Contra el realismo político, en la carne de Morgenthau - Núm. 18, Enero 2001 - Revista Estudios Políticos - Libros y Revistas - VLEX 745498565

Contra el realismo político, en la carne de Morgenthau

AutorJorge Giraldo Ramírez
Páginas135-150
Contra el realismo político,
en la carne de Morgenthau
El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
Antonio Machado
Realismo no ha sido una palabra especialmente distintiva en filosofía. Mien-
tras las religiones orientales y precolombinas estaban claramente vinculadas a la
naturaleza, la separación entre esa etapa cosmológica y el pensamiento filosófico
ulterior en Grecia fue menos radical de lo que a veces se nos da a entender en la
historia. Heidegger interpreta el pensamiento presocrático como el de la unión de
y
logos,
pero la posterior separación de ambos nunca trajo consigo la negación de la
entidad de lo real. Hasta el solipsismo radical de Berkeley parte de los sentidos y ni
siquiera los materialistas radicales del siglo XVIII,como Lamettrie o Holbach, creye-
ron que el mote de realistas fuera suficientemente explícito como para oponerlo al
teísmo e idealismo que combatían. La explicación del escaso curso de la denomina-
ción puede estar en que el pensamiento occidental siempre tuvo sobredosis de
realismo. Si algo caracteriza a Platón es el exceso de realismo: en elplatonismo incluso
las ideas y las formas gozan de realidad propia. Esta demasía de cosas reales fue la
que repugnó a Ockham hace ocho siglos, o a los albañiles del marxismo ordinario tipo
Stalin o Politzer, apenas hace cincuenta años.
Cosa parecida ha ocurrido en la filosofía política. La primera frase de
El
es la mejor descripción de la tarea de la disciplina: "Pretendo investigar si
dentro del orden civil, y considerando a los hom bres tal y como son y a las leyes tal
y como pueden ser, existe alguna fórmula de administración tan legítima como
135
1
Jorge Giraldo Ramírez/Contra el realismo político,en la carne de Morgenthau
segura".' Los hombres tal y como son de Rousseau, la ciudad que se ofrece a los ojos
de Aristóteles, la naturaleza cognoscible del hombre artificial de Hobbes, las condi-
ciones históricas de Marx, siempre han sido los puntos de partida de la filosofía
política. Además, ¿hay acaso una materia más real-a veces dolorosamente real- que
la política?
No debemos extrañamos demasiado, entonces, de que el término realismo
político no figure como entrada en las más destacadas obras de referencia en filosofía
o en ciencia política. Lo más cercano que tenemos a ésto es el "realismo jurídico" del
tipo de Savigny que piensa el derecho en términos de eficacia antes que de justicia
o
valídez."
De otro lado, ser realista en política, rigurosamente, significa algo así como
haber votado por el sí en el referendo australiano de 1998 (sí a favor de que Isabel
11
siguiera siendo la soberana formal del país) o, así sea por prurito provocador, ser
monárquico en Colombia al estilo de Álvaro Mutis.
¿De dónde surge entonces una tal categoría como realismo político? En 1948,
Hans
J.
Morgenthau, en una obra que goza de especial celebridad en el campo de las
relaciones internacionales,
.
La
el
y
,3
se proponía formular "una política realista de la política internacional". Obvia-
mente, su primera tarea era explicar en qué consistía su realismo; la definición,
palabras más palabras menos, coincidía con la fórmula de Rousseau: "Debido a su
preocupación teórica por la naturaleza humana tal como es y por los procesos
históricos tal como han ocurrido, la teoría que presentamos ha sido llamada realista".'
Si hubiera eliminado las palabras "naturaleza humana" hasta Marx hubiera aceptado
la definición, pero aún con ella ningún filósofo disentiría, quizá la vería incompleta
pero no falsa. La definición ofrece poco, por lo que es preciso mirar el contenido.
El fragmento que mejor ha sobrevivido de esta voluminosa obra de más de
setecientas páginas, lo constituyen trece del primer capítulo. Allí el politólogo
norteamericano sienta doctrina a través de lo que llama "seis principios del realismo
1 Jean Jacques Rousseau.
El .
Madrid, Sarpe, 1983, p. 25.
2 Norberto Bobbio.
del
Bogotá, Temis, 1987, p. 33.
3 Hans J. Morgenthau.
.
La
el
y
Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1986, p. 729.
4
Ibíd.,
p.
12.
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