Actividad física en adolescentes y su relación con agresividad, impulsividad, internet y videojuegos - Núm. 1-2011, Enero 2011 - Psychología. Avances de la disciplina - Libros y Revistas - VLEX 447660714

Actividad física en adolescentes y su relación con agresividad, impulsividad, internet y videojuegos

AutorNicolás Chaín-Pinzón - Blanca Briñez
CargoUniversitat Rovira i Virgili. Facultat de Ciències de l'Educació i Psicologia. Tarragona, España - Psicóloga Investigadora. Universidad Nacional de Educación Abierta y a Distancia (UNAD)
Páginas9-23
ARTÍCULOS
* Universitat Rovira i Virgili. Facultat de Ciències de l’Educació i Psicologia. Tarragona, España. Correo electrónico: nicocha@yahoo.com.
** Psicóloga Investigadora. Universidad Nacional de Educación Abierta y a Distancia (UNAD).
PSYCHOLOGIA: AVANCES DE LA DISCIPLINA. VOL. 5. N.° 1.: 9-23, ENERO-JUNIO DE 2011
ACTIVIDAD FÍSICA EN ADOLESCENTES Y SU RELACIÓN CON
AGRESIVIDAD, IMPULSIVIDAD, INTERNET Y VIDEOJUEGOS
NICOLÁS CHAHÍN-PINZÓN*
UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI. ESPAÑA
BLANCA LIBIA BRIÑEZ**
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN ABIERTA Y A DISTANCIA (UNAD)
Fecha recepcióN: 04/11/10 • Fecha aceptacióN: 17/01/11
Resumen
El presente estudio aborda la relac ión existente entre la frecuencia de activi dad física con las variables agresivida d, impulsividad, internet y
videojuegos. En la investigación participar on 254 adolescentes colombia nos en edades comprendidas ent re los 12 y 17 años (Md=14.18;
Dt = 1.47). Se aplicaron tres instru mentos a saber, la Escala de Impulsividad Bar ratt para Niños (Bis 11-c), el Cuestionario de Agresividad
de Buss & Perry (AQ) y el Cuestionari o CAGE para Detec ción de Problemas de Internet y Videojuegos en Ado lescentes. Los resu ltados
señalan que ex iste una relación signifi cativa entre la actividad física con el componente cognitivo de la impulsiv idad (rs=1.92, p<.001 y>
el uso de internet y video juegos (rs =.142, p<.05 asimismo se confir ma una vez m las diferencias de g a favor los homb res en>
la realización de acti vidad física en adolescentes (U=5555 .0, p=.000). No se encontraron diferen cias significativas en los grup os de edad
(² (5) =7.42, p = .191), tampoco se hallaron correlaciones significativas con la agresividad, ni con los demás componentes de la impulsividad.
Palabras clave: Actividad física, adolescencia, internet, videojuegos, impulsividad, agresión.
FRECUENCY OF PHYSICAL ACTIVITY IN ADOLESCENTS AND ITS RELATION WITH THE LEVELS
OF AGGRESSION, IMPULSIVITY, AND USE OF INTERNET AND VIDEOGAMES
Abstract
This study investigates the relationship of physical activity with aggressiveness, impulsivity, internet and video games. The research involved
254 Colombian adolescents between 12 and 17 years (Md = 14.18, SD = 1.47). Three instruments were applied, the Barrat’s Impulsivity
Scales for children (Bis 11-c), the Aggression Questionnaire of Buss & Perry (AQ) and the CAGE Questionnaire for Detecting Problems of
Internet and Video Games in adolescents. The results show a significant relationship between physical activity with the cognitive component
of impulsivity (rs = 1.92, p <.001 and the use of internet video games class="ff7 wsc">rs =.142, p <.05 the present study confirms once again>
the gender differences in the performance of physical activity in adolescents (U=5555.0, p=.000). There weren´t significant differences in
age groups ( ²(5) = 7.42, p = 0.191), and no significant correlations were found with the other components of impulsivity and aggression.
Keywords: Physical activity, adolescence, internet, video games, impulsivity, aggression.
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Universidad de san BUenaventUra, sede Bogotá • FacUltad de Psicología
nicolás chahín-Pinzón y Blanca liBia Brinez
Introducción
La niñez y la adolescencia es una son las etapas
de la vida donde se define gran parte de las pautas de
comportamiento, como los hábitos relacionados con la
Actividad Física (en adelante AF). En este contexto la
AF ha mostrado ser un elemento de gran importancia
para alcanzar un adecuado desarrollo físico, mantener
una buena salud y un bienestar integral en las diferentes
dimensiones del individuo, tanto en los aspectos psicoló-
gicos como en los sociales. Es en esta época donde ciertas
conductas se instauran, influyendo sobre los hábitos que
se tendrán en la vida adulta (Janz, Dawson, & Mahoney,
2000).
La AF llevada a cabo de manera continua gene-
ra múltiples beneficios orgánicos, actuando igualmente
como un factor de protección en diversas enfermedades
tales como hipertensión, diabetes, obesidad y cardiopa-
tías entres otros (Departament of Health and Human
Services, 2000). No obstante, es especialmente prove-
chosa en niños y jóvenes, considerando que en esa edad
se presenta el mayor desarrollo psicomotor (Pastor, Ba-
laguer, Pons, & García-Merita, 2003).
