Todo por amor - 5 de Julio de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 907115217

Todo por amor

pablo Romero - el tiempo @PabloRomeroETIlustración: Gustavo ortegaEfraín ya no se va a levantar de la cama. Eso es lo que le dicen los médicos a Graciela, su esposa, y ella no los quiere escuchar. Piensa que hay que darle más tiempo. Que hay que esperarlo un poco más. Con esa convicción es que lo visita todos los lunes en la unidad de cuidados intensivos del hospital Santa Teresa. Lo hace con religiosa puntualidad, a las nueve de la mañana, como si se tratara de un ritual. No sabe si él la escucha, sospecha que no, pero quiere creer que sí. Ese dialogo sin respuestas es la única forma que encontró para sobrellevar su ausencia, para sentirlo cerca. Además, está convencida de que eso que le cuenta cada semana, cerquita al oído, como si fuera un cuento para dormir, a él le interesa más que cualquier otra cosa, incluso más que el estado de postración en el que se encuentra. Graciela ya no se martiriza pensando en el carro que arrolló a su marido y que lo dejó en coma. Ahora lo único que anhela es que el hombre que ama aguante un poco más, que no se rinda todavía. Efraín parece estar de acuerdo, porque aunque sigue inerte en ese vacío, aún no se va del todo. Es como si algo le faltara. Y solo Graciela sabe lo que es. Lo comprendió un domingo en la tarde cuando se sentó en el sofá frío, ese que le recordaba la rutina de su esposo, y vio en la TV que empezaba un partido del Atlético Policarpa, el equipo al que Efraín le ha dedicado su vida, con la ilusión de que algún día gane el campeonato. Mientras estaba en casa, Efraín siempre repetía que no quería morirse sin ver a su equipo campeón. Le decía a Graciela que si se le hacía el milagro, podría irse tranquilo el día que le tocara. Lo decía así, como si presintiera la fatalidad. Por eso la angustia lo consumía después de cada derrota, cuando los años pasaban y él perdía las fuerzas y hasta las ilusiones, porque las probabilidades de su equipo siempre han sido mínimas. Efraín se entusiasmaba con alguna victoria, pero como eran tan efímeras, volvía rápido a la realidad, a sufrir con esos jugadores que solo alimentaban su nostalgia y su vejez. Eso sí, nunca se perdía el partido del domingo, así fueran en el último lugar de la tabla, así perdieran por goleada, con esa esperanza que tienen los hinchas más fervorosos y que Graciela hasta ahora empieza a entender. Cada domingo, en sus cuarenta años de matrimonio, había sido una rutina para ella. Su marido se sentaba en el sofá a ver los partidos, sin volumen, porque prefería escucharlos en un radio amarillo, con un audífono pegado al oído. Graciela no entendía por qué lo hacía, pero como eso era parte del ritual de su marido, nunca le preguntó. Y menos en pleno juego, cuando Efraín estaba tenso, iracundo. Así es como lo recuerda ahora y así es como lo extraña. Daría lo que fuera por verlo de nuevo dando alaridos en la sala. Es por eso que no se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR