Las revistas culturales como espacios de resistencia en la ultima dictadura militar argentina. De El Expreso Imaginario a El Porteno, 1976-1983. - Vol. 24 Núm. 2, Julio 2012 - Revista Desafíos - Libros y Revistas - VLEX 635445157

Las revistas culturales como espacios de resistencia en la ultima dictadura militar argentina. De El Expreso Imaginario a El Porteno, 1976-1983.

AutorCervino, Mariana Eva
Páginas105(30)

The cultural magazines as spaces of resistence in the lasta argentinian militar dictatorship. From the "El Expreso Imaginario" to "El Porteño", 1976-1983

As revistas culturais como espagos de resistencia na última ditadura militar argentina. De "El Expreso Imaginario" a "El Porteño", 1976-1983

Introducción

En Buenos Aires, tanto los grupos como las revistas que promueven y difunden sus producciones, constituyeron redes más o menos estables, que vinculan a un conjunto de músicos entre sí y con su público, a resguardo de la censura que empobrece el espacio público hasta casi extinguirlo. Los artistas plásticos más radicalizados hacia fines de los sesenta, se recluyen ahora en sus estudios, regresan a la pintura de caballete, vuelven sobre el oficio en soledad. Eludiendo el cierre simbólico de los lugares más masivos a ciertas corrientes de prácticas y de ideas, los editores de las publicaciones toman a su cargo el lugar de nexo. Si los encuentros en forma de presencia muchas veces suponen riesgos demasiado altos, las páginas de esas revistas se vuelven lugares de encuentro. A través de las crónicas que intervienen en la formación del gusto de los lectores, extienden visiones de mundo alternativas al clima opresivo que ha tomado la cultura masiva, más controlada por las políticas del Estado dictatorial.

Dentro de ese territorio de intercambios que definió una zona periférica (además de subterránea) del campo cultural durante la dictadura, el caso de la revista El Expreso Imaginario permite observar la gestación de un ethos cultural disidente con respecto al dominante, gestado en la periferia del campo cultural. En el tránsito entre la etapa anterior y la posterior a la dictadura, el caso de la revista El Porteño devela, por un lado, la continuidad entre una época y otra para algunos de sus grupos, y los tópicos distintivos de ese momento, marcando asimismo el cambio de época.

Nos proponemos observar en ambos espacios sociales, un universo compuesto por un sistema de ideas y de prácticas que evidencia el rechazo a la moral dominante. En una doble lucha--por la propia legitimidad y por la autonomía del campo intelectual--, su distinción como espacio disidente se establece hacia afuera (quienes acompañan al gobierno militar), y a la vez hacia dentro del campo intelectual (los pares).

El Expreso Imaginario en el espacio de las revistas culturales alternativas

Aunque escasos, existieron refugios durante la dictadura militar donde siguieron produciéndose bienes culturales innovadores, en continuidad con las experiencias de la vanguardia artística de una década atrás. El Expreso Imaginario forma parte de este fenómeno. Más que una publicación, se trata del centro de una red que enlaza tradiciones intelectuales y grupos de actores para quienes ésta se convirtió en el refugio de actividades experimentales, devenidas contraculturales (1) en el contexto represivo de la época. Algunos de sus rasgos, sin embargo, la distancian del resto de las revistas de su época; su apertura a intereses más generales que se suman al rock, como la curiosidad por las artes en general, mezclada con formas de vida alternativas. En una zona opuesta a esta que es la más masiva, en el período 1973-1976 proliferan grupos de amateurs que editan de modo doméstico revistas que pueden denominarse de crítica cultural, también llamada de la "contracultura" (Mero, 1982), referida sobre todo a bienes de circulación restringida.

Entre el polo comercial, representado por Pelo, y el polo amateur, El Expreso Imaginario posee propiedades que la ligan, y a la vez la diferencian, de ambos extremos. Aunque sus creadores se ubican en una posición contraria a Pelo, el siguiente relato nos demuestra que El Expreso Imaginario, desde las revistas "subte", es definida como parte de las revistas más "comerciales", asemejándola a la revista Pelo, como se relata en esta investigación publicada en el número 3 de El Porteño:

Colaboraron en este crecimiento de las "subtes" el desplazamiento hacia el consumismo de publicaciones como Pelo--refrito de la Melody Maker estadounidense--o la desaparición de auténticos órganos alternativos como lo fue Crisis entre el '73 y el '76. Condicionados por el carácter comercial de su estructura y el pseudo-hippismo de su mensaje, Pelo, El Expreso Imaginario, entre otras, han verificado una caída paralela a un supuesto neutralismo frente a la realidad. Asunto paralelo al aumento del volumen publicitario en sus páginas (sustentado por los mismos medios que monopolizan la radio y la TV) y a la onda alienante con un planteo latinoamericano de la cultura. Contra esto, las publicaciones "subterráneas" grandes y chicas, no dependen de la publicidad y por lo tanto poseen una línea independiente que permite abordar cualquier tema sin mordazas. (Mero, marzo de 1982, El Porteño)

Lo cierto es que en un espacio intermedio entre Pelo y las revistas subterráneas, a las que dará, por otro lado, un lugar entre sus páginas, El Expreso Imaginario forma parte de una cantidad de publicaciones que circulan a pesar de la censura, sirviendo de nexo y reforzando el vínculo de afinidad entre un conjunto de grupos reducidos aunque cercanos de la ciudad de Buenos Aires.

