Tunja, 11 días sitiada - 1 de Septiembre de 2013 - El Tiempo - Noticias - VLEX 457464654

Tunja, 11 días sitiada

Redacción Nacional El desabastecimiento en Tunja durante los bloqueos del paro agrario fue tan grave que hasta la nevera del alcalde Fernando Flórez sintió sus efectos. “Soy un adicto al banano. Antes de salir siempre me comía uno, pero durante esta crisis fue difícil conseguirlo”, recordó. No solo faltó la fruta; también, el arroz, la papa (paradójicamente, en la tierra que más la produce), la gasolina. Y es que en la capital boyacense, uno de los epicentros de la protesta, el tiempo se detuvo durante 11 días. Los colegios y las universidades cerraron. Aunque nunca se decretó el toque de queda, la ciudad parecía un pueblo fantasma: sin buses, sin taxis, sin vendedores ambulantes. Las empresas que no suspendieron labores ordenaron a sus empleados volver a casa después de almuerzo. En los centros comerciales se veían más maniquíes que visitantes. En una función nocturna de Cinemark Tunja, en Unicentro, los espectadores de la película Llamada mortal: línea de emergencia salieron despavoridos cuando uno de los trabajadores de las salas alertó sobre una posible incursión de los manifestantes. Los teatros, en general, se llenaron a medias. En las tiendas de barrio, los embutidos, los huevos y los lácteos desaparecieron de los mostradores. En los alrededores de las zonas de rumba no hubo un solo borracho que se revelara contra la ley seca. Por las noches, salvo durante los cacerolazos, eran pocos los que se atrevían a salir. Las bombas de gasolina se secaron. El mismo Flórez tuvo que ir a la casa de amigos para que le regalaran un poco de combustible con el que tanquear su vehículo oficial. “Un amigo me daba un galoncito; el otro, dos”, cuenta. Los pocos que se atrevían a moverse en carro tenían que hacer toda una travesía. El presidente de la Cámara de Comercio, Julián Galvis, tras escuchar que grupos de vándalos estaban ensañados con los vehículos de alta gama, dejó encerrado su BMW e iba a la oficina en una camioneta Mitsubishi. Muchos se movieron a pie. Hasta al uruguayo Nicolás Vikonis, portero del club Patriotas, le tocó ir trotando a los entrenamientos en el estadio La Independencia y el campus de la Universidad Santo Tomás. ‘Presos’ en su ciudad El taxista Manuel Rodríguez tampoco sacó su carro. Ni siquiera ante la escasez de comida que azotó su barrio, Las Américas, y que lo obligó a él, a su esposa y a sus cuatro hijos a desayunar y cenar aguapanela durante los bloqueos. Cuando tenían suerte y encontraban plátano, fritaban tajadas. En...

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