La práctica de la AF y su relación con la salud
mental en jóvenes ha obtenido en las últimas décadas un
especial interés, ya que cerca de la quinta parte de esta
población posee problemas psicológicos, de los cuales un
porcentaje importante requiere de tratamiento psicoló-
gico (Kohn, Levav, Caldas de Almeida,Vicente, Andrade,
Caraveo-Anduaga, Saxena, & Saraceno, 2005). El ejer-
cicio regular ha reportado variados beneficios psicológi-
cos en múltiples aspectos (Lane, Jackson, & Terry, 2005;
McAuley, Márquez, Jerome, Blissmer, & Katula, 2002;
Varo-Cenarruzabeitia & Martinez-Gonzalez, 2006; Van
Der , Paw, Twisk, & Van Mechelen, 2007). En esta mis-
ma dirección un gran número de publicaciones señalan
que el ejercicio periódico ayuda a disminuir los cuadros
depresivos (Lawlor & Hopker, 2001; Klein et al, 1985).
También equilibra los estados anímicos y emocionales
negativos (Biddle, Fox, & Boutcher, 2000; Poudeuigne,
& O´Connor, 2006), baja los niveles de ansiedad (Már-
quez, Jerome, McAuley, Snook, & Canaklisiva, 2002),
contribuye mejorar el auto concepto (Candel, Olmedilla,
& Blas, 2008; Gutiérrez, Moreno, & Sicilia, 1999) y eleva
la autoestima (McAuley, Mihalko, & Bane, 1997).
En fin, la práctica de AF ayuda a mantener una
mejor salud mental, tanto en hombres como mujeres
jóvenes, lo que resulta evidente al realizar comparación
entre las puntuaciones de aquellos que practican un de-
porte con aquellos que no lo hacen (Balaguer, Fuentes,
Meliá, García-Merita, & Pérez-Recio, 1993). Del mismo
modo su abandono lleva a un incremento en la sintoma-
tología relacionada con los estados de ánimo negativos
(Weinstein, Deuster, & Kop, 2007). No obstante a lo
enunciado, algunas investigaciones han reportado resul-
tados un tanto contradictorios en adultos mayores, en
quienes es muy probable que pueda existir ya un dete-
rioro o daño a nivel físico y mental, que puede interferir
en los beneficios esperados (Carney, Faught, Hay, Wade,
& Corna, 2005; Cassidy, Kotynia-English, Acres, Flicker,
Lautenschlager, & Almeida, 2004).
De otra parte, son pocos los estudios que han
profundizado sobre la relación que puede existir entre
la AF y las conductas agresivas en jóvenes. A pesar que
en las últimas décadas, los problemas relacionados con la
agresión y la violencia han alcanzado dimensiones prác-
ticamente epidémicas (Chahín, Briñez (b), en revisión;
Anderson & Bushman, 2002; Franc, 2003; Garfield &
Llanten, 2004;Wilcox, Hersen, & Van Hasselt, 2000. En
contextos como el de Colombia estas expresiones de vio-
lencia y agresiones personales tienen una alta prevalencia
e incidencia, mucho más cuando cerca del 38% de la
población es menor de 20 años, donde una gran parte se
encuentra en situación de pobreza y vulnerabilidad social
(Chahín & Briñez (a), en revisión; Departamento Nacio-
nal de Estadística, 2010; Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses, 2008). Ante este fenómeno no
es de extrañar que la Organización Mundial de la Salud,
en su informe mundial sobre violencia y salud, haya ex-
presado la necesidad imperiosa que en cada país establez-
can programas para prevenir la violencia y los compor-
tamientos agresivos, primordialmente entre los sectores
de poblaciones jóvenes (Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi, &
Lozano, 2002), campo en el cual se pueden desarrollar a
nivel preventivo diversos programas de aprovechamiento
productivo del tiempo libre como son práctica deportiva
y la AF periódica.
La agresión posee cuatro componentes claramen-
te diferenciados a saber: agresividad física, agresividad
verbal, hostilidad e ira. La agresividad física y verbal co-
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actividad Física en adolescentes, agresividad, imPUlsividad e internet
rresponde al componente instrumental, la hostilidad al
componente cognitivo y la ira al componente emocional
(Buss & Perr y, 1992). Según Barratt (1994), la agresivi-
dad se puede clasificar en tres categorías básicas: agresi-
vidad premeditada o adquirida, agresividad por motivos
médicos y agresividad impulsiva. Esta última se refiere a
las conductas agresivas que exhiben las personas impul-
sivas debidas a un déficit en la inhibición reflejado en
una falta de control de impulsos, que conlleva a que se
presente la agresividad instrumental, en donde la impul-
sividad motora es el componente que tiene una mayor
relación con estos déficits de inhibición de la conducta.
Los individuos con este tipo de problemas se encuentran
predispuestos a responder a determinados estímulos con
sentimientos de ira que unidos a un alto nivel de impul-
sividad, pueden llevar a que se emitan las respuestas agre-
sivas (Vigil-Colet & Codorniu-Raga, 2004). De hecho, la
agresión impulsiva se caracteriza por respuestas agresivas
no planeadas que usualmente son desproporcionadas al
estímulo que las desencadena (Barratt, Stanford, Dowdy,
Liebman, & Kent, 1999).
