Sobreviví para aprender a caminar otra vez - 10 de Agosto de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 736391609

Sobreviví para aprender a caminar otra vez

JAVIER BORDA - PARA EL TIEMPO @javierabordaLas luciérnagas volaron y encantaron al sujeto, que se sorprendió con su luz. Ojalá así comenzara este cuento, pero en realidad es el inicio de una historia que aún no termina. Las luciérnagas eran las luces de un vehículo que casi me mata la noche del 6 de enero del 2014. Al conductor victimario lo vamos a conocer en estas líneas como el innombrable. De 23 años, lozano, trigueño, iba a unos 140 km/h en un Mercedes-Benz C200, adelantando carros en la autopista Norte de Bogotá como si estuviera en un videojuego, sin miedo a la imprudencia. A las 10 de la noche ‘ganaba’ su carrera contra la sensatez, hasta que embistió el carro que yo manejaba, un Chevrolet Aveo, en la calle 187. Una imagen no siempre vale más que mil palabras. Las fotos que se ven en esta página alcanzan a describir lo fuerte del impacto material, pero no el personal. Salir con vida de semejante choque fue un milagro. Y si bien mi esposa, la copiloto, no sufrió lesiones de consideración, sí hubo un daño mucho mayor. Sin conciencia de lo ocurrido, espabilé solo 72 horas después en el hospital, en una cama cómoda, aunque sin poder mover las piernas. De mi cadera salía un ‘tutor’, el mejor eufemismo para un milagroso aparato que unía los huesos de mi cadera y pelvis, prácticamente destruidas. "Volver a caminar depende de usted", me dijo el doctor. Y yo constaté entonces la rebeldía de mis piernas y pies inflamados, amoratados, que no me hacían caso. El anillo pélvico se dañó; tuve fractura del acetábulo izquierdo, la columna y el reborde anterior; el nervio ciático derecho también se lesionó. Sufrí otras fracturas menores, ulceración en el párpado derecho, trauma en los tejidos blandos y osteomuscular y, lo que mencionaba antes, la pérdida del control motor de las piernas. Es decir, lo peor. La primera recuperación Es una desgracia que la atención a una persona en Colombia dependa de cuánto tenga en sus bolsillos. En mi caso fue fundamental contar con medicina prepagada. El dinero del Soat literalmente se esfumó con las primeras intervenciones en la clínica. Por fortuna, hubo cómo pagar. Gracias a Dios, la ambulancia llegó rápido tras el choque. Gracias a Dios, mi esposa pudo llamarla desde el teléfono que un solidario testigo le prestó. La familia fue una gran acompañante en el proceso de recuperación. También la morfina y el tramadol, debo decirlo. Todo dolía, y el espejo espantaba: apenas podía mover un poco el cuello y los brazos...

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