Capítulo 3 - El principio arcóntico del patrimonio. Origen, transformaciones y desafíos de los procesos de patrimonialización en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 800952125

Capítulo 3

AutorManuel Salge Ferro
Páginas99-162
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Capítulo 3
3.1. El principio arcóntico del patrimonio
L   y  nos han permitido entender cómo se consolidó el eco-
sistema patrimonial en el ámbito planetario, y en particular en Colombia. Este
capítulo propone una mirada en dos sentidos del Carnaval de Barranquilla, el
espacio cultural de San Basilio de Palenque, el Carnaval de Negros y Blancos, y
las procesiones de la Semana Santa de Popayán. En primer lugar, se exponen,
desde la perspectiva administrativa del Estado, las consecuencias de la inclusión
de estas manifestaciones en la Lista de Patrimonio Mundial. En segundo lugar,
se presentan las formas en que las comunidades involucradas responden a esta
condición desde los fenómenos patrimoniales, coproduciendo, en últimas, la
idea misma del patrimonio. En otras palabras, el capítulo muestra cómo se cons-
truye y ejerce el principio arcóntico, y qué forma toma su erotización en clave
de espectacularización, comercialización, generación de expectativas, tensiones
internas, burocratización, monopolio y exclusión.
Antes de entrar en materia cabe reiterar que, en términos metodológicos, la
aproximación a cada una de las manifestaciones seleccionadas se estructuró a
partir de un trabajo de corte etnográco, que consistió en visitas periódicas a
cada uno de los sitios seleccionados. En total, se realizaron tres grandes tempo-
radas de campo en el , el  y el , con una permanencia de cerca de
dos meses para cada lugar. A parte del diligenciamiento de un diario de campo,
en el que se anotaban ideas y sensaciones, se trascribieron fragmentos de en-
trevistas informales no estructuradas con una amplia diversidad de personas:
desde hacedores, conocedores y administradores de las manifestaciones, hasta
gente del común, que por momentos brindaba sus propios puntos de vista
sobre las dinámicas patrimoniales. Para algunos casos, como el de Palenque y
el de San Juan de Pasto, se contó con el acompañamiento de varios miembros
de la comunidad que hicieron las veces de “informantes” sobre los modos en
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los que el discurso patrimonial y, consecuentemente, sus relaciones políticas y
económicas toman forma en cada sitio. La constancia en las visitas permitió
consolidar una mirada profunda sobre el objeto de estudio y dio cuenta de
momentos coyunturales, como se pondrá en escena más adelante. Asimismo,
se llevó un registro fotográco minucioso de cada una de las manifestaciones
que, si bien no suplanta el anclaje etnográco, sí permite contextualizar y ex-
poner realidades locales con la potencia propia de la imagen. Del amplio re-
pertorio visual se seleccionó solo una pequeña muestra, que acompaña, ilustra
y complementa el texto que se presenta a continuación. La mirada etnográca
recayó de manera puntual en aspectos relativos a fenómenos de índole econó-
mica y política. De ahí surge, por una parte, el énfasis en la espectacularización
que está ligada a la erotización de esa nación que detenta el patrimonio; y, por
otra parte, el énfasis en la burocratización que pone en escena ese principio
arcóntico que las élites locales buscan administrar para ganar sus benecios
simbólicos.
Para lograr esto, no obstante, resulta necesario hacer explícito por qué el
principio arcóntico puede ser una clave de lectura del fenómeno patrimonial.
Como anotamos en la introducción del libro, la idea de principio arcóntico
deriva del texto Mal de archivo. Una impresión freudiana, de Jacques Derrida.
Esta obra recoge una conferencia dictada en  en Londres, en el marco del
coloquio Memoria: La Cuestión de Los Archivos, organizado por la Socie-
dad Internacional de Historia de la Psiquiatría y del Psicoanálisis del Museo
Freud y el Instituto de Arte Courtauld. En este texto, Derrida analiza la idea
de archivo, de las formas y los soportes de la archivación, y establece una re-
lación con el psicoanálisis en el sentido de impresión y huella. Esto le permite
construir un postulado sobre la forma en la que recordamos, memorizamos e