Se ha encontrado también una relación entre
la AF regular con los estados anímicos negativos como
la cólera. Al comparar adolescentes que la realizaban
con aquellos que no lo hacían, se ha visto que quienes
la llevan a cabo regular mente poseen niveles más bajos
de cólera (Balaguer, Fuentes, Meliá, García-Merita, &
Pérez-Recio, 1993). En esta línea también se ha halla-
do que la ira decrece en quienes practican con mayor
frecuencia algún tipo ejercicio, estos individuos repor-
tan sentirse menos inclinados a reprimir esta emoción
cuando se encuentran en situaciones son adversas (Bu-
chman, Sallis, Criqui, Dimsdale, & Kaplan, 1981). Pese
a los beneficios enunciados con respecto a esta emo-
ción, hay que tener en cuenta que dicha reducción está
mediada por el tipo, intensidad y frecuencia del ejer-
cicio (Motl, Berger, & Leuschen, 2000). Una frecuen-
cia en la que se dé en mayor proporción de ejercicio
de tipo aeróbico a niveles que no lleven al agotamiento
reporta mejores resultados (Motl, Berger, & Leuschen,
2000; Markoff, Ryan, & Young, 1982). A pesar de lo se-
ñalado, los resultados hasta la fecha obtenidos no per-
miten proponer una relación clara de causalidad entre
la AF con los diferentes componentes de la agresión
(Balaguer, García, & Merita, 1994).
De otra parte, son escasos los estudios que han
abordado la relación entre AF e impulsividad. Esta últi-
ma es definida como una predisposición a reaccionar de
manera rápida y no planeada ante estímulos inter nos o
externos, sin prever las consecuencias negativas que esto
pueda acarrear. La impulsividad se considera una dimen-
sión de primer orden de la personalidad relacionada con
la dificultad en el control de los impulsos o a una falta de
reflexión previa (Moeller, Bar ratt, Dougherty, Schmitz,
& Swann, 2001). Está compuesta por tres factores: la
Impulsividad Motora, que implica actuar sin pensar, la
Impulsividad Cognitiva, vinculada a la tendencia a tomar
decisiones rápidas, y la Impulsividad No-planificadora,
caracterizada por la tendencia a no planificar. La impulsi-
vidad en general está relacionada con diversos problemas
mentales en la niñez y la adolescencia, igualmente se en-
cuentra asociada con una amplia gama situaciones entre
las que se encuentran los trastornos disociales, agresivi-
dad, déficit de atención, hiperactividad, dificultades de
aprendizaje, rendimiento escolar, juego patológico, abu-
so de sustancias, estrés postraumático, ansiedad, depre-
sión, y diversos trastornos de la personalidad (Stanford &
Barratt, 1992; McCown, & De Simone, 1993).
Si bien la relación entre la agresión y los tras-
tornos anteriormente enunciados ha sido suficientemen-
te documentadas para niños y adolescentes, no ocur re
lo mismo con la relación existente entre impulsividad y
AF. Pese a esto se pueden tener algunos indicios indi-
rectos que llevan suponer que la AF es de algún modo
mediadora de los componentes impulsivos. Al respecto
algunos artículos mencionan que en la niñez y la adoles-
cencia el estilo de vida se encuentra vinculado con dos
dimensiones. La primera, incluye comportamientos tales
como consumo de alcohol, tabaco e inadecuados hábi-
tos de alimentación. Además se encuentran los deportes
peligrosos, que presentan riesgos físicos muy altos para
quienes los practican, lo cual va unido a los componentes
impulsivos, ya que impulsividad y búsqueda de sensacio-
nes se encuentran relacionadas (Balaguer, Castillo, To-
más, & Duda, 1997; Zuckerman, 1979). Otros estudios
informan que la AF correlaciona negativamente con ta-
baquismo, cannabis y el tiempo dedicado a ver televisión
(Pate, Heath, Dowda, & Trost, 1996; Balaguer, Pastor, &
Moreno, 1999). De otra parte, la segunda dimensión se
asocia con un estilo de vida promotor de la salud com-
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nicolás chahín-Pinzón y Blanca liBia Brinez
puesto por ejercicio, conductas de protección y regulari-
dad en la alimentación, es decir con el adecuado manejo
de los impulsos, aspectos que están relacionado con la
práctica de AF (Aaro, Laberg, & Wold, 1995). Pese a las
anteriores aproximaciones, no se han encontrado repor-
tes que hayan intentado encontrar una relación entre AF
e impulsividad en adolescentes, por lo que en este estu-
dio se buscará encontrar si existe alguna relación entre
estas dos variables.
Otro factor importante que se debe abordar para
los fines de este estudio es el referente a las nuevas tec-
nologías de la comunicación, que ha llevado a grandes
cambios en la forma de vivir en la sociedad contempo-
ránea. El número de usuarios que utilizan los videojue-
gos y el internet ha venido creciendo de manera expo-
nencial en los últimos años, en especial en población
de niños y adolescentes. Los video juegos y el internet
preocupación por las posibles consecuencias negativas
que pudieran tener sobre de quienes los utilizan con
regularidad, ya que exige una considerable dedicación
de tiempo (Jariego & López, 2003). Se ha reportado en
este campo que los adolescentes presentan una mayor
adicción cuando se les compara con otros gr upos de
edad (Beranuy, Chamarro, Graner, & Sánchez-Carbo-
nell, 2009).
