El viaje de mi mamá - 28 de Mayo de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 905333770

El viaje de mi mamá

Escribo estas letras en mayo, mes de la madre, mes de María, mes de mi mamá. Escribo a las pocas horas de que ella, Carmen Rosa Galvis, madrugara, como lo hizo toda su vida, pero esta vez al viaje eterno, al encuentro con Dios, su Virgen del Carmen, su viejo y sus otros seres queridos, aunque hasta último momento no quería dejarnos solos aún, pero yo le prometí que tendría la puerta de nuestra vieja casa de adobe bien trancada y que cuidaría de mis hermanos. Le prometí que no dejaría apagar el fogón de leña, como siempre recomendó, porque el cruel alzhéimer no logró borrarle de su mente aquel pedazo de su vida. Yo la recuerdo, en mis primeros pasos, madrugadora, a las cinco, arropando mejor a sus hijos, para que durmieran un poquito más mientras ella hablaba a secretos con Dios y luego salía, santiguada, a iniciar esa faena en olor a café caliente, que mi heroína había cultivado, recogido, molido y tostado. Porque mamá lo hacía todo. Mi madre, una mujer pequeña, pero a la vez la más grande que conozco, fue la mejor chef del mundo: armaba recetas deliciosas en medio de la escasez. La recuerdo modista, panadera, ordeñadora, leñadora, chapolera, enfermera. La mujer más valiente y la más generosa. Cuando yo era niño pensaba que las madres tenían alas, porque la veía en un cultivo de yucas y al ratico ya estaba ayudando a papá a encerrar un par de terneros, luego ya había volado a un palo de naranjo, y al momento estaba con uno de sus hijos en el regazo o alistando el viaje para su esposo arriero. También pensaba de niño que las madres no sentían dolor físico. Un día que no me vio, le dijo a papá que se había hecho arrancar un par de muelas sin anestesia porque así era más barato y podía llevarles algo más de comer a sus hijos. Vi que papá se limpiaba los ojos. De niño también pensaba que los papás no lloraban. Vi que lloran de amor. Mi mamá también fue ambulancia para sus hijos, a los que nos salvó la vida varias veces. Jamás he dejado de sentir sus pasos ni el latido de su corazón a mil...

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