Por vicios electorales y corrupción - 26 de Agosto de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 581165318

Por vicios electorales y corrupción

¿Se aleja la democracia local?

La entrevista al politólogo e investigador Fernando Giraldo en El Espectador del domingo anterior, de la periodista Cecilia Orozco, es nueva voz de alarma sobre el grave riesgo de deslegitimación que enfrenta la democracia local por causa de la corrupción política y administrativa y del apoderamiento de las administraciones regionales por castas familiares, cacicazgo, algunos silencios mediáticos y aprovechamiento de la contratación pública. Se lee allí un certero análisis aplicable al sistema político en general, que nos está llevando a una ‘democracia bloqueada’, ahora también a nivel local. Del Federalismo de la Constitución radical de 1863 pasamos a la férrea “centralización política y descentralización administrativa” de Núñez y Caro plasmada en la Carta de 1886. De ese doble postulado solo se cumplió el primero, pues la Presidencia controlaba toda la administración a través del nombramiento de ministros, gobernadores, alcaldes y hasta de corregidores de policía. La descentralización administrativa sigue siendo tarea pendiente, aun después de la Constitución de 1991. En el gobierno de Betancur (1985), por iniciativa del líder conservador Álvaro Gómez y bajo la dirección jurídico-política del ministro del Interior, Jaime Castro, se aprobó la elección popular de alcaldes, entonces verdadero paso en firme hacia la democratización de nuestra vida política. Tal medida se complementó en la Constituyente con la elección de gobernadores. Tras las primeras elecciones, los contratistas y las castas corruptas asumieron que la mejor inversión era hacer elegir con prácticas torcidas alcaldes y gobernadores dóciles que les entregaran los presupuestos para manejarlos a su antojo, como fue notorio en el asalto del paramilitarismo al sistema de salud, mediante mandatarios regionales amanuenses suyos. Hoy, a dos meses de las elecciones regionales, esos vicios están reapareciendo en toda su desfachatez. Para comenzar, la ausencia de auténticos partidos políticos permite que las agrupaciones se hayan limitado a repartir avales, sin control y sin atadura alguna a temas ideológicos ni programáticos. A propósito, es muy diciente lo ocurrido dentro de la Unidad Nacional: mientras los partidos que la integran en Bogotá ven al uribismo como el gran...

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