La vía Bogotá-Villavicencio no aguanta un carro más
El 3 de agosto del 2002, cuando el presidente Andrés Pastrana inauguró los 4,5 kilómetros del túnel de Buenavista -una de las más modernas obras en las concesiones de primera generación-, en la vía Bogotá-Villavicencio, el país pensó que la conectividad del Llano con el resto de Colombia estaba resuelta.
Atrás quedaba, entonces, el recuerdo de esa vieja carretera que ofrecía un trazado tortuoso -angosto y lleno de curvas-, con derrumbes en cualquier recodo y tragedias, como la de Quebradablanca, que en 1974 cobró la vida de más de 200 personas, y la muerte en agosto de 1991 del alcalde Ómar Vacca, víctima de una roca.
Aunque en un principio se lograron recorrer en hora y media esos 86 kilómetros que separan el Distrito de la capital del Meta, no pasó mucho tiempo en volver a las casi cuatro horas, y en los puentes festivos es necesario programarse para seis y hasta 10 horas, como ocurrió el 20 de agosto pasado.
Es tal el flujo vehicular que la vía, en la que se invirtieron cerca de 900.000 millones de pesos -en rectificación del trazado, en 60 puentes y en unos 8 kilómetros en túneles- y en la que los usuarios pagan en total 29.600 pesos por viaje en tres peajes, colapsa a diario por cuenta de accidentes, caída de rocas y trancones.
Solo en la mañana de este lunes dos accidentes de tractocamiones en los túneles de Quebradablanca y Boquerón afectaron la movilidad, y como de costumbre volvieron a aparecer las largas filas de automóviles, buses, camiones y tractomulas que transitan por esta carretera, cuyo tráfico promedio diario (TPD) es muy superior al proyectado.
Según la Concesionaria Vial de los Andes (Coviandes), que opera la vía, por allí transitan 9.453 vehículos entre semana, mucho más de lo que indicaban las proyecciones para el 2012 (7.052), que se pueden quintuplicar un fin de semana con puente festivo. El TPD inicial era de 4.000.
El pasado 8 de abril, por ejemplo, en pleno domingo de Pascua, transitaron 20.668 vehículos por la vía. Alinearlos en fila recta sería casi como formar una línea de 145 kilómetros, es decir, 25 kilómetros menos de lo que hay entre Bogotá e Ibagué.
El alcalde de Villavicencio, Juan Guillermo Zuluaga, se declara preocupado con los problemas de movilidad de la vía, porque con ello "se le cierran a la región todas las posibilidades de ser competitiva y atractiva para el turismo y los inversionistas".
Para Alberto Mariño Samper, gerente de Coviandes, el problema radica en que al mejorar la transitabilidad se...
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