La vida es otra cosa - 5 de Octubre de 2019 - El Tiempo - Noticias - VLEX 816625785

La vida es otra cosa

La semana pasada murió una familiar, y sus hijos mandaron por WhatsApp viejas fotos de nuestra infancia en las que casi no pude reconocerme. Salíamos en un paseo de finca; yo, al lado de otras personas aún más irreconocibles, pobres miserables en los que no pensaba hacía décadas. Cada cosa que hago me hace sentir viejo, y, aunque no lo esté del todo, esta medianía de los cuarenta pesa demasiado. De entrada, menos pelo y más barriga. Más arrugas también. Mientras más me miro al espejo, más me cuesta encontrar al niño de las fotos. Para dar con él me toca concentrarme en sus ojos, que todavía miran el mundo con miedo. Por mucho que decaigamos, los ojos son lo único en nuestro cuerpo que no envejece. Los años se sienten en las rodillas, en la pausa con la que se empiezan a hacer actos cotidianos como servirse la comida o sacar dinero de la billetera. También, en el sexo. El deseo sigue ahí, pero las ganas de lidiar con las cosas operativas se acaban. Citarse con la persona, hablar con ella antes y después, dar lo mejor de sí; todo resulta tan vacío. El sexo casual se acaba no porque no haya gente para practicarlo, sino porque tiene que haber algo más que la consecución de un orgasmo. Se necesita algo que una, que no tiene que ser amor necesariamente. Admiración, complicidad, amistad, algo que logre que después del orgasmo no queramos mandar todo al carajo. Con el tiempo uno se vuelve peor polvo, pero mejor persona. O la mejor versión de uno mismo, más bien; es decir, con sus defectos de siempre, pero matizados. La mejor versión de mí mismo incluye no enterarme de la coyuntura. Empecé dejando de ver noticieros en televisión, ya voy en no leer noticias, si acaso los titulares como para untarme con un barniz de realidad. También participo menos en Twitter y ‘stalkeo’ menos en Instagram porque las redes sociales están llenas de personajes falsos que solo tienen dos dimensiones: están increíblemente felices o increíblemente emputados, igual que la gente cuando se emborracha en la vida real. Yo llevo años...

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