Análisis de las condiciones laborales de la jefatura de familia en México: precariedad compartida, necesidades diferenciadas. - Vol. 32 Núm. 85, Julio 2022 - Revista Innovar - Libros y Revistas - VLEX 920920277

Análisis de las condiciones laborales de la jefatura de familia en México: precariedad compartida, necesidades diferenciadas.

AutorDurazo, Ivan Alejandro Salas

Introducción

Derivadas de la desregulación laboral materializada en México a través de la Reforma Laboral de 2012, se consolidaron en la Ley Federal del Trabajo múltiples formas para establecer relaciones laborales complementarias a las tradicionales. En ese sentido, el principal argumento a favor de la flexibilización era el control sobre la mano de obra, lo que da como resultado un aumento en la productividad al sustituir los empleos menos eficientes por otros más productivos. Sin embargo, este supuesto no es aplicable de manera homogénea entre países. Stiglitz (2015) señala que la liberalización de los mercados en algunos países en desarrollo--como lo es México--no tuvo el efecto esperado. Este diferencial es explicado fundamentalmente por dos variables: i) bajos niveles de educación y ii) ausencia de financiación bancaria. Lo anterior, desde la perspectiva de los trabajadores que conforman el esquema formal, significó una importante merma en las condiciones laborales, más allá de los bajos salarios, ya que se agregó a la ecuación la inseguridad en términos de estabilidad laboral.

Desde una perspectiva de género, y con base en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2004), durante la década de los noventa se presentó en Latinoamérica una masiva incorporación de la mujer al mercado laboral con tasas significativamente mayores a las masculinas. El grupo de mujeres pobres fue el que tuvo mayor tasa de crecimiento, a pesar de que su representación en el mercado laboral era la menor, ya que estuvo por debajo de mujeres no pobres y de hombres pobres y no pobres.

Esta mayor inclusión de la mujer al mercado laboral, en conjunto con la reconfiguración de la composición del modelo de familia, ha posibilitado el tránsito de un modelo en el que el hombre era considerado como el único proveedor hacia otras posibilidades en las que está incluida la jefatura femenina (Arriagada, 2007). Esto trae consigo diferentes arreglos familiares que rompen la asociación imaginaria de la jefatura femenina a un esquema monoparental de mujer sola con hijos.

De esta manera, el presente trabajo abona al campo de los estudios de gestión humana desde las condiciones laborales y las políticas públicas, debido a que profundiza en identificar y diferenciar las características laborales de los diversos subgrupos que componen a dos conjuntos que tradicionalmente son concebidos monolíticamente como "jefas y jefes de familia".

Por largo tiempo, la literatura especializada indicó que las jefaturas de familia femeninas representaban los hogares más pobres. Sin embargo, propuestas de análisis más recientes muestran que la feminización de la pobreza, medida solamente por el ingreso en las jefaturas femeninas, oculta la complejidad del fenómeno, pues se pasan por alto otro tipo de carencias y privaciones económicas, sociales y culturales entre las mujeres que se extienden a diferentes tipologías familiares. Se reconoce que este estudio no puede cubrir aspectos cualitativos de la dinámica de pobreza entre las mujeres, debido a la ausencia de información. Sin embargo, se contribuye con un análisis comparativo entre las jefaturas dirigidas por hombres y mujeres basado no solo en el sexo y el ingreso, sino también en la edad, el grado de escolaridad, el tipo de trabajo, el estado civil y las condiciones laborales.

Por esto, una aportación del presente escrito al entorno social mexicano versa en la identificación de conglomerados sociales con características y necesidades diferenciadas. Además, las acciones gubernamentales focalizadas en la atención de las jefas de familia desde la vulnerabilidad social podrían resignificarse hacia mecanismos e instrumentos focalizados, ya que, como señala Aguilar (2014), hay cierto tipo de problemas públicos que por su naturaleza son complejos, de escala e interdependientes con otros fenómenos. Derivado de lo anterior, se busca responder a la siguiente pregunta: "?Cuáles son las diferencias en las condiciones laborales entre y al interior de las jefas y jefes de familia?".

El objetivo del presente escrito consistió en caracterizar y contrastar las condiciones laborales de diferentes conglomerados de mujeres y hombres jefes de familia, derivados de la construcción de una tipología que consideró escolaridad, edad, tipo de empleo y estado civil. A partir de los grupos más representativos, se analizaron las principales características laborales: salario, tipo de contrato, duración de la jornada laboral y días trabajados, así como acceso a servicios de salud, fondo retiro, crédito para vivienda, guardería y tiempo para el cuidado de hijos, con la finalidad de valorar el grado de precariedad laboral e, implícitamente, la inequidad de género en cuanto al acceso a oportunidades y desarrollo de capacidades. Para llevar a cabo lo anterior, se emplearon los microdatos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) con información al primer trimestre de 2019 (Instituto Nacional de Estadísticas, Geografía e Informática [Inegi], 2019). Se seleccionó este año para el análisis por dos razones: la primera, apoyada en el creciente interés en el estudio de la desigualdad y su focalización en las diferencias de género, mientras que la segunda refiere a la pertinencia de los resultados como un insumo para valorar las acciones implementadas desde la política pública con respecto a la erradicación de la discriminación laboral y la reducción de las brechas de género.

