Villegas: un legado con dos facetas - 31 de Diciembre de 2013 - El Tiempo - Noticias - VLEX 483633366

Villegas: un legado con dos facetas

Eduardo Serrano* Para EL TIEMPO Quienes no están dispuestos a contentarse con el juicio de los otros sino que exigen experimentar el arte por sí mismos saben perfectamente que la obra de Armando Villegas, además de haber sido ejecutada con una técnica propia e impecable adquirida a lo largo de más de medio siglo de búsquedas y de docencia, constituye un ilustrativo ejemplo de los logros alcanzados a través de los valores impulsados por la modernidad. Su trabajo es claramente de su época, por su estilo, por su problemática, por sus alusiones y sus contenidos, y, como tal, ahora que el maestro ha abandonado definitivamente los avatares de nuestra escena artística, amerita una mirada en su contexto. Villegas, para comenzar, se cuenta entre los pioneros de la abstracción en el arte del país, posición que demuestra una actitud vanguardista bastante arriesgada para su momento en Colombia, y también en el Perú, su país natal, pero sobre todo en Colombia, donde los partidarios de la pintura figurativa eran más radicales, acusaban a los pintores abstractos de facilistas y extranjerizantes, y donde la discusión sobre la validez de una u otra tendencia pictórica se extendió desmesuradamente hasta llegar prácticamente a finales del siglo XX. No debió ser fácil, entonces, para Villegas –ni para Marco Ospina, Guillermo Wiedemann, Eduardo Ramírez y Judith Márquez, quienes también rondaban la abstracción a mediados de los años cincuenta del siglo pasado– lograr que su “no representación” fuera aceptada por el público. Pese a que la crítica Marta Traba se esforzó por explicar los argumentos y por respaldar teóricamente las obras de este grupo al que denominó “Villegas y compañía”, la instauración de sus trabajos fue lenta y espinosa. (EL TIEMPO, septiembre 19 de 1958). Eran los años de los cambios estilísticos en secuencia, de la intelectualización de la pintura, y es claro que esa actitud vanguardista no podía estar más a tono con las radicales definiciones plásticas de ese momento. La pintura abstracta constituía el clímax del modernismo pictórico, que desde sus inicios se había hecho cada vez menos mimético, y las obras de los artistas mencionados, al renunciar a la anécdota, proclamaban por primera vez en nuestro medio la autonomía de la pintura, su validez en sí misma y no como imagen o reflejo de la realidad externa. Para seguir hablando en términos modernistas, puede afirmarse que su obra se emparentaba con un movimiento de ingente actualidad en ese...

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