¿A dónde van los expresidentes latinoamericanos? Salida de la política y trayectorias pospresidenciales en América Latina (1978-2018) - Núm. 55, Julio 2019 - Revista Estudios Políticos - Libros y Revistas - VLEX 790916045

¿A dónde van los expresidentes latinoamericanos? Salida de la política y trayectorias pospresidenciales en América Latina (1978-2018)

AutorCristian Márquez Romo
CargoPolitólogo. Miembro del Instituto de Iberoamérica, Universidad de Salamanca, España. Correo electrónico: cmarquez@usal.es

¿A dónde van los expresidentes latinoamericanos? Salida de la política y trayectorias pospresidenciales en América Latina (1978–2018) *

Where do Latin American Former Presidents Go? The Way Out of Politics and Post–Presidential Careers in Latin America (1978–2018)

Cristian Márquez Romo1 (México)

1 Politólogo. Miembro del Instituto de Iberoamérica, Universidad de Salamanca, España. Correo electrónico: cmarquez@usal.es

Fecha de recepción: octubre de 2018

Fecha de aprobación: marzo de 2019

Cómo citar este artículo: Márquez Romo, Cristian. (2019). ¿A dónde van los expresidentes latinoamericanos? Salida de la política y trayectorias pospresidenciales en América Latina (1978–2018). Estudios Políticos (Universidad de Antioquia), 55. http://doi.org/10.17533/udea.espo.n55a03

RESUMEN

La mayor parte de los estudios sobre trayectorias políticas centran su atención en la entrada o el desarrollo de estas. Los trabajos sobre la salida de la política, en general, y en el caso de los presidentes, en particular, son prácticamente inexistentes. Este trabajo tiene como propósito analizar las trayectorias de los expresidentes latinoamericanos a partir de dos estrategias metodológicas: el análisis estadístico y la revisión documental. Para ello, se elabora una clasificación tipológica, reconstruyendo las trayectorias de los expresidentes de dieciocho países latinoamericanos desde las transiciones a la democracia hasta el presente (1978–2018), partiendo de la premisa de que los expresidentes latinoamericanos tienden a seguir su carrera política al dejar el cargo. Si bien hay determinados rasgos objetivables que diferencian a los expresidentes que se desempeñan en el sector público o abandonan la vida pública de aquellos que lo hacen en la esfera privada, esta última no representa un impedimento para seguir teniendo presencia política.

Palabras clave: Comportamiento Político; Administración Pública; Élites Políticas; Pospresidencia; Capital Político; América Latina.

Abstract

Empirical studies based on the careers of Latin American former presidents are practically non–existent. Most of the literature is focused on the development of the political career. Hence, the main goal of this proposal is to fill in this gap. It presents an empirical analysis based on the post–presidencies of eighteen Latin American countries since their transitions to democracy in 1978 up until 2018 in order to explore relevant factors that explain them. Using statistical and documentary methods, we create a typology of post-presidential careers, considering variables related to the individual characteristics of the former presidents, as well as with their previous political careers. The study found that former presidents tend to continue their political careers after their presidential period is over. The study also showed that it is possible to assess differences between those who continue in the public life and those who abandon it; however, even if they retired from public life it does not represent an obstacle for them to keep having political influence.

Keywords: Political Behavior; Public Administration; Political Elites; Post–Presidency; Political Capital; Latin America.

Introducción

Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y él se acostumbra a mandar; de donde se origina la usurpación y la tiranía

(Restrepo, 1945, p. 75). Estas palabras fueron pronunciadas por Simón Bolívar en un discurso en el Congreso de Angostura, previo a dejar el gobierno. Del mismo modo, el primer presidente de Estados Unidos, George Washington, se enfrentó a un dilema similar cuando estaba a punto de convertirse en el primer presidente del país norteamericano en dejar el cargo. El historiador Joseph Ellis (2004, p. 104) relata cómo ante la sospecha de quienes creían que Washington seguiría gobernando, transformándose en monarca, Jorge iii afirmó que si resistía las tentaciones de mantenerse en el cargo se convertiría en «el mejor hombre del mundo».

El modelo presidencialista latinoamericano tuvo como referencia el sistema político estadounidense, inspirado en la famosa frase de John Adams —primer vicepresidente y segundo presidente de Estados Unidos—, «un gobierno de leyes y no de hombres» (Anderson, 2010, p. 67). De hecho, en el largo debate iniciado por Juan J. Linz (2013) hace tres décadas, quien confrontaba los vicios del presidencialismo con las virtudes del parlamentarismo, en un momento en que se discutía las posibilidades de que las democracias latinoamericanas lograran su consolidación, argumentó que el caso estadounidense era una excepción: «la única democracia presidencial con una larga historia de continuidad constitucional es la de los Estados Unidos» (p. 12). No obstante, poco se suele decir acerca de los problemas que tuvo el caso estadounidense para frenar el ímpetu reeleccionista, así como la pulsión de los mandatarios por permanecer en el cargo. Finalmente, la enmienda constitucional que limita a dos mandatos el periodo presidencial —el cual se mantiene hasta la actualidad— fue consecuencia de un largo debate iniciado luego de que Franklin D. Roosevelt fuera elegido por cuatro veces consecutivas.

