Y volver al Llano cuando se silenciaron los fusiles - 5 de Abril de 2020 - El Tiempo - Noticias - VLEX 842620378

Y volver al Llano cuando se silenciaron los fusiles

Carlos Castelblanco Pinedo - ESPECIAL PARA EL TIEMPO* @castelblanco75"Ah, Esa inmensidad de ríos, desbordada Brotando otra vez por unos ojos Que conocen Que salen por el mundo A no cesar A continuar lloviendo…" (Julio Daniel Chaparro). Rosita -decía emocionado mi abuelo que era un boyacense profundamente enamorado del Llano y de su esposa-, allá hay una época del año en la que nacen las babillas en las orillas de las lagunas, florecen los chaparrales y en las hojas de las palmas de moriche los arrendajos y los turpiales tejen sus nidos que son como canasticos. Y los llaneros, esos hombres recios y fuertes como las patas de los toros, abandonan el trabajo de llano los días santos y al fin se desmontan de sus caballos. Es abril, el Llano reverdece porque es la entrada de aguas que también es la Semana Santa. Y el relato seguía hacia atrás: marzo y los sonidos de las chicharras como timbres y la reverberación del sol en los duros pajonales; febrero y el resplandor de las quemas en la sabana en medio de la noche, y en enero, la sed inmensa de esa tierra tan grande Rosita. Y continuaba así, mes tras mes. Bajar al Llano Hubo una época, la de mi abuelo, en la que ir al Llano era peligroso. Pero después de la violencia partidista, las extorsiones y secuestros, los ejércitos paramilitares, años después pudimos bajar al Llano y, como mi abuelo, comencé a mirar. Vimos un río del piedemonte, el río Guacavía o el río Humadea, en el que había niños acostados sobre neumáticos dando tumbos por su cauce de luz, de frescura; y en las playas de piedras y árboles de guayaba vimos hombres con atados de leña sobre una mula que nos saludan tocándose el sombrero con una mano, y detrás de él un perro, que con el mío se olisqueaban los rabos. Vimos un sol furioso estallando sobre los brazos desnudos y oímos las risotadas de quienes sentadas en una piedra de la orilla, con las piernas abiertas, se comen unos zapotes después de haber lavado toda la ropa. Y bajamos la falda de la cordillera a la sabana, a la inmensidad del llano abierto. A la visión del conquistador Nicolás de Federmán, que decía que se encontraba frente a un mar sólido, y tal vez por eso la mirada del llanero es una mirada horizontal, sin los límites del que tiene la contención de la montaña. Y también han venido llegando en estos últimos tiempos compañías petroleras y grandes proyectos agroindustriales. Al parecer, el Llano es la última frontera agrícola e industrial, la nueva despensa de Colombia...

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