Adicionalmente, algunos autores señalan que estas
conductas llevan a cambios drásticos en los hábitos de
vida, disminución generalizada del ejercicio, cambio en
patrones de sueño y disminución en la participación de
actividades sociales y familiares (Estallo, 2001). Cuando
el número de horas dedicadas a internet o videojuegos
afecta el normal desarrollo de sus actividades, su uso
puede ser considerado como problemático, porque afec-
ta el normal desarrollo de su vida, causando alteraciones
en los estados de ánimo, somnolencia, disminución de
tiempo dedicado al estudio y a otras actividades propias
de su edad (Castellana, Sánchez-Carbonell, Graner, &
Beranuy, 2007; Viñas, 2009). Además su práctica favo-
rece la aparición de conductas agresivas y limita el desa-
rrollo de habilidades sociales (Morahan-Martin & Schu-
macher, 2000; Morahan-Martin, 2005). Igualmente, los
argumentos en contra de su uso llaman la atención sobre
la manera en que resta tiempo a actividades importantes
para su desarrollo integral tales como ocio, deporte y re-
creación.
Con todo, su uso o abuso en gran parte de los
casos no ha podido ser clasificado como un trastorno
psicopatológico a pesar de que lleve a consecuencias
negativas (Sánchez-Carbonell, Beranuy, Castellana,
Chamarro, & Oberst, 2008). A pesar de ello Blaszczyn-
ski, (2006) considera a esta conducta como un trastor-
no mental cuando sobrepasa ciertos límites considera-
dos como normales.
En contra de los argumentos expresados, otras in-
vestigaciones exhiben resultados un tanto diferentes, más
no está totalmente claro hasta qué punto puede ser per-
judicial, ya que las consecuencias negativas no han podi-
do ser establecidas de forma concluyente (Estallo, 1995;
Estallo, Masferrery, & Aguirre, 2001).
Respecto a la realización de AF, no existe suficien-
te evidencia que los videos juegos y el inter net reduzcan
la participación en deportes o que estén relacionados
con un pobre rendimiento escolar (Egli & Meyers, 1984;
Jariego & López (2003). Un estudio con niños y adole-
centes reportó que los video jugadores juegan más con
sus amigos, utilizan más el ordenador y practican me-
nos deporte, pero las diferencias no fueron significativas.
Contrario a la creencia popular, se ha encontrado que los
comportamientos sedentarios tales como ver televisión,
videojuegos, tiempo dedicado al internet, no son nece-
sariamente obstáculos para la realización de actividad
física, ya que al parecer los individuos pueden dedicar
su tiempo a diversas actividades (Marshall, Biddle, Sallis,
McKenzie, & Conway, 2002; Marshall, Biddle, Murdey,
Gorely, & Cameron, 2003). Esto desvirtúa la denomina-
da hipótesis del desplazamiento, en la que se considera
que estás actividades sedentarias desplazan o anulan la
actividad física (Mutz, Roberts, & Vuuren ,1993), en este
mismo sentido, tampoco se han reportado relaciones
entre los índices de grasa corporal y el uso de los vide-
ojuegos e internet (Biddle, Marshall, Gorely, Cameron,
& Murdey 2003).
El presente estudio ha sido realizado en el con-
texto latinoamericano y tiene como objetivo establecer
si en la adolescencia la actividad física regular tiene algún
tipo de relación con los componentes impulsivos y agre-
sivos de la personalidad. Además se buscará establecer si
la AF correlaciona de alguna forma con y la utilización
del inter net y los videojuegos en esta población. Com-
plementariamente se determinará si existen diferencias
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actividad Física en adolescentes, agresividad, imPUlsividad e internet
entre grupos de edad y género en cuanto a la frecuencia
de la actividad física reportada.
Método
Participantes
Muestra compuesta por 254 adolescentes con
edades comprendidas entre los 12 y 17 años de edad
(Md=14.18; Dt = 1.47), de los cuales 132 (52%) son
mujeres y 122 hombres (48%), pertenecientes a un cole-
gio privado y dos públicos de la ciudad de Bucaramanga
(Colombia), de estratos socioeconómicos medio-medio
y medio-bajo.
Procedimiento
La dirección de cada centro educativo fue infor-
mada ampliamente sobre la naturaleza de la investiga-
ción, a quien se le solicito la respectiva autorización. Los
instrumentos se aplicaron en las aulas donde habitual-
mente los alumnos reciben sus clases, de forma volunta-
ria y garantizando el anonimato. Las pruebas fue admi-
nistrada por un psicólogo de manera colectiva en grupos
de aproximadamente 30 estudiantes cada vez.
