Uribismo - 1 de Noviembre de 2013 - El Tiempo - Noticias - VLEX 473275866

Uribismo

Marcha fúnebre

Ricardo Silva Romero

Que nadie desprecie al uribismo: en Colombia hay libertad de cultos. Pero que no se pierda esta oportunidad única y feliz de interpretar las escenas de la convención en la que el movimiento proclamó a su candidato a la presidencia –que sean evidentes la omnipotencia ridícula pero también trágica del expresidente Álvaro Uribe, la sospecha de que la elección de Óscar Iván Zuluaga, un hombre serio reducido a “discípulo amado”, no fue democrática sino “a dedo”, y la cara de “yo qué diablos estoy haciendo acá” del candidato que ganaba las encuestas hasta el día anterior, Santos, Francisco– como un rosario de pruebas de que estamos frente a la empolvada presencia del populismo, frente a la promesa inconfundible, mejor, de un gobierno que haga por “la gente” el trabajo sucio que alguna vez hizo el caudillo. “Esta es la nariz de nuestro líder –señala un alienado en El dormilón, de Woody Allen–: creemos que muy pronto, si logramos clonarla, lo tendremos a él por completo”. Algo así está buscando el uribismo. En sus ceremonias paganas suelen rezarse los cinco pilares que el maestro nos enseñó (“seguridad democrática”, “confianza inversionista”, “cohesión social”, “Estado descentralizado”, “diálogo popular”), pero no se propone una profunda transformación de la sociedad ni una ampliación de los canales de participación ciudadana ni nada que no sea eslogan, sino que se anuncia, como una amenaza, una reacción belicosa –contra el gobierno de Santos, Juan Manuel, “el hombre que traicionó a Uribe”– que recobre la popularidad del Estado, restaure un discurso digerible que dé miedo y alivie al mismo tiempo, y devuelva el poder a los uniformados y a los políticos descalzos que hayan perdido la moral en los años de “la paz”. En otras palabras, se pregona la resurrección de un salvador que fue traicionado para nada: para cambiar la palabra “terrorismo” por la palabra “conflicto”. Se canta que regresó “la horrible noche” en la que se le tiende a la guerrilla una mano cachaca e indiferente. Y se repite que a Zuluaga le corresponde salir a pedir dulces disfrazado de Uribe. Hace ocho días conocí el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación que se...

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