Los sueños cumplidos y las luchas de Yadis - 30 de Diciembre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 717127977

Los sueños cumplidos y las luchas de Yadis

TATIANA ESCÁRRAGA - ENVIADA ESPECIAL DE EL TIEMPO @etatiana1

Se llama Yadis Xiomara Chocó Mina. Tiene 17 años, y los chicos de su pueblo quieren parecerse a ella. A veces, los ancianos la detienen y la abrazan. Los niños la esperan llenos de júbilo cuando llega a casa, y algunos políticos ya pretenden reclutarla en sus filas. Es la presidenta de la plataforma municipal de juventud; líder comunitaria para la infancia, la adolescencia y la tercera edad; fue alcaldesa por un día de Madrid (España); estudia derecho y su sueño es ser ministra de Educación. Todavía no comprende el conflicto armado en Colombia. Llora cuando le cuentan historias tristes. Le gustan las películas de superación personal y aún no se atreve a dejar su pelo afro al natural porque es negra y teme que no pueda soportar la presión social en un país racista y clasista. * * * * Yadis nació un día de enero del 2001 en Buenos Aires, un municipio del norte del departamento del Cauca de mayoría afrodescendiente en donde la belleza geográfica y la guerra se disputaron el papel principal durante décadas. Cuando tenía un poco más de ocho meses de embarazo, la madre de Yadis temió por su vida. La bebé no se movía. La médica del hospital donde la atendían la tranquilizó diciéndole que como su pelvis era minúscula y la pequeña había crecido mucho, estaba incómoda. Nunca hablaron de la zozobra que carcomía a Emérita. De las noches sin dormir, del ruido de los fusiles que se colaba en su habitación. De la sensación incierta de acostarse y no saber si amanecería. De eso no se hablaba. Tuvieron que inducirle el parto. La carnicería había comenzado en el 2000. Hubo rumores. Voces que alertaban de la llegada de los paramilitares. Oscuros mensajeros que presagiaban una larga noche de terror. Se quedaron cortos. En esta región del país, tradicionalmente asentamiento de la desmovilizada guerrilla de las Farc, se desató una cruenta incursión de las AUC que duró más de cinco años. El bloque Calima irrumpió, dejando a su paso un reguero de muertos en masacres, de desaparecidos, de cientos de mujeres violadas. “Ejecutaban a las personas y las arrojaban al río Cauca. A veces prohibían a las familias reclamar a sus muertos”, recuerda Heider Tovar, personero de Buenos Aires. Se tomaron las casas, los colegios, las tiendas, los restaurantes, los bailaderos, las canchas de fútbol, las montañas. No había un rincón del pueblo que no dominaran esos ejércitos de hombres sedientos de sangre. En el patio de...

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