El santo oficio de pasear perros ajenos - 8 de Diciembre de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 878840982

El santo oficio de pasear perros ajenos

RICARDO RONDÓN CHAMORRO - ESPECIAL PARA EL TIEMPO @PacoApostolÓscar Iván Arteaga Cruz nació hace treinta y un años en el barrio Fátima, sur de Bogotá, y de niño recogía cuanto perrito enfermo o abandonado se topaba en la calle para llevarlos a casa. El pequeño sabía de los tropiezos que, por su espíritu caritativo, enfrentaba con su señora madre, doña Elmira Cruz, quien por su trabajo no podía estar pendiente de los cachorros. Pero él insistía. "¡Ay, Iván!, ¿otro bendito perro? No, mijo, yo no puedo hacerme cargo", le reclamaba. Es que doña Elmira, temprana viuda y con dos críos, se quebraba la espalda todos los días limpiando casas de familia para sostener el hogar. Qué tiempo le iba a quedar a la doña para atender pulgosos descarriados. Para paliar los embates de la precariedad, Iván y su hermano Fabián se fueron a trabajar a la finca de la abuela, en Ubalá, Cundinamarca. En el campo se hizo más visible el cariño por los animales, rodeados de vacas, gallinas, conejos, perros y gatos. Formado muchacho, a su regreso a la capital, terminó bachillerato, y para contribuir en la casa se le midió a trabajar en lo que saliera. Iván trajinó como voceador de prensa, albañil, auxiliar de supermercado y de un almacén de químicos, vigilante nocturno, hasta que un día se quedó sin empleo. Un amigo que laboraba en una veterinaria en el sector de Mandalay le encargó que le sacara a pasear un par de perros de un cliente. Cualquier propina le pasaba por el mandado. De eso hace diez años, y gracias al favor emergente que le hizo su pana, Iván reafirmó el amor por los canes que lo sobrecogió en su infancia. Los perros le dan para vivir Es mediodía y bajo un sol abrasador de noviembre Iván, con paso firme, cruza la extensa alameda sembrada de sauces, saucos, ciruelos y pinos en Castilla, suroccidente de Bogotá, con una manga de dieciocho perros de distintos tamaños, pelambres y razas. La marcha perruna, como para llevar al lienzo, es captada por una señora de pava y sombrilla de verano que lleva de correa un primoroso labrador, y que no se resiste a preguntarle al paseador cuánto cobra por el recorrido de una mascota, y lo que más le intriga, dice, cómo hace para lidiar con tantos perros. Iván, comedido, responde que su tarifa es de 7.000 pesos hora, que se puede extender a hora y media, y para despejar la curiosidad de la dama sobre la cantidad de perros conducidos en una sola tirada, enseña un poderoso arnés de reata, acero y lona, en forma de telaraña, que...

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