En el fondo, se trata de una cuestión tan simple de entender como difícil de conseguir, que Seymour Martin Lipset resumió en una frase: «las normas democráticas requieren de la voluntad de los gobernantes para aceptar la derrota, dejar el cargo luego de perder una elección, seguir las reglas incluso cuando vayan en contra de sus propios intereses» (Anderson, 2010, p. 64). Aceptar la derrota, asumir que se tiene que dejar el poder después de un tiempo determinado, es uno los activos más valiosos de la política democrática, en contraposición con otro tipo de regímenes —teocráticos, autocráticos y monárquicos—: aquellos en los que los gobernantes ocupan cargos de forma arbitraria, a través de la fuerza o a partir de elecciones en las cuales, previo al inicio del periodo electoral, la suerte está echada y el vencedor del escrutinio no es nunca una sorpresa (Rouquié, 2011).

En Latinoamérica los liderazgos presidenciales estuvieron históricamente acompañados de una notoria ausencia de controles y un mayor poder que, por ingeniería institucional y cultura política, ha tenido la figura presidencial (Serrafero, 2011, p. 228). Por tanto, dejar el cargo, como un atributo sine qua non para la continuidad de un régimen democrático, representa uno de los mayores retos para democracias jóvenes en las cuales ocupar la presidencia de forma arbitraria se hizo rutinariamente por décadas.

Con todo, como han demostrado las once elecciones presidenciales celebradas durante el bienio 2014–2015, no sin sobresaltos, las elecciones y la alternancia se han ido normalizando en la región. Hoy, por lo menos en el ámbito nacional, los procesos electorales son rutina sin precedentes en la historia (Alcántara y Tagina, 2016). Y si las elecciones son una condición necesaria mas no suficiente para que un régimen pueda ser considerado democrático (Dahl, 2010; Levitsky y Way, 2012), resulta entendible que, dado el complejo histórico latinoamericano, basado en la violación frecuente de la práctica electoral, la preocupación electoral llenara por completo la agenda de la democratización (Alcántara, 2016), propiciando, al mismo tiempo, un mayor interés en reformar el acceso al poder que a su ejercicio (Merino, 2003).

Aunque históricamente la evidencia apunta a que la tendencia al conflicto aumenta a medida en que un sistema político se acerca al personalismo y disminuye cuando las instituciones son fuertes, los impulsos personales quedan sometidos a ellas y las normas que regulan la sucesión son claras (Sribman, 2014, p. 3), en regímenes como los latinoamericanos, los cuales institucionalizaron la sucesión a partir de medios no democráticos, asegurar la autonomía del presidente entrante y la ausencia del saliente en un entorno en el cual la aspiración mayoritaria de los políticos es «seguir en política» sugiere algunas contradicciones. Por tanto, pese a que se trata de una herramienta indispensable para la rotación de las élites políticas, así como un elemento fundamental en términos de transparencia y rendición de cuentas exigible a cualquier sistema político democrático (Alcántara, 2013), el estudio sistemático de la salida de la política, en general, y las trayectorias de los expresidentes, en particular, ha sido una cuestión que ha pasado desapercibida, tanto en la academia como en la opinión pública.

A cuatro décadas de las transiciones a la democracia, tanto en Europa como América Latina la cifra de expresidentes seguirá aumentando, debido al incremento del número de países democráticos, por un lado, y a las expectativas de vida, por el otro (Anderson, 2010). Por consiguiente, la necesidad de discutir a dónde van y en qué se desempeñan los expolíticos es una cuestión que cobrará cada vez mayor relevancia. Integrada como un indicador de la vida política del sistema del cual el individuo formó parte, la salida de la política puede arrojar indicadores para: a) validar una carrera profesional; b) desmentir o confirmar el designio inicial del sujeto; c) aportar información acerca de las razones que llevan a un político a abandonar su actividad y de las actividades que realiza inmediatamente después del ejercicio de lo público; d) explicar el papel que ejercen en la esfera pública los políticos retirados; y finalmente, e) explicar los medios a través de los cuales rentabilizan o no, con los propios mecanismos de salida, el capital obtenido a lo largo de su carrera (Alcántara, 2012).

Adicionalmente, puede contribuir a la discusión normativa acerca de la necesidad de establecer o no límites a la rentabilización del capital político —pasando por el estudio de las «puertas giratorias» (Barragán, 2016a)—, los vínculos entre las élites políticas y las élites empresariales...

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