Ni silencio ni incendio, la clave contra la mala imagen de los empresarios - 8 de Diciembre de 2019 - El Tiempo - Noticias - VLEX 828822629

Ni silencio ni incendio, la clave contra la mala imagen de los empresarios

La historia de Mario Hernández es la de un empresario hecho a pulso. Nacido en Capitanejo, un lugar donde el turbulento río Chicamocha entra a territorio santandereano después de nacer en Boyacá, llegó a Bogotá apenas siendo un niño, junto con su familia desplazada por la violencia. Tras quedar huérfano a los diez años y al ser el mayor de cuatro hermanos, aprendió a ganarse la vida desde la década de los cincuenta, en una ciudad que todavía tenía mucho de parroquial. La lista de oficios que desempeñó y de negocios que emprendió es larga, pero sin duda la compra de un almacén que vendía artículos de cuero en 1972 y, posteriormente, de una fábrica que elaboraba productos en ese material, marcó su vida para siempre. Hoy, la marca que lleva su nombre es la principal referencia del mercado del lujo hecho en Colombia. No hay duda de que se siente orgulloso de lo conseguido, pero su filosofía es clara. "Uno nace empeloto y se muere empeloto. Para mí la riqueza es construir, compartir, hacer país. Las cosas materiales valen, aunque no tanto", dice. Quienes lo conocen saben que tiene pocos pelos en la lengua. Ve en las movilizaciones que comenzaron el 21 de noviembre una expresión genuina de inconformidad más allá del oportunismo de más de un político. Una de sus preocupaciones es la que él describe como pasividad en sus colegas. "El sector privado está obligado a pellizcarse y entender lo que pasa, para que no lo deje el tren", afirma. Un problema de imagen El llamado de atención es válido. La más reciente encuesta de Invamer mostró que por primera vez desde cuando se comenzó a formular la pregunta en febrero de 2000, la imagen que tienen de la clase empresarial colombiana los habitantes de las grandes ciudades es más negativa que positiva. En la medición realizada a finales del mes pasado la calificación desfavorable llegó a 49 por ciento y la favorable a 44, cuando diez años atrás las notas fueron 63 y 29 por ciento, respectivamente. La opinión en los principales centros urbanos ve las cosas con un lente mucho más oscuro, tanto en lo que tiene que ver con el manejo de diversos desafíos que forman parte de la agenda pública como con la percepción de los dirigentes o de las propias instituciones. En este último caso, y aparte de excepciones como la Iglesia católica, las Fuerzas Militares o la Policía, no queda títere con cabeza. Aunque no faltará aquel que diga que el desprestigio es la norma de estos días, el retroceso es de tal magnitud que...

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