La sexta extinción, una historia nada natural - 7 de Junio de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 572977482

La sexta extinción, una historia nada natural

El pueblo de El Valle de Antón, en el centro de Panamá, se encuentra en medio de un cráter volcánico que se formó hace más o menos un millón de años. Aunque tiene un diámetro de unos seis kilómetros y medio, en un día claro se alcanzan a ver los picos escarpados que rodean la ciudad. El Valle tiene una calle principal, una comisaría de policía y un mercado al aire libre. Aparte del habitual surtido de sombreros panamá y bordados de colores, el mercado ofrece lo que seguramente sea la mayor selección de figuritas de ranas doradas en el mundo. Se pueden encontrar desde ranas descansando sobre una hoja hasta ranas que fuman cigarrillos con boquilla al estilo de Franklin D. Roosevelt. La rana dorada, con su color amarillo taxi salpicado de motas marrones, es endémica del área que rodea El Valle. En Panamá es un símbolo de buena suerte. Hace una década era fácil encontrar ranas doradas en las colinas que rodean El Valle. Son tóxicas (el veneno de la piel de una sola bastaría para matar un millar de ratones medianos) y por eso tiene un color tan llamativo. Pero las ranas de El Valle comenzaron a desaparecer. El problema se detectó primero cerca de la frontera con Costa Rica. La maldición se extendió por toda la selva hasta que, en 2002, también desaparecieron las ranas de las montañas y los arroyos alrededor del pueblo de Santa Fe, a 80 kilómetros de El Valle. En 2004 comenzaron a aparecer los pequeños cadáveres más cerca aún de El Valle, alrededor de El Copé. Para entonces, un grupo de biólogos de Panamá y Estados Unidos habían llegado a la conclusión de que la rana dorada se hallaba en grave peligro. (...) *** La primera vez que leí sobre las ranas de El Valle fue en una revista para niños que tenían mis hijos. El artículo, ilustrado con fotografías de la rana dorada, explicaba la historia de la plaga y los esfuerzos de los biólogos. Ellos confiaban en construir un laboratorio en El Valle, pero llegaron tarde. Corrieron a salvar tantos animales como pudieron, pero no tenían dónde protegerlos. ¿Qué hicieron entonces? Los llevaron a un “hotel para ranas ¡naturalmente!”. El “increíble hotel para ranas” (un hotel rural) accedió a que la ranas se alojasen (dentro de sus tanques) en un bloque de habitaciones alquiladas. “Las ranas disfrutaron de alojamientos de primera clase que incluían servicio a la habitación”, observaba el texto. Unas semanas después, encontré otro artículo, en un tono bastante distinto, en Proceedings of the National Academy of Sciences. Se titulaba ‘¿Nos hallamos en medio de la...

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