Análisis estadístico
El tratamiento estadístico de los datos se ha lleva-
do a cabo con el SPSS 16. Por la falta de normalidad de
los datos observada a través de la prueba de Kolmogorov-
Smirnov, por lo que se ha realizado un análisis no para-
métrico, trabajando con el coeficiente de correlación de
Spearman y las pruebas U de Whitney para dos muestras
independientes y Kruskal-Wallis para k muestras inde-
pendientes.
Instrumentos
Escala de Impulsividad Barratt para Niños (Bis
11-c). A partir de la versión española del BIS-11c (Cosi,
Vigil-Colet, & Canals, 2008), se ha realizado la adaptación
cultural del instrumento a la población colombiana desa-
rrollado por Chahín, Cosi, Lorenzo-Seva, & Vigil-Colet
(2010) encontrándose la misma estructura factorial. El
cuestionario de la versión colombiana está compuesto
por 26 ítems en escala tipo Likert (Nunca/Casi Nunca,
Algunas veces, Frecuentemente, Siempre/Casi Siempre)
y las respuestas son medidas con 0, 1, 2 o 3 puntos. La
consistencia interna de las escalas Impulsividad motora,
Impulsividad no planificada e Impulsividad cognitiva res-
pectivamente es de = .74, .72 y .59, valores similares a
los encontrados en la versión española (= .80, .73, .68).
La confiabilidad total para esta muestra ha sido = .683.
Cuestionario de Agresividad de Buss y Perry (AQ).
Desde la versión reducida del cuestionario desarrollado
para España por Vigil-Colet, Lorenzo-Seva, Codorniu-
Raga, & Morales (2005) se ha realizado una adaptación
a la población de niños y adolescentes colombianos (Ch-
ahín, Lorenzo-Seva, & Vigil-Colet, en revisión). Esta
versión reducida está compuesta por 20 ítems en escala
Likert de 5 puntos (1 = Muy rara vez; 5 = Muy frecuen-
temente) y se compone de 4 escalas: agresividad física (7
ítems) agresividad verbal (4 ítems), ira (4 ítems) y hosti-
lidad (5 ítems). La fiabilidad de en la versión colombiana
para adolescentes entre 14 y 16 años es de = .77; .66;
.63 y .65 respectivamente, mientras que para la escala
total es de= .83, valores que son cercanos a los re-
portados en de la versión española. La fiabilidad de las
mismas en la versión española es de = .88; .71; .68
y .65 respectivamente, mientras que para la escala total
es de = .87 (Morales-Vives, Codorniu-Raga, & Vigil-
Colet, 2005). La confiabilidad total del para esta muestra
es de = .835.
Cuestionario CAGE para Detección de Proble-
mas de Internet y Videojuegos en Adolescentes. Desa-
rrollado sobre la base de los ítems adaptados al español
para la población adulta (Pedrero, Rodríguez, Gallardo,
Fernández, Pérez, & Chicharro, 2007). Se ha realizado
con dos psicólogos expertos la adaptación cultural de
cada uno de los 8 ítems a la población adolescente co-
lombiana, utilizando una muestra de N=424 en edades
comprendidas entre los 11 y 17 años. Para el análisis
factorial en primer tér mino se ha calculado la adecua-
ción muestral Kaiser-Meyer-Olkin (.766) y el test de es-
fericidad de Barlett (p < .001). La estructura factorial
encontrada a través de un análisis de componentes prin-
cipales con rotación ortogonal (Varimax) presenta dos
factores claramente diferenciados, internet y videojue-
gos, que explican el 47.1% de la varianza total del instru-
mento. El cuestionario final está compuesto por 8 ítems
con respuesta dicotómica, valorados entre 0 y 1, según
sea negativa o afirmativa. Aunque la consistencia interna
de cada una de estas escalas es baja = .553 y =.651
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nicolás chahín-Pinzón y Blanca liBia Brinez
respectivamente, la confiabilidad total con todos los 8
ítems obtenidos para esta muestra es de g= .710, que
puede ser considerada buena teniendo en cuenta que
los ítems son dicotómicos (Chahín, en preparación). La
confiabilidad total para esta muestra es g=.711.
Resultados
Inicialmente se presenta la distribución según la
edad y género, en la que se puede obser var la frecuencia
y los porcentajes.
Horas Femenino Masculino Total
0 36 16 52
27.3% 13.1% 20.5%
1 11 5 16
8.3% 4.1% 6.3%
2 33 19 52
25.0% 15.6% 20.5%
3 6 12 18
4.5% 9.8% 7.1%
4 10 9 19
7.6% 7.4% 7.5%
Tabla 1. Distribución y porcentajes de la muestra por edad y género.
Edad Femenino Masculino Total
12 18 20 38
13.6% 16.4% 15.0%
13 30 27 57
22.7% 22.1% 22.4%
14 27 24 51
20.5% 19.7% 20.1%
15 25 26 51
18.9% 21.3% 20.1%
16 24 19 43
18.2% 15.6% 16.9%
17 8 6 14
6.1% 4.9% 5.5%
Total 132 122 254
100.0% 100.0% 100.0%
En la tabla 2 se exhibe la distribución según el
número de horas de AF semanales que los adolescentes
reportaron en la última semana (Md=3.74, Dt=3.23),
como se puede notar el 20.5% no realiza actividad.
Tabla 2. Distribución y porcentajes según género de la frecuencia de horas semanales de actividad física.
