Capítulo I. Preliminares
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En el extremo sudoeste de la Plaza de Bolívar de Bogotá, y donde están
tiempo, sobre cuya puerta, esculpidos en piedra y en letras doradas, se leían
los versos latinos, que traducidos dicen: Ésta casa aborrece la maldad, ama
la paz, Castiga Los Delitos, conserva los derechos, honra la virtud.
Tal era la casa de despacho de la Real Audiencia de Santafé, instalada en
1550 como primer Tribunal de Justicia. Aquella inscripción puede dar idea de
la preponderancia que en la justicia española tenía el castigo de los delitos. Y
así era en efecto: la ciencia podrá volver pedazos la mayor parte de las leyes
penales de España; la humanidad podrá: maldecir la iniquidad y sed de sangre
y de infamia que la ejecución de aquéllas demandaba; la Jurisprudencia podrá
condenar el método, la prolijidad, el casuismo tan frecuente en ellas y tan
reñido con la precisión de las leyes sabias; pero por cima de todo, la moral se
levantará para proclamar a grito herido esta gran verdad, que por sí sola es el
mejor comentario y la mejor apología del Derecho Penal español: la intención
de los legisladores y el desvelo de los reyes fue siempre procurar a todo tra nce,
y aunque hubiera que pasar por sobre sangre y escombros, la defensa de la
sociedad amenazada por el delito. Erraron casi siempre en escoger los medios,
confundieron la venganza y la defensa, prodigaron la crueldad; pero es necesario
abonarles al frente de esas partidas negras aquél hecho que nadie se atreverá
a negar. Una sociedad que comprende 1a necesidad de reprimir el delito, está
salvada; podrá equivocarse y tambalear, pero, dado el primer paso, la ley de
de penosos esfuerzos, el Derecho Penal de España empieza a regenerarse en las
puras fuentes de la vida. Exécrese, si se quiere, a los penólogos antiguos, pero
alábese a los que procuraron salvar su pueblo de las garras del crimen.
Mucho se habla, mucho se grita, mucho se perora acerca de la crueldad
y la barbaridad de las penas españolas, y a fe que no ha faltado razón para
ello. Sin embargo, es preciso ver que entre lo que se conoce –y que vamos a
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