La Sexta: qué buenos tiempos aquellos - 21 de Julio de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 520599470

La Sexta: qué buenos tiempos aquellos

“Vinieron los problemas, porque imagínese que hasta alguna vez practicaron tiro al blanco con los transeúntes”.

Claudio Borrero

historiador

“Puedo dar fe de que en ninguna otra parte se sentía respirar Cali como en este lugar”.

Patricia Largo Higuera

gerente del Hotel Don Jaime

Los fines de semana son la salvación para una economía de 470 empleos directos y 800 informales.

Miguel Ángel Espinosa y José Luis Valencia Redacción Cali Cali. La ‘clave’ de los salseros, la brisa que acaricia la piel de las mujeres, el bullicio y los bailarines de pintas y zapatos coloridos hicieron de la avenida Sexta una leyenda de Cali, con la que se ganó la fama de ser el hervidero de la rumba. Bajo el fogoneo de las luces desde antes del anochecer, hay cambios que generan nostalgia en más de uno de esos caleños que recuerdan las caminatas de Héctor Lavoe, de melena, camisa suelta y gafotas, durante esos cuatro meses que vivió en el centro caleño, a comienzos de 1984; o aquellas cabalgatas señoriales, sin implantes ni ‘traquetos’ con escoltas, que abrían la Feria decembrina en esos 80. O el deambular de Andrés Caicedo, también de gafas gigantes, el escritor de cuentos inmortales que se suicidó a los 25 años porque no quería ser viejo, quien salía a la avenida en busca de sus amigos del parque Versalles. El mismo que en un apartamento de la Sexta paladeó más de una rumba de rock y bugalú hasta el 77. “... Ardía el suelo. A la avenida Sexta llegamos entre aroma y porciones de sombra de carboneros. Vivía, pues, yo, en el sector más representativo del bullanguero Nortecito, aquél que comprende el triángulo Squibb-parque Versalles-Dari Frost, el primer Norte, el de los suicidas”, dice en su libro Que viva la música. El año pasado los productores de una película bajo el título de esa novela tuvieron más de un tropiezo para encontrar esos espacios de la Sexta y una ciudad a la que, según urbanistas críticos, no solo se le fueron borrando las fachadas de estilos europeos, sino que el narcotráfico le metió mano a ese sector donde coincidían los amigos y las parejas de todas partes o los turistas enamorados de esas noches. Fue la magia de la Sexta la que enamoró a Luis Eduardo Hernández, quien lleva 17 años trabajando en la zona, donde fue portero, mesero, administrador y ahora es dueño de Zanza, un local. Él ha visto, con duelo, cómo los negocios tienen que cerrar, producto de los vientos en contra. “La Alcaldía dejó llenar esto de ladrones, las fachadas están horribles...

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