¿Sociedades justas? La perversión de la perfección - 31 de Marzo de 2011 - El Tiempo - Noticias - VLEX 265601034

¿Sociedades justas? La perversión de la perfección

Desde hace miles de años los hombres sueñan con sociedades justas y sin conflictos. Inventaron una edad de oro perdida o imaginaron países como la Utopía, de Tomas Moro, o la Ciudad del sol, de Campanella, donde seríamos iguales y felices y los problemas estarían resueltos para siempre. En el siglo XIX, por los desastres de la revolución industrial, con riqueza y trabajo infantil, progreso y miseria, los defensores de obreros y pobres creyeron en un mundo perfecto, sin Estado, pobreza ni explotación. El intento de realizar este sueño creó el régimen más violento y opresivo de la historia. El comunismo llevó a la muerte de 60 a 100 millones de personas, a nombre de la justicia, el futuro y los derechos de todos.

En las democracias, por suerte, la perfección es imposible: se busca que diferentes propuestas coexistan, transen, se cumplan a medias. Pero el afán de soluciones mágicas surge sin cesar. La tradición revolucionaria hizo que en Colombia se condenara todo avance parcial. La reforma agraria impulsada por Carlos Lleras Restrepo se rechazó porque si la condición de los campesinos mejoraba algo, perderían interés en la revolución: lo bueno era enemigo de lo óptimo, y mientras peor estuviéramos sería mejor: los cambios graduales eran enemigos de la gran solución. Pero no solo la izquierda invocaba la perfección: los que no querían tocar la propiedad se oponían a dar tierra a los campesinos, pues si no les daban también crédito, capacitación, crédito, mercadeo, salud, etc., la tierra no iba a resolver todos sus problemas. Y como lograr tanto era imposible, mejor dejar las cosas como estaban. Muchas reformas razonables se frustraron porque no resolvían todo, o porque se decía que para arreglar algo era necesario arreglar antes todo lo demás.

En menor escala, esta lógica domina la discusión de temas como la congestión en Bogotá. La desesperación lleva a la gente a soñar: el metro es lo que necesitamos, dicen unos, y esta ilusión hizo elegir de Alcalde al candidato menos apto; otros piensan que promover el transporte público...

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