Esta tabla continua en la siguiente página
>
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actividad Física en adolescentes, agresividad, imPUlsividad e internet
Horas Femenino Masculino Total
59 18 27
6.8% 14.8% 10.6%
6 12 14 26
9.1% 11.5% 10.2%
725 7
1.5% 4.1% 2.8%
8 6 4 10
4.5% 3.3% 3.9%
912 3
.8% 1.6% 1.2%
10 6 12 18
4.5% 9.8% 7.1%
12 - > 0 6 6
.0% 4.9% 2.4%
Total 132
100.0%
122
100.0%
254
100.0%
Esta tabla continua en la siguiente página
>
La tabla 3 se presenta las medias y la desviación típica de cada una de las variables para toda la muestra, y para
cada uno de los géneros.
Tabla 3. Media y desviación típica total y por grupo de género.
Género Md Dt
Actividad Física
Femenino 2,90 2,85
Masculino 4,64 3,39
Total 3,74 3,23
Agresividad Física
Femenino 14,54 5,04
Masculino 19,36 5,69
Total 16,86 5,87
Agresividad Verbal
Femenino 9,37 3,44
Masculino 9,67 3,25
Total 9,51 3,35
Agresividad Ira
Femenino 11,05 3,84
Masculino 10,11 3,52
Total 10,60 3,71
Agresividad Hostilidad
Femenino 12,65 4,40
Masculino 12,47 4,17
Total 12,57 4,29
16
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nicolás chahín-Pinzón y Blanca liBia Brinez
Género Md Dt
Impulsividad Motora
Femenino 12,04 4,97
Masculino 12,13 5,93
Total 12,08 5,43
Impulsividad Cognitiva
Femenino 6,83 2,77
Masculino 7,69 2,67
Total 7,25 2,75
Impulsividad Planificadora
Femenino 14,67 4,68
Masculino 14,20 4,40
Total 14,45 4,54
Internet y Videojuegos
Femenino 1,92 1,85
Masculino 3,02 2,10
Total 2,43 2,04
En la tabla 3 se puede apreciar que la puntuación
de los hombres es mayor en actividad física, agresividad
física, agresividad verbal, impulsividad motora, impulsi-
vidad cognitiva e internet y videojuegos. Las mujeres por
su parte puntúan más alto en ira y hostilidad.
Referente a los valores de impulsividad planifica-
dora, en el que un mayor puntaje refleja una mayor ca-
pacidad de planificación, las mujeres obtienen un mayor
puntaje.
Al realizar la comparación entre hombres y muje-
res con respecto al número de horas semanales dedicadas
a la AF se advierte que los hombres (Md=4.64) puntúan
más alto que las mujeres (Md=2.90), y estas diferencias
son significativas a favor de los hombres (U=5555.0,
p=0.000).
Por otra parte, para las demás variables se en-
contraron diferencias en el componente físico de la
agresividad (U=3873.0, p=0.000), el componente
cognitivo de la impulsividad (U=6057.5, p=.009) y
en la escala total de inter net y videojuegos (U=5016,5,
p=.000), en donde los hombres también puntúan más
alto que las mujeres. En las otras variables no se encon-
traron diferencias significativas como se puede apreciar
en la Tabla 4.
Tabla 4. Puntajes U para los gr upos de género en actividad física, los componentes de agresividad, impulsividad,
internet y videojuegos.
Actividad
Física
Agresividad
física
Agresividad
verbal
Agresividad
ira
Agresividad
hostilidad
Impulsividad
motora
Impulsividad
cognitiva
Impulsividad
no planificada
Internet y
videojuegos
U de
Mann
Whitney
5555.00 3.873E3 7.072E3 6.686E3 7503.00 6.498E3 6.058E3 6484.50 5016.50
Sig.
asintót.
(2-colas)
.000 .000 .346 .051 .958 .776 .009 .386 .000
En lo relativo a las diferencias en la cantidad de AF
en los grupos de edad, no se han hallado diferencias signi-
ficativas entre ellos (² (5) =7.426, p = .191), tampoco se
han encontrado en las otras variables estudiadas (Tabla 5).
17
PSYCHOLOGIA: AVANCES DE LA DISCIPLINA. VOL. 5. N.° 1.: 9-23, ENERO-JUNIO DE 2011
actividad Física en adolescentes, agresividad, imPUlsividad e internet
En la tabla 6 aparecen las correlaciones entre la
AF y los componentes de la agresividad, aquí ninguno de
ellos correlaciona significativamente. Por su parte, en los
componentes de la impulsividad se observa que ni la im-
pulsividad motora, ni la no-planificada correlacionan con
la AF, en cambio la impulsividad cognitiva presenta una
correlación significativa y positiva (rs=1.92, p<.001>
Finalmente, la correlación entre la AF y la escala total
de internet y videojuegos ha ar rojado por su parte una
correlación significativa y positiva (rs=.142, p<.05>
Tabla 5. Diferencias en los grupos de edad para Actividad física y los componentes de agresividad, impulsividad, in-
ternet y videojuegos.
