Un tropezón costoso - 28 de Marzo de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 672280653

Un tropezón costoso

Cuando Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos, dos preguntas quedaron flotando en el aire. ¿Como jefe de Estado sería tan radical y pendenciero como había sido de candidato? ¿Hasta qué punto las instituciones políticas de ese país podrían representar un contrapeso a su ímpetu voluntarioso? A medida que transcurren los primeros cien días de su mandato, las respuestas a esos interrogantes están cada vez más claras. El presidente Trump ha demostrado ser una copia fiel del candidato, enfatizando sus posiciones ególatras y su incapacidad para negociar. De lo primero dan cuenta episodios como su reacción a las preguntas de un periodista sobre las dificultades que ha enfrentado para gobernar: “creo que no me ha ido tan mal, porque yo soy presidente y usted no”. Menos colorido y más preocupante es el segundo tema: el autor del famoso libro El arte de negociar, ha visto cómo sus principales iniciativas como cabeza del Ejecutivo se han estrellado contra los otros poderes del Estado, el legislativo y el judicial. Su más reciente derrota tuvo lugar al final de la semana pasada en el Congreso. En un hecho insólito para un presidente con tan poco tiempo en el cargo, tuvo que retirar su propuesta de reforma del Obamacare, el plan de salud de su antecesor en la Casa Blanca, tras verificar que no contaba con votos suficientes para aprobarla. La importancia de este impasse no puede ser minimizada. El Partido Republicano lleva varios años denigrando del Obamacare y el propósito de destrozarlo se convirtió en eje central de la campaña electoral de Trump, de modo que todos pensaban que su iniciativa legislativa sería pan comido. Lo más grave es que la zancadilla en el Congreso no provino de la oposición Demócrata, que de hecho es minoría, sino de su propio partido. El denominado ‘Freedom Caucus’, un sector radical de la bancada republicana que es heredero del Tea Party, se negó a apoyar su propuesta, argumentando que era demasiado tímida para desmontar lo que ellos consideran un adefesio de intervención estatal. Los republicanos radicales valoraban aspectos del proyecto de reforma como eliminar la obligación universal de contar con un seguro de salud o la congelación de los beneficios de los menos favorecidos, pero no veían con buenos ojos que siguiera limitando la posibilidad de las aseguradoras de rechazar pacientes con enfermedades previas y que diera plazos para desmontar medidas...

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