Al renovar la Corte Constitucional - 17 de Noviembre de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 653379913

Al renovar la Corte Constitucional

Transparencia, no compadreo

Víctor Manuel Ruiz

Como se sabe, entre las ramas del poder público la Jurisdiccional, llamada por eso ‘cenicienta’, lleva del bulto, como se dice, en materia de asignación presupuestal, de su integración desatendiendo requisitos académicos y calidades profesionales y humanas de quienes la sirven, así como del respeto ciudadano escatimado a su autonomía e independencia, todo lo cual determina que sobre ella recaiga (como petróleo vertido al río) una mancha de desprestigio y desconfianza imposible de eliminar o siquiera de atenuar en forma notoria. Pero también conviene reflexionar acerca de cómo entre los muchos factores incidentes (tras la Constitución del 91) en la penosa y desacreditada marcha de la Rama, en especial de la Corte Suprema, ocupan primerísimo lugar las atribuciones electivas conferidas a las altas corporaciones, porque distraen a sus integrantes de la sagrada misión de administrar justicia, o sea, cuanto la sociedad reclama con urgencia nunca atendida. Y porque al intervenir en elecciones, aisladas o en conjunto con otras ramas del poder, fácilmente incurren en corruptelas e indelicadezas que, por supuesto, riñen con la probidad, juridicidad y rectitud que los ciudadanos tenemos derecho a esperar de nuestros más altos jueces, en lo posible llegados a la cumbre por méritos y calidades, no por marrullas. La situación se torna más visible, peligrosa, y proclive a trasegar por los códigos disciplinario y aun penal cuando (como ocurre hoy) la mismísima Corte Constitucional está ad portas de renovarse en cinco de sus plazas: cuatro por vencimiento de período y la de Jorge Pretelt por razones conocidas... Y aquí es donde comienzan (o mejor, prosigue) la estupefacción y el desconcierto al propagarse la especie (ya comentada en medios) de que para elaborar las ternas de las cuales escogerá el Senado, la Corte Suprema de Justicia se empecina en prácticas impresentables, favoreciendo a funcionarios aún en ejercicio que, lejos de acreditar merecimientos para tan alta dignidad, apenas han sido (siguen siendo) dañinos productos de su mediocridad envanecida. Es muy preocupante, por ejemplo, que la Corte...

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