Actividad
fisica
Agresividad
física
Agresividad
verbal
Agresividad
ira
Agresividad
hostilidad
Impulsividad
motora
Impulsividad
cognitiva
Impulsividad
no planificada
Internet y
videojuegos
Chi-Cuadrado 7.426 7.426 1.474 2.245 4.259 .407 5.543 7.237 5.636
gl 5 5 5 5 5 5 5 5 5
Asymp.Sig .191 .191 .916 .814 .513 .995 .353 .204 .343
Tabla 6. Correlaciones entre actividad física con los componentes de la agresividad, impulsividad, internet y vide-
ojuegos.
Actividad física
Actividad física 1.000
Agresividad física .109
Agresividad verbal -.029
Agresividad ira -.066
Impulsividad motora -.077
Impulsividad cognitiva .192**
Impulsividad no-planificada -.075
Internet y videojuegos .142*
** p<0.01
* p<0.05
Discusión
Los resultados indican que el porcentaje de ado-
lescentes que realiza ejercicio es similar a lo encontrado
en otras muestras de habla hispana. En España, Casado,
Alonso, Hernández, & Jiménez (2009) reportaron cifras
muy similares, en el 2003 fue de 78% y en el 2006 del
89%. No obstante, estos datos no son concluyentes y de-
ben ser tomados con sumo cuidado, ya que existen otras
poblaciones en que este valor es significativamente me-
nor y en algunos casos casi inverso, donde muy posible-
mente otras variables culturales, ambientales, familiares,
económicas y escolares pueden estar afectando la reali-
zación de actividad física en niños y adolescentes (Gar-
cia, 2005; Guo, Roche, Chumlea, Gardner, & Siervogel,
1994; Must, Jacques, Dallal, Bajema, & Dietz, 1992; Te-
lama, Yang, Laakso, & Viikari, 1997).
Con respecto a las diferencias de género, los da-
tos indican que los hombres realizan más actividad física
que las mujeres, lo que concuerda con gran cantidad de
estudios realizados hasta la fecha, que sostienen que las
niñas y las adolescentes realizan una menor cantidad de
actividad física (Casado, Alonso, Her nández, & Jiménez,
2009; Tercedor, 1998; Kristjansdottir & Vilhjalmsson,
18
Universidad de san BUenaventUra, sede Bogotá • FacUltad de Psicología
nicolás chahín-Pinzón y Blanca liBia Brinez
2001; Hussey, Gormley, & Bell, 2001). De acuerdo a es-
tos autores estos resultados parecen ser estables en diver-
sas poblaciones y han sido reconfirmados en un variado
número de contextos y culturas. Lo anterior puede ser
debido, al menos en el contexto latinoamericano, a que
posiblemente padres, profesores y demás, estimulan más
a los niños que a las niñas en cuanto a la realización de
deportes o actividades deportivas (Blomstrand, Björke-
lund, Ariai, Lissner, & Bengtsson, 2009).
Por lo demás no existen diferencias en la prácti-
ca de actividad física en los diferentes grupos de edad.
Estos resultados pueden ser atribuidos a que la mues-
tra está compuesta sólo de adolescente entre 12 y l7
años, donde ya se ha presentado el descenso brusco de
la actividad física con respecto a la niñez (Poudeuigne &
Connor, 2006). En cuanto a lo anterior Casado, Alonso,
Hernández, & Jiménez (2009) sostienen que los adoles-
centes entre 14 y 15 años realizan menos de la mitad de
actividad física que los niños entre 6 y 7 años. Empe-
ro, es probable que si los rangos de edad fueran mucho
más amplios que los de la muestra utilizada, se podrían
encontrar diferencias significativas como ha sido repor-
tado por otros autores (Kristjansdottir, & Vilhjalmsson,
2001), por lo que se propone para futuros estudios am-
pliar los rangos de edad, para poder determinar si de dan
o no estas diferencias, en especial entre el inicio y el final
de la adolescencia, es decir entre el grupo de 11 y 12
años y el grupo de 17, 18 y 19 años.
Referente a las correlaciones entre la actividad
física y los componentes de la agresividad tales como
la ira, hostilidad, agresividad verbal y agresividad física,
los resultados obtenidos revelan que no existe relación
estadísticamente significativa. Lo encontrado necesaria-
mente deber ser visto con cierto detenimiento y requiere
un mayor análisis, ya que existen diversos estudios con
resultados que no son suficientemente concluyentes. En
primer término, aquí no se ha encontrado correlación
entre la actividad física con los elementos instrumentales
de la conducta agresiva, es decir agresividad física y ver-
bal. Algo similar ha sido reportado por Hassmen, Koivu-
la, & Uutela (2000), cuando afirman que no hay diferen-
cias entre en la expresión externa de los sentimientos de
ira, es decir el componente instrumental de la agresión,
con respecto a la práctica regular de actividad física. Con
todo, no se puede llegar a una afirmación categórica en
este aspecto, ya que existen otros estudios que afirman
que sí existe una relación entre ejercicio físico y estilo
individual de manifestar la ira (Buchman, Sallis, Criqui,
Dimsdale, & Kaplan, 1991). En segundo tér mino, en
lo referente a la correlación entre actividad física y los
componentes de ira y hostilidad, definidos como la parte
emocional y cognitiva de la agresión, tampoco se ha en-
contrado ningún tipo de relación en esta investigación.
