La sangre de Juan Pablo II llegó para reconciliar - 3 de Junio de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 572387426

La sangre de Juan Pablo II llegó para reconciliar

Iglesia

Nicolás Congote Redactor de EL TIEMPO La salud de Juanita se deterioró cuando tenía 13 años. En un principio no se sabía qué tenía; se habló de leucemia, de lupus. En la familia, una persona había muerto muy joven de lupus y con el tiempo ella tenía todos los criterios médicos para diagnosticarle esa enfermedad. “Estuvo muy grave, llego a estar inconsciente, casi estuporosa, que es como un paso previo al coma, sin orinar, con agua en el pulmón”, cuenta Ángela María Recio, su mamá. A los tres días de permanecer en cuidados intensivos, la mamá de Ángela le dijo que le rezara a la madre Teresa de Calcuta. “Estaba muy entregada a la oración y sentí y oí que ella (la Madre Teresa) me dijo: ‘No, con Juan Pablo II’. Me llegó la imagen del Papa caminando con Juanita de la mano”, dice Ángela. Su hermano hizo una ilustración de esa escena y la pusieron en la cabecera de la camilla de Juanita. La mejoría fue evidente y progresiva a tal punto que hoy no tiene criterios médicos de lupus. Recio atribuye el hecho a la gracia de san Juan Pablo II, que intercedió para poner a un grupo de médicos que lograron salvarle la vida a su hija. Cuando mira atrás su historia, Ángela dice que su cercanía con Juan Pablo II viene de su suegro, Eduardo García Vargas, anestesiólogo que contactaron para atender junto con el médico Paco Holguín al Santo Padre cuando visitó Colombia en 1986. Su caso fue enviado al Vaticano para ser considerado como milagro de cara a la canonización de Juan Pablo II, y aunque no fue el elegido, quedó en folios y actas de santificación. Ella y Juanita asistieron el 27 de abril del 2014 a Roma el día en que, junto con Juan XXIII, Juan Pablo II fue elevado a los altares. Ayer, Juanita, con 16 años, contó su historia durante la eucaristía en la parroquia Santa Beatriz en Bogotá, donde permaneció la reliquia de San Juan Pablo II: una ampolleta que contiene gotas de sangre del Papa que visitó el país en 1986. Allí se hicieron presentes cerca de 1.000 personas, entre ellas víctimas que llegaron para donar su dolor. Una de ellas fue Elvira Leonor Arizabaleta, quien perdió a su hijo Andrés en el atentado del club El Nogal. “Voy a ofrecer mi dolor para que todos los corazones que están endurecidos puedan perdonar”, dijo. El relicario, con la forma de un evangelio abierto, en el que está incrustada la ampolla, llegó a las 12:38 de la...

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