Violaciones sexuales oportunistas contra las mujeres durante la guerra. Análisis basado en el testimonio de víctimas - Segunda parte. Escenarios de las violencias - Violencias de género: entre la guerra y la paz - Libros y Revistas - VLEX 935900620

Violaciones sexuales oportunistas contra las mujeres durante la guerra. Análisis basado en el testimonio de víctimas

AutorGloria María Gallego García/Marda Zuluaga Aristizábal
Páginas245-266
VIII
VIOLACIONES SEXUALES OPORTUNISTAS
CONTRA LAS MUJERES DURANTE LA
GUERRA. ANÁLISIS BASADO EN EL
TESTIMONIO DE VÍCTIMAS1
Gloria María Gallego García
Marda Zuluaga Aristizábal
Las violaciones sexuales oportunistas contra las mujeres son de elevada
ocurrencia en las guerras; son decisiones de los combatientes, originadas en
la cultura machista de una sociedad patriarcal, aprovechando la oportunidad
que se presenta y la superioridad de las armas. En vastas regiones de
Colombia los actores armados vigilan y acechan a las mujeres, sobre todo, a
las que viven en el campo hasta hallar la ocasión de apoderarse de ellas y
violarlas; por ejemplo, cuando van a los cultivos, toman el camino veredal,
van por leña, agua o a encerrar los animales domésticos, como lo muestra el
testimonio de Mónica, una mujer campesina violada por un jefe paramilitar.
El oficio de las armas sigue siendo prevalentemente masculino. La
mayor parte de las mujeres no son actoras en la guerra2. Ellas sufren, como
personas civiles, directa e indirectamente los efectos de los ataques,
bombardeos indiscriminados, falta de alimentos y de bienes indispensables
para su supervivencia y la de la familia a su cargo. A ellas, les toca despedir
a sus padres, hermanos, compañeros, esposos o hijos para que vayan a la
guerra; quedarse solas y trabajar el campo; mantener la casa; cuidar a los
niños y ancianos; y arrostrar riesgos de toda índole mientras los hombres
van a los campos de batalla. Luego, suelen ser ellas quienes encaran las
tareas de reconstrucción. Cuando viven en zonas de guerra de alta
intensidad, las mujeres se encuentran ante un dilema: huir de sus viviendas
y de sus tierras de cultivo, exponiéndose a los peligros de todo
desplazamiento forzado y a la incertidumbre de lo que les espera en su
nuevo destino, o quedarse en sus hogares, apegándose a la ilusión de no ser
atacadas ni expuestas a la arbitrariedad de los ejércitos que transitan por la
región. Sea cual sea la elección, queda abierto el riesgo de padecer
violencia sexual en cualquiera de sus modalidades, una de las cuales es la
violación, esto es, el acceso carnal en contra de su voluntad3.
Las mujeres constituyen la mayoría de las víctimas de violación durante
las guerras. En Colombia, del total de 15.076 personas que fueron víctimas
de violencia sexual en el marco de la guerra, el 91,6% fueron mujeres
(13.818 víctimas). Los hombres constituyeron el 8,1% del total, equivalente
a 1.235 (Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH], 2017, p. 500).
La violación es un acto sexual coercitivo, una expresión del poder
masculino, obviando que las mujeres no quieren ni buscan una relación
sexual y son asaltadas en contra de su voluntad y sometidas a una
experiencia brutal:
[…] ninguna sociedad trafica sistemáticamente con los hombres, viola a los hombres a
voluntad y con impunidad, obliga a los hombres a reproducirse, golpea a los hombres en
sus hogares, a veces hasta la muerte, de manera cotidiana, paga a los hombres menos que a

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