En consonancia con lo anterior Jiménez, Martínez, Miró,
& Sánchez (2008) no hallaron diferencias en los distintos
grupos estudiados en cuanto al nivel de cólera entendido
este como un estado emocional. No obstante, Hassmen,
Koivula, & Uutela (2000) obser varon que quienes reali-
zaban ejercicio físico con mayor frecuencia tenían menos
sentimientos de ira y hostilidad en comparación aquellos
que lo realizaban con menor frecuencia, lo que respal-
da las investigaciones que informan de los beneficios del
ejercicio sobre las diferentes dimensiones del bienestar
psicológico (Blomstrand, Björkelund, Ariai, Lissner, &
Bengtsson, 2009). En este punto es conveniente llamar
la atención que los instrumentos utilizados no han sido
los mismos, por lo que las definiciones operacionales de
cada uno de los componentes de la agresión son diferen-
tes, lo que obviamente dificulta y sesga las interpretacio-
nes cuando se realizan comparaciones entre una investi-
gación y otra.
En lo relativo a las correlaciones entre actividad
física y las tres dimensiones de la impulsividad se ha en-
contrado que no hay ninguna relación en la dimensión
motora y la no planificadora, pero sí existe una corre-
lación estadísticamente significativa con la Impulsividad
Cognitiva, como se ha descrito, este componente se en-
cuentra relacionado con la capacidad de pensar y tomar
decisiones rápidas. Se podría sugerir que la práctica re-
gular AF tiene algún tipo de relación con pensar rápi-
damente ante ciertas situaciones, como es el caso de la
gran mayoría de los deportes que requieren de quienes lo
practican, pensar y tomar decisiones rápidas para tener
un adecuado desempeño. No obstante, hay que recor-
dar que la escala de Impulsividad Cognitiva presenta el
inconveniente de la fiabilidad en la adaptación (Chahín,
Cosi, Lorenzo-Seva, & Vigil-Colet, 2010), por lo que tie-
ne que tomarse el resultado con cierta precaución, a la
espera que se mejore en un futuro su confiabilidad, que
por lo demás ha sido problemática en un número con-
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PSYCHOLOGIA: AVANCES DE LA DISCIPLINA. VOL. 5. N.° 1.: 9-23, ENERO-JUNIO DE 2011
actividad Física en adolescentes, agresividad, imPUlsividad e internet
siderable de investigaciones (Cosi, Vigil-Colet, Canals,
& Lorenzo-Seva, 2008; Luengo, Car rillo de la Peña, &
Otero, 1991). Con referencia a la falta de relación entre
actividad física y los otros dos componentes de la impul-
sividad, motora y no planificadora, hay que resaltar que
este tópico se encuentra muy poco documentado en la
literatura revisada, por lo que no se ha podido contrastar
la evidencia obtenida.
Por último, la relación entre la AF y la escala to-
tal de detección de problemas de internet y videojuegos,
revela que existe una correlación positiva y estadística-
mente significativa. Este resultado parece contradecir la
hipótesis del desplazamiento, que ha sido también reba-
tido por otros autores, la cual afirma que los videojuegos
y el internet excluyen la actividad física (Mutz, Roberts,
& Vuuren, 1993). No obstante, lo encontrado aquí sí
concuerda con otras publicaciones que sostienen que el
tiempo dedicado al internet o los videojuegos no obsta-
culiza la realización de actividad física (Marshall, Biddle,
Sallis, McKenzie, & Conway, 2002; Marshall, Biddle,
Murdey, Gorely, & Cameron, 2003; Biddle, Marshall,
Gorely, Cameron, & Murdey, 2003).
Con respecto a la aplicabilidad de los resultados
aquí obtenidos, se debe tener en cuenta que a pesar de
que los instrumentos han sido validados para la pobla-
ción colombiana, la muestra utilizada no ha sido aleato-
ria, por lo que no se pueden hacer inferencias a la pobla-
ción. En futuras investigaciones con adolescentes cabría
la conveniencia de llevar a cabo estudios más controlados
con diversos tipos de programas de AF que aborden con
mayor profundidad y en diferentes contextos sociales y
culturales, las relaciones entre actividad física con agresi-
vidad, impulsividad y uso de nuevas tecnologías. Utilizan-
do para esto diversos instrumentos válidos y confiables
que permitan realizar comparaciones en diversas pobla-
ciones y culturas, con el objeto de poder determinar con
mayor claridad y de manera más precisa de qué manera
se dan este tipo de correlaciones. Al mismo tiempo estos
estudios tendrían que trabajar con otro tipo de sujetos
además de los sanos, como lo son aquellos diagnostica-
dos con diversos trastornos mentales como hiperactivi-
dad, retardo mental, trastorno disocial y psicosis, además
se debería incluir grupos de pacientes con enfermedades
orgánicas tales como diabetes, obesidad, cardiopatías e
hipertensión, con el objeto de determinar si las correla-
ciones con la actividad física presentan un patrón simi-
lar. Ya que un mayor conocimiento sobre estos aspectos
permitirá determinar con una más claridad y precisión
cómo y de qué manera puede la actividad física beneficiar
a los individuos que tienen este tipo de enfermedades y
trastornos.
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