Vicky, la primera mujer afro cartagenera que se ordena como sacerdotisa en Londres - 7 de Diciembre de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 698632081

Vicky, la primera mujer afro cartagenera que se ordena como sacerdotisa en Londres

Vicky, la primera mujer afro cartagenera que se ordenó como sacerdotisa en Londres

Marcada por el secuestro, la tortura y la violación que tuvo que padecer hace 25 años, encaminó su vida en Londres para apoyar a mujeres que, al igual que ella, salieron de Colombia huyendo de la violencia.

María Victoria Cristancho - para el tiempo - Londres

María Victoria Cristancho - para el tiempo - Londres

“Estoy viviendo un sueño que jamás imaginé que podría soñar”, así define su vida hoy Ana Victoria Mendoza de Bastidas, la primera mujer negra, cartagenera, ordenada como sacerdotisa colombiana de la Iglesia Anglicana en Inglaterra. La sacerdotisa divide sus días entre sus feligreses de la parroquia de St. Mattew’s Church, ubicada en el barrio de Yiewsley, al noroccidente de Londres, y el trabajo en la Comisión de la Verdad, la Memoria y Reconciliación de las mujeres colombianas en la diáspora, una organización sin fines de lucro que apoya a connacionales que sufrieron la violencia en diferentes grados y que optaron por dejar el país y refugiarse en tierras europeas. A comienzos de este año 2017, la colombiana se graduó con honores como magister en Teología en la prestigiosa universidad de Cambridge y en julio pasado fue ordenada como sacerdotisa anglicana en la histórica catedral de San Paul, donde la realeza británica asiste a sus ceremonias religiosas y la misma donde se realizaron los funerales de la primera ministra Margaret Thatcher y el primer ministro Winston Churchill. “El día de mi ordenación me parecía que estaba soñando, esta negrita cartagenera estaba allí, en la majestuosidad de ese templo, rodeada de gente hermosa”, rememora. Semejante título no le llegó del cielo a esta colombiana de 52 años, de una sonrisa amplia, mirada juguetona y una voz melódica de buen acento costeño. En su rostro aun lleva las huellas de un vil secuestro, tortura y violación que sufrió hace 25 años a las orillas del río Atrato en el Chocó, donde trabajaba como bacterióloga tratando de ayudar a las comunidades indígenas Embera a erradicar una epidemia de cólera que azotaba la región. Hija de un pastor cristiano y una humilde cartagenera, Ana Victoria creció y vivió “en la bondad de Dios”, pero nunca se le pasó por la cabeza seguir los pasos religiosos de su padre. ¿Quién manda en Chocó? A pesar del tiempo, tiene grabado en la memoria y en su piel los estragos de la violencia sufrida cuando apenas comenzaba a practicar su profesión como médica bacterióloga. Corrían los inicios de los años 90. Le ofrecieron ir a trabajar al Chocó con organizaciones humanitarias. Como estaba recién graduada y llena de ganas de ayudar, aceptó sin chistear. Vicky, como la llaman cariñosamente, recorría, en lancha las aguas del río Atrato que es ‘la autopista’ entre los pueblos pobres de la región, junto a otra joven llamada Helena. “Aprendimos a conocer la gente por su nombre, nos recibían en sus precarias casas. Evaluábamos las aguas y les enseñábamos métodos de prevención del cólera. En esos recorridos nos empezamos a dar cuenta que desaparecían niñas negras e indígenas”. “Nos pusimos a averiguar y descubrimos que había grupos ilegales que estaban traficando con menores para prostitución”. Una de esas niñas desaparecidas era Kia, una pequeña embera, a quien conocían bien porque su hermana había muerto de cólera. “Yo me creía ‘súper Vicky’ y me fui con Helena a buscar a la muchachita. Nunca se nos...

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