Quinta columna Sanción social - 10 de Enero de 2013 - El Tiempo - Noticias - VLEX 414604854

Quinta columna Sanción social

No basta la existencia de la norma que prohíbe o regula ciertos comportamientos humanos. La norma debería ser aceptada e interiorizada por los ciudadanos, convencidos de su efecto regulador y benéfico, convencidos a tal punto que cada uno de nosotros se convierte en un vigilante celoso de su cumplimiento. La sanción social no es más que la manifestación de nuestro rechazo a quienes violan normas de convivencia de beneficio público.

En 1998, cuando estaba en marcha el modelo de cultura ciudadana que, en medio del escepticismo y las burlas, propuso el alcalde Antanas Mockus, viví una experiencia traumática al pretender desaprobar la acción de un conductor de buseta que estaba a punto de saltarse un paso peatonal de la calle 19 con carrera 7a.

Di dos pasos adelante sobre el paso de cebra, seguido por algunos transeúntes atemorizados, y mostré al conductor la tarjeta roja con el índice hacia abajo. Frenó en seco y en cosa de segundos lo tuve al frente, blandiendo una cruceta. Sólo la intervención solidaria de otros transeúntes impidió que el tipo se me viniera encima a crucetazos.

En muchas circunstancias, la censura social es entendida como una 'sapería'. La idea de que somos libres de hacer lo que nos da la gana no considera el efecto de esa libertad sobre los derechos de los demás, una de las lecciones elementales sobre la libertad y la convivencia.

Más que la censura social (la vergüenza es un correctivo, creo), lo que regula el comportamiento de mucha gente es el miedo a la sanción impuesta por una autoridad legítimamente constituida. El efecto intimidante de la autoridad se convierte así, más que la conciencia de estar violando una norma, en uno de los motores de la convivencia, pero es un motor que se apaga y enciende con mucha frecuencia.

Me gustaría verlos cuando lleguemos a París, dije jocosamente al guardar mi sitio en una fila desordenada y bulliciosa que se movía hacia los puestos de inmigración de Eldorado. Pocas veces he visto colombianos más...

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