Radiografía del trajín que sufren vendedores ambulantes en los buses - 9 de Enero de 2011 - El Tiempo - Noticias - VLEX 238432554

Radiografía del trajín que sufren vendedores ambulantes en los buses

Suben a buses y busetas unas 30 o 40 veces cada día, de domingo a domingo. Generalmente por la mañana, de 7 a 4 ó 5 de la tarde. "Es que por la tarde la gente ya está estresada y no lo recibe bien a uno", cuenta Miguel Ángel Rivera, uno de ellos. Sin embargo, algunos trabajan después de mediodía, pues -dicen- hay menos competencia.

Ellos decidieron no ser ladrones. Lo repiten todos los días. Prefieren vender dulces, maní, esferos, incienso, pulseras, pequeños libros o cantar por unas monedas en los buses de Bogotá. Son 1.340 personas, según un censo de la Secretaría de Movilidad (SM).

"Para mí, todo el que se la rebusca honradamente es un guerrero", dice Edward Elíecer, un 'rapero' que, por supervivencia, se sube a los buses de lunes a viernes, por la Séptima. Baila los fines de semana en discotecas de la Primero de Mayo.

La 'guerra' se libra en medio del ruido y del humo de las avenidas más transitadas de Bogotá: la carrera 68, la calle 100, la avenida Primero de Mayo, las carreras Séptima y Décima y las carreras 11, 13 y 15.

Los vendedores esperan en los andenes, en los semáforos en rojo. Caminan al acecho, con un ojo mirando hacia adelante y otro hacia la calle. Buscan un bus con la puerta abierta que no esté ni muy lleno ni muy vacío. Cuando lo encuentran, se ponen en marcha. Se suben de un solo salto, como leones dando un zarpazo. Son más rápidos que el conductor, que casi nunca logra cerrarles la puerta en la cara. Con la misma agilidad se saltan la registradora del vehículo, con la que el conductor cuenta cuántos pasajeros se subieron cada día. Si no lo hicieran, les tocaría pagar.

Saludan en voz alta. Casi siempre logran ser escuchados, pese al ruido de la ciudad y al reguetón o al vallenato que suenan por el radio del vehículo. "Buenas tardes damas y caballeros. Discúlpenme si se encontraban conversando o meditando". El discurso sigue, en muchos casos, con la versión de un minuto del drama de su vida. Todos los relatos se parecen: "Tengo bocas que alimentar", "me ha sido imposible conseguir un trabajo", "este medio de transporte me ha dado la oportunidad de llevarles el pan a mis hijos".

Caminan por el pasillo del bus en movimiento. No importa si el vehículo marcha a toda velocidad o hace un frenazo, por la práctica mantienen el equilibrio. Mientras lo hacen, pasan sus productos de puesto en puesto. Insisten en que están bien empacados, en que son de buena calidad, de marca reconocida. Algunos pasajeros los reciben por cortesía y...

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