siglo pasado. La diferencia radica en que el cultivo del grano –al igual que tantas otras actividades afectadas profundamente por la revaluación dada su alta intensidad en el uso de mano de obra– genera riqueza social y empleo entre los más vulnerables. En contraste, la opción del modelo de economía rentista es intensa en capital con poco empleo y enriquece de manera exagerada e innecesaria a un puñado de inversionistas. Un dólar a niveles superiores a los tres mil pesos, que no es más que la reacción cambiaria al exceso de dependencia de las exportaciones de hidrocarburos y a la ‘enfermedad holandesa’, genera la pregunta sobre qué se debe hacer. La primera recomendación de los expertos es la serenidad. Aun cuando el ascenso de la tasa de...

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