Teatro de la montaña, por el amor y el arte - 24 de Octubre de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 585413374

Teatro de la montaña, por el amor y el arte

Rafael Caro Suárez Especial para EL TIEMPO La cotidianidad del barrio San Isidro, en las estribaciones de una montaña entre Bogotá y La Calera, se trastocó hace más de dos décadas con el arribo de Ligia Cortés y Roberto Antonio Nieto. Esposos con apariencia de gitanos, llegaron caminando sin prisa, agarrados de la mano, para ofrecerle su amistad a quien lo necesitara: un viejo solitario, un niño apesadumbrado, un hombre bucólico o una madre cabeza de hogar. En 1991 decidieron unir sus vidas. Dos años atrás se conocieron en el teatro Luis Enrique Osorio, donde ensayaban el montaje de una obra. Se enamoraron de inmediato y comenzaron una historia de amor que, 26 años después, permanece intacta. Y desde entonces, la montaña de San Isidro se convirtió en su hogar. Una de las razones que los motivó a quedarse en este lugar, además del carácter humilde de sus gentes, fue la necesidad de ofrecer un espacio de diversión y formación artística para los niños del barrio, desprovistos entonces de planes culturales para sobrellevar el tedio del fin de semana. Por eso, todos los sábados a las tres de la tarde, Roberto y Ligia le abren las puertas del Teatro de la Montaña a un centenar de chicos, que sin pagar un solo peso, disfrutan de espectáculos teatrales, obras de títeres y cine infantil. El teatro nació hace poco más de ocho años, cuando Ligia y Roberto, de manera improvisada, comenzaron a presentar obras de títeres en un potrero. Con el pasar de los años, y por razones que Ligia atribuye a “milagros del universo”, el terreno baldío se convirtió en el Centro Integral de Artes Teatridanza (Ciat), un escenario cultural construido de manera comunitaria por los familiares y vecinos de esta pareja. En sus comienzos parecía una bodega. Fue gracias a la convocatoria de la Ley de Espectáculo Público que recibieron recursos de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte para adecuarlo. Así adquirieron la luces tipo led con reflectores Fresnel, Leko y Elipsoidal que reemplazaron por los viejos tarros de leche en polvo provistos de bombillas; compraron micrófonos, consolas de audio, bafles de gran potencia, una pantalla de cine de 7 metros de longitud y video-beam. También hicieron instalar un telón color rojo carmesí con dimensiones de 8 metros de largo por 6 de alto, cuyo montaje fue encargado a don Germán Barbosa, dueño de una empresa familiar con más de 40 años de tradición que ha sido contratada por escenarios como el Teatro Amira de la Rosa de...

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