Teresa de Calcuta: de madre a santa - 3 de Septiembre de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 648165789

Teresa de Calcuta: de madre a santa

La humildad con la que se comportaba y cómo siempre aceptaba todo, nos alentaba a continuar. Su sonrisa era el mejor regalo para Jesús y para nosotras.

Darío Menor Torres Para EL TIEMPO Roma. Una vez acabado el aplauso de bienvenida a la ilustre invitada, el peruano Javier Pérez de Cuéllar la presentó al auditorio con este breve discurso: “Esta es una sala de palabras. Hace unos días tuvimos a los hombres más poderosos de la Tierra. Hoy tenemos el privilegio de tener a la mujer más poderosa del mundo. No creo que necesite presentarla. Ella no precisa de palabras, sino de hechos. Creo que la mejor forma de rendirle homenaje es decir que es mucho más que yo, mucho más que todos nosotros. Ella es las Naciones Unidas. Ella es la paz en el mundo”. Las altisonantes palabras del entonces secretario general de la ONU contrastaban con la persona que tenía a su lado: una mujer pequeña, casi diminuta, parapetada en su hábito y su toca blanca con rayas azules y que recordaban a un típico sari indio. “Soy solo una pobre monja que reza. Rezando, Jesús me llena el corazón de su amor y voy a donárselo a los pobres que encuentro en mi camino”, dijo la religiosa al inicio de su alocución. A continuación, puso a orar por la paz a todos los presentes, sin importarle la religión que profesaran o que se consideraran ateos o agnósticos. Aquella escena acaecida el 26 de octubre de 1985 en la sala de la asamblea general de Naciones Unidas marca uno de los hitos en la vida de la madre Teresa de Calcuta, que seis años antes ya había recibido el premio Nobel de la Paz por su empeño por los más pobres, canalizado a través de la congregación religiosa que fundó: las Misioneras de la Caridad. Tanto en la sede de la ONU en Nueva York (EE. UU.) como en Oslo (Noruega) cuando le dieron el prestigioso galardón o en las entrevistas que concedía, esta albanesa nacida en Skopje (Macedonia) en 1910 y bautizada con el nombre de Gonxha Bojaxhium utilizó su fama y aura de santidad para tratar de convencer a quien tuviera adelante de que pusiera en el centro de su vida a los más desfavorecidos. Ella predicaba con el ejemplo, lo que la llevó a convertirse en uno de los mayores íconos católicos de la segunda mitad del siglo XX, llegando incluso a hacer sombra a un papa tan mediático como Juan Pablo II. Será otro obispo de Roma tan preocupado por la misericordia como Francisco, quien mañana presidirá en el Vaticano la canonización de la beata albanesa en una ceremonia a la que acudirán...

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