Todorov anticipó la amenaza xenófoba - 15 de Febrero de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 665094157

Todorov anticipó la amenaza xenófoba

Rodrigo Argüello G. Especial para EL TIEMPO Ninguna cultura es en sí misma bárbara, y ningún pueblo es definitivamente civilizado. Todos pueden convertirse tanto en una cosa como en la otra. Es lo propio de la especie. Esto decía Tzvetan Todorov en uno de sus últimos libros, antes de morir en París el martes pasado a los 77 años. Digamos, de entrada, que Todorov era sin duda un verdadero intelectual –un pensador integral, sensible y solidario– que en los últimos 35 años reflexionaba sobre asuntos urgentes y necesarios. En sus comienzos había militado en la teoría literaria, específicamente la que tenía como enfoque el estructuralismo. Pero, como Roland Barthes, dio un giro radical y comenzó a escribir sobre temas como la otredad, la memoria, la historia; sobre los ritmos y arritmias del pulso de la política y el nuevo desorden mundial. Del primer periodo –salvo algunas excepciones, como el aprecio que aún él tenía por La introducción a la literatura fantástica (quizá uno de los mejores estudios sobre el relato fantástico), Teoría del símbolo, Mijail Bajtin o El principio dialógico, y su imprescindible Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, escrito con el lingüista Oswald Ducrot–, Todorov abjuró posteriormente, pues, al parecer, para él no había una estrecha relación entre esa postura cientificista y sus verdaderos impulsos vitales. Es en su corto ensayo La literatura en peligro en el que, de cierta forma, hace una autocrítica a ese periodo estructuralista. En este libro cree necesario que la obra literaria sea vista como una fuente y reserva de sentido humanitario. Se queja de que en aquel momento, y aun a comienzos del siglo XX, cuando se leían las novelas, o los poemas, no se pensaba en la condición humana, en la relación entre individuo y sociedad, el amor y el odio, la alegría y la desesperación, sino que se hacía énfasis en las ideas críticas o modernas. Ya en el prólogo decía que si le preguntaran por qué tanto amor por la literatura, el respondería de inmediato que la amaba profundamente porque ella le ayudaba a vivir y soportar la vida. Porque le hacía descubrir un mundo más denso y elocuente que la vida cotidiana, pero no radicalmente diferente. Para él, la literatura tenía la posibilidad de ampliar el universo, ya que la obra literaria invita a imaginar otra manera de concebir y organizar este mundo tan complejo. Estaba convencido de que la literatura abría hasta el infinito esa posibilidad de interacción con los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR