'Vendo casa en Peñalisa'
Un pasacalle inmenso que algún ciudadano ha tenido a bien colgar de dos árboles atravesando la calle 94, cerca de la intersección con la carrera séptima, de Bogotá dice: "Vendo Casa en Peñalisa".
Es altamente probable que finalmente la haya podido vender, porque desde hace unas semanas no surge la necesidad de llamar al 123 a pedir que la policía baje el aviso, como en varias otras oportunidades.
¿Qué será lo que lleva a que respetables ciudadanos, arquitectos, promotores, o ingenieros, todos profesionales, hagan lo que se les dé la gana con el espacio público? Difícilmente se encuentran calles completas sin letreros abajo del semáforo, o colgados de los árboles o los postes de la luz. ¿Qué será lo que nos hace pensar que en estos temas cada uno puede hacer lo que a bien tenga? ¿Será la misma lógica que inspira a parquear en lugares prohibidos, muchas veces a la sombra misma del letrerito con la 'P' negra tachada de rojo?
Los decretos distritales 959 de 2000, 506 de 2003 y la Resolución 5453 del 2009 de la Secretaría de Ambiente claramente señalan que los pendones y pasacalles son elementos de publicidad exterior visual que se pueden instalar de manera temporal únicamente con la finalidad de anunciar eventos de carácter cívico, cultural, artístico, político y deportivo y, en todo caso, previo el permiso respectivo. Es decir, colgar avisos clasificados de los árboles está prohibido; extrañamente quienes lo hacen no son precisamente menesterosos que carecen de los medios para pagar una valla o un aviso en prensa, los cuelgan quienes ven ahí una oportunidad de tomar ventaja.
Hay entonces en estos asuntos relacionados con la convivencia en sociedad una ley que nos vincula y que impone ciertos comportamientos, que prevé una consecuencia en caso de infringirla. ¿Será que muchos ignoran la norma? Es posible que no se hayan leído jamás el Código de Policía y, en esa medida, piensen que los postes de la luz se pueden aprovechar por el primero que acerque una escalera. ¿Puede ser más bien que se intuya que el espacio público no es del primero que lo ocupe y entonces lo que sucede es que, como en la realidad no hay consecuencias negativas por desconocer la norma y realmente nadie se siente agredido o afectado, vale la pena tomar provecho individual de un espacio de todos.
Igual, no nos van a sancionar, nadie nos va a recriminar, difícilmente nos van a identificar (aunque gracias a Dios ciudadanos como el señor de la casa de Peñalisa tuvo la bondad a...
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