incluso monumentalizamos para combatir la pulsión de muerte que lleva im-
plícita el paso del tiempo.
Derrida sostiene que la palabra griega arkhé sirve para nombrar tanto el
comienzo como el mandato, y más allá de esto, resulta ser el lugar donde se da
orden y se ejerce la autoridad. A su vez, esta palabra toma el sentido de archivo
en la relación con arkheion, que resulta ser la casa, el lugar o el domicilio de
los magistrados superiores: el hogar de los arcontes, a quienes se les reconocía
el derecho de hacer y de representar la ley; en este sentido, la casa era el lugar
donde se depositaban los documentos ociales y los arcontes, sus guardianes e
intérpretes. Por lo tanto, el arkheion cumple una función topo-nomológica, al
ser el lugar donde se deposita, donde yace el soporte estable, y, a la vez, donde
se ejerce la ley por parte de una autoridad hermenéutica legítima. Y más allá
de eso, donde se despliega un tipo particular de poder: un poder “arcóntico,
que unica, identica y clasica. Es el poder que subyace al acto de consignar y
que, como principio de articulación, tiene un carácter ontológico.
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Así las cosas, tenemos que el archivo y el poder arcóntico que lo sus-
tenta tienen tres elementos determinantes: un principio de consignación y
de reunión, es decir, un principio ontológico que nombra, ordena y clasica,
otorgando un estatus especial a aquellas cosas que entran en los connes del
archivo. Una lógica de regulación, un nomos, que establece las reglas sobre las
cosas y su clasicación, y administración en el archivo. Y, por último, un espa-
cio físico, es decir, un topos, que nos habla de un afuera de la memoria donde
se aloja un conjunto de cosas que, a la vez, son y coneren autoridad.
Más allá de estos elementos determinantes, el archivo mismo contiene un
mal que lo aqueja y contra el que tiene que librar una batalla constante; lo
cual resulta paradójico, en la medida que está contenido en la naturaleza del
archivo. Usando a Freud, Derrida señala que existe una pulsión de muerte, de
agresión y de destrucción que trabaja constantemente para borrar las huellas y
destruir el archivo. Esa pulsión puede asociarse al paso del tiempo y empuja al
olvido, a la amnesia y a la aniquilación de la memoria; es un a priori que actúa
contra sí mismo y que está contenido en la lógica y en la compulsión de la re-
petición, puesto que no existiría un archivo sin la posibilidad de olvido. En esta
misma línea, Derrida indica que para combatir este mal hay que disfrazarlo,
maquillarlo pintarlo; cubrirlo con máscaras de seducción y bellas impresiones,
que no son otra cosa que la lucha de Eros contra Tánatos. La lucha del deseo
y la erotización contra la pulsión de muerte y olvido. Porque el archivo no es
solo un lugar de almacenamiento y conservación del pasado, sino que es aval
de porvenir, pues no solo tiene que ver con la técnica archivante, sino también
con el contenido archivable; es decir, hay una codeterminación entre cómo se
archiva y qué se quiere archivar. Por lo tanto, en la lucha entre Eros y Tánatos,
el archivo resulta ser el dispositivo que salva del olvido y dene qué debe ser
conservado a futuro.
Ahora bien, considerando la triple condición del archivo como “onto-nomo-
topo-lógico”, podemos establecer una relación directa con el patrimonio en la
medida que, cuando una manifestación cultural es nominada para hacer parte
de él, adquiere una nueva condición de existencia: entra a jugar en un estricto
sistema de normas y reglamentaciones, y se aloja en listas, como expedientes
de candidaturas y de planes de salvaguardia. En el entorno de lo que hemos de-
nominado “ecosistema patrimonial”, el Estado, reicado en sus instituciones y
muchas veces en sus funcionarios, se otorga a sí mismo, en atención de las dis-
posiciones de la Unesco, el papel de arconte, capaz de nominar, regular y siste-
matizar las manifestaciones culturales de sus conciudadanos. El Estado produce
e interpreta las normas, da orden y ejerce autoridad sobre la materia; decide
qué hace y qué no hace parte de este ecosistema; y, como tal, tiene el poder de
nombrar, ordenar y clasicar. En esta medida, encuentra sentido la idea de que
el patrimonio es un acto de autoridad que se produce desde el Estado.

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