Las vidas y las muertes de Chavela Vargas - 14 de Octubre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 742105325

Las vidas y las muertes de Chavela Vargas

O dejaba de beber o se moría. A los setenta años, no había más opciones para Chavela Vargas. Tenía el hígado hinchado como una fruta madura y por dentro una rabia muy grande. Estaba vieja, pobre y sola. Su nombre era un olvido colectivo, y si por casualidad alguien la mencionaba, era para lamentar su muerte. Y así, a la leyenda de su pasado (de borracheras y mujeres lindas, de noches de mariachis y bohemia) se sumó la de su ausencia. Entonces, Chavela tomó una decisión: un último tequila, ni uno más. Y cumplió. Era el inicio de los años noventa. La misma época en la que la estadounidense Catherine Gund visitó México para huir de la tristeza de la muerte. Su necesidad de distancia la llevó hasta Chavela Vargas, que, como tantas veces en su vida, hizo lo que se le vino en gana: ganarle a la muerte en vida y renacer una vez más (su primera muerte y su primera resurrección fue cuando abandonó su natal Costa Rica para ir a México y dejó de ser Isabel Vargas Lizano, la hija rara que sus padres jamás pudieron querer). Catherine grabó los encuentros con la cantante sin nada en mente. Su cámara de video era el diario de sus días. Y la gente quería que guardara esos momentos con Chavela porque pensaban que se iba a morir muy pronto. Pero no. Chavela vivió veinte años más y sumó otra leyenda: la de la celebridad que se codeaba con Pedro Almodóvar o Miguel Bosé, la de chamana que cantó en escenarios importantes del mundo. Y sobre esa vida de muertes y resurrecciones, Catherine Gund, junto a Daresha Kyi, su codirectora, creó el documental Chavela. Conoció a Chavela en los años 90. ¿Cómo fue este encuentro? ¿Por qué decidió grabar sus conversaciones con ella? En esa época no todos tenían una cámara de video. Yo sí, y la llevaba a todos lados conmigo porque luchaba contra la discriminación que recibían las personas con sida. Filmaba a mi comunidad, a mis amigos. Y entonces mi mejor amigo murió. Para alejarme de la pena, viajé a México. Fui con mi cámara. Allí, unos amigos me llevaron a un recital de Chavela. Su música, ¡wow!, va directamente al centro de tu cuerpo, hasta tu corazón. Mientras cantaba, sentí que me conocía y que comprendía mi dolor. La conocí en el backstage y le pregunté si podía hacerle unas preguntas y filmarla. Ella me respondió: "Ven a casa mañana y allí terminas de hacer tu grabación". Al día siguiente fui, y estaban todas estas mujeres mexicanas, jóvenes y lesbianas, que me pidieron que grabara todo. Hace dos años volví a ver el...

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