El Expreso Imaginario surge a partir de la idea de Jorge Pistocchi, ex mecenas del grupo Almendra, y ex editor de la revista Mordisco. Lo acompañan desde un primer momento el periodista y poeta Alberto 'Pipo' Lernoud y Horacio Fontova, ilustrador y músico, entre otras cosas, encargado del arte de la revista. El primer número aparece en agosto de 1976, mientras que el último sale en diciembre de 1983, coincidiendo con el período de la dictadura militar. Retrospectivamente, Lernoud la describe como "un núcleo de camaradería creativa y un refugio casi secreto en la época más sangrienta y dolorosa de la historia argentina" (Lernoud, El Expreso Imaginario, introducción versión PDF).

Se trata de intelectuales irregulares en cuanto al tipo de formación--en su mayoría autodidactas--y los temas sobre los cuales construyen una nueva erudición que circula en revistas semanales o mensuales, como es el caso de esta en particular. Los primeros integrantes de la revista se encuentran vinculados a los músicos que dan origen al rock en Buenos Aires, y forman parte de "una nueva conciencia musical y literaria nacida en el '66 en la cueva de Pueyrredón" (El Expreso Imaginario, abril de 1978). Se trata de la cultura del rock progresivo cuyos pioneros son Moris Birabent, Javier Martínez, Tanguito y Lito Nebbia. Este grupo tiene su epicentro en un triángulo formado por La Cueva, el Instituto Di Tella, ubicado en Florida 900, y Plaza Francia. Completan el núcleo de colaboradores estables de la revista Alfredo Rosso, Claudio Kleinman y Fernando Basabru, quienes provienen de la revista Mordisco, revista de Pistocchi exclusivamente sobre rock, contraria a Pelo. Por último, el apoyo financiero necesario proviene de Alberto Ohanian, un abogado a quien conocen por medio del músico Luis Alberto Spinetta.

Aunque formen parte de este universo y compartan una parte de la audiencia, El Expreso Imaginario pretende diferenciarse de aquellas otras revistas que sólo se dedican a la crítica y promoción del rock nacional. El primer rasgo que define su singularidad es la falta de especialización. La revista combina en su staff a intelectuales de origen heterogéneo. Así recuerda Lernoud a los integrantes de la primera formación:

En realidad la idea ya tenía su tiempo de rodaje. Había surgido de la cabeza eternamente creativa de Jorge Pistocchi, ex mecenas de Almendra, ex director de la revista Mordisco, especializada en rock. Jorge me contactó a mediados de 1975 con una carpeta con dibujos y notas, un logo y la primera tapa ya diseñada. Empezamos a buscar financiamiento para el proyecto, y pensar en armar un equipo. El primero que se nos ocurrió fue Horacio Fontova, el "negro renacentista", actor, dibujante, músico, escritor y viejo amigo de las noches de naufragio con Miguel Abuelo y Tanguito. Horacio le pondría la impronta estética al Expreso, una personalidad que la destaca entre las revistas de la Argentina y probablemente del mundo. Jorge trajo a Alfredo Rosso, que estaba terminando la colimba (2) y escribía para su anterior revista, Mordisco. El veinteañero Rosso trajo a dos amigos, Claudio Kleiman --compañero de la colimba--y Fernando Basabru (Lernoud, El Expreso Imaginario)

A diferencia de aquéllas, el espíritu de El Expreso... no se restringe a un género, ni siquiera a lo musical. Las entrevistas a bandas, reseñas de recitales o críticas de discos sólo ocupan una de las distintas secciones de la revista, que mantiene los cronistas y el nombre de su predecesora Mordisco. (3) Existen otras secciones fijas como "Crítica de espectáculos", "Guía del espectador", "Revistas subterráneas", (septiembre de 1977), o el "Rincón de los fenicios", dedicada a avisos clasificados. Frecuentemente hay espacio para historietas prestigiosas y también no conocidas (Kat Krazy, septiembre de 1977, p. 23; Vuelos de Argento, septiembre de 1977, p. 19; El famoso, octubre de 1977, p. 15). El primer número incluye, por iniciativa de Pistocchi, la reedición de la precursora historieta Little Nemo creada por Windsor Mc. Kay en 1905. El protagonista habita también un mundo paralelo de gran riqueza poética: Sumberland, que significa en español 'el país de los sueños'. Pistocchi narraba en la última página de este primer número, los orígenes del mundo fantástico de Nemo que revivía en cada uno de los sueños que ilustraban semanalmente el diario New York Herald, a principios del siglo xx. Se daba a entender que la revista misma podía ser un sueño de Nemo (en latín, "nadie").

Nemo acudía al llamado de la pequeña princesa hija de Morfeo acompañado por los distintos emisarios que esta enviaba para jugar con ella en su fantástico paraíso con dragones y mariposas gigantes. (El Expreso Imaginario, agosto de 1976, p. 6)

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