Vigías de playas: la esperanza de la tortuga caguama - 30 de Octubre de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 652154161

Vigías de playas: la esperanza de la tortuga caguama

Lizeth Salamanca Galvis Redactora Huella Social Pasada la una de la mañana, en las playas La Cuevita y El Almejal, corregimiento de El Valle, a 40 minutos de Bahía Solano (Chocó), se ve cómo los destellos de unas linternas fragmentan las tinieblas. Entre el arrullo del oleaje se escuchan murmullos que se pierden en la atmósfera húmeda y fría de la selva. “Hay que hablar bajito para que las tortugas no se espanten”, suelta Eblin Pérez Castillo, madre de cinco niños a los que horas atrás dejó dormidos en su pequeño rancho. Con ella, otros paisanos recorren a pie varios kilómetros de playa buscando las tortugas que salen del mar para desovar en este pedazo de paraíso chocoano. Cuando divisan una a la distancia, esperan a que se acomode, a que le entregue su camada al mundo y, justo antes de que esconda su nido entre la arena, se le acercan despacio y la retienen durante unos instantes. Acto seguido, pareciera que estos lugareños se transformaran en los más ávidos y experimentados biólogos: miden el caparazón del reptil, toman muestras de sus aletas, identifican la especie, llenan de datos el registro de sus planillas y recogen con sumo cuidado las decenas de huevos aún calientes que luego organizan en unos baldes especiales. Y así, con sus linternas, desaparecen en medio de la oscuridad. No es que estén robando los huevos. Al contrario, los están salvando del hombre –uno de sus más temibles depredadores–, que los persigue para consumirlos o para negociar con ellos, una práctica que ha puesto a la especie en peligro de extinción debido a la pesca incidental y a la destrucción de sus áreas de anidación. Esperanza de vida Terminada la faena, Eblin y sus compañeros transportan los huevos hacia uno de los tres viveros con los que cuentan, donde los entierran de nuevo en la arena, en las mismas condiciones naturales en las que su madre los dejó, y los custodian durante dos meses hasta que eclosionan. Entonces, los neonatos son liberados: cientos de tortuguillas emprenden un viaje al mar en un espectáculo que atrae cada vez más el ecoturismo, al cual buscan convertir en la nueva fuente de ingresos para el corregimiento. Esa labor de monitoreo es la que todas las madrugadas emprenden los 17 integrantes de la Asociación Caguama, formada hace ocho años por habitantes de El Valle para asegurar la supervivencia de la especie a través del monitoreo de sus playas. Son pescadores, agricultores, amas de casa, profesores y comerciantes, muchos de los cuales...

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