El presente escrito está distribuido en seis apartados, después de esta introducción. En el primero, se discuten conceptualmente las diferencias entre la jefatura de familia y la feminización de la pobreza, ya que discrepamos de la idea de que las familias encabezadas por mujeres son necesariamente los hogares más pobres entre los pobres. El segundo apartado refiere a la vulnerabilidad social y su reflejo con la precariedad laboral, debido a que su conceptualización sigue siendo ambigua--y, en algunos casos, polisémica--,debido a que no existe consenso sobre sus múltiples dimensiones y afectaciones en la calidad de vida. El tercer apartado es sobre el diseño metodológico, en el cual se plantean dos aspectos fundamentales: i) la creación de una tipología para clasificar los diferentes grupos que conforman a los jefes de familia en México y ii) los criterios para valorar el grado de precariedad laboral a partir de un conjunto de variables asociadas a las condiciones laborales. El cuarto apartado versa sobre el análisis en el que se presentan los principales resultados en cuanto a las condiciones laborales de los grupos estudiados y la valoración de su grado de precariedad laboral. Acto seguido, el quinto apartado desarrolla una breve discusión teórica derivada de los resultados presentados en la sección anterior. Finalmente, el trabajo cierra con las conclusiones en las que se enfatiza en las contribuciones del trabajo a la literatura, al campo de los estudios de gestión humana desde las condiciones laborales y las políticas públicas, y algunas implicaciones al contexto mexicano.

Jefatura de familia y feminización de la pobreza

El término feminización de la pobreza se basa principalmente en la precariedad del ingreso y parte de tres supuestos: i) determina que las mujeres son más pobres que los hombres, ii) que hay un incremento en la incidencia de la pobreza mayor entre mujeres que entre los hombres, y iii) que este incremento de la pobreza entre las mujeres está ligado a la feminización de las jefaturas de familia (Chant, 2015).

Definitivamente, existe un elemento de género en la situación de la mujer en la sociedad. Las mujeres tienen generalmente más responsabilidad u obligaciones en la gestión de las estrategias de subsistencia de los hogares, actividades que consumen tiempo y energía sin ninguna retribución económica, particularmente entre las jefas de familia. Por esto, actualmente existe una corriente que critica la simplificación del término feminización de la pobreza, como si fuera sinónimo de feminización de la jefatura del hogar, pues su análisis se enfoca simplemente en la pobreza de ingreso sin tomar en cuenta otro tipo de carencias y otras situaciones de privación entre las mujeres.

Lo anterior se debe, principalmente, a la falta de información suficiente que pruebe el incremento de la pobreza entre las mujeres en todas sus dimensiones, más allá de la pobreza monetaria, y evidencia la mayor vulnerabilidad de las mujeres. Este problema, como se sabe, entra como parte de la Agenda 2030, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como de interés público, por lo cual los gobiernos nacionales deben tomar acciones concretas para su combate (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2015, Objetivo 1: Fin de la pobreza).

El cambio en la tendencia demográfica actual ha incrementado el número de hogares encabezados por mujeres, a la vez que este incremento se asocia a una mayor pobreza entre las mujeres. Por esto, se define a las mujeres--especialmente, las jefas de familia--como un grupo vulnerable. Este trabajo, al igual que otros, rechaza la idea de que las familias encabezadas por mujeres son necesariamente los hogares más pobres entre los pobres (Bradshaw et al., 2017). Además, a partir de la evidencia presentada en este trabajo, se llega a la conclusión general de que, en la actualidad, la pobreza está igualmente extendida tanto entre las mujeres como entre los hombres.

Sin embargo, no se puede negar la existencia de diferentes dinámicas que pueden mostrar inequidad en la distribución de los recursos entre los miembros del hogar y que responden a patrones culturales tradicionales como, por ejemplo, que el hombre retiene una porción importante del ingreso para gastos personales en detrimento del resto de los miembros, especialmente entre mujeres y niños. A este fenómeno se le denomina "pobreza secundaria", ta que viven en familias encabezadas por hombres que no se encuentran consideradas como en condición precaria, pero las mujeres...

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