Ciencias Sociales y Mundo de la Vida - Núm. 5-1, Enero 2008 - Revista Jurídicas - Libros y Revistas - VLEX 50433848

Ciencias Sociales y Mundo de la Vida

AutorYobany Serna Castro
CargoUniversidad de caldas
Páginas144-155

    Este texto hace parte de una investigación del semillero en filosofía de las ciencias sociales del programa de Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas. La investigación lleva por título: Objetividad y subjetividad en ciencias sociales.


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"Creo que la filosofía sólo puede tener sentido siempre que esté imbricada con una reflexión que no abandone el mundo de la vida, y las más diversas formas de razonar la propia vida y las posibilidades de vivirla"

Jovino Pizzi

Como sabemos, el objeto de estudio propio de las ciencias sociales son los fenómenos, los procesos, los hechos sociales y las acciones humanas, los cuales son objetivo/subjetivos, en cuanto están en la realidad, hacen parte del mundo, son materiales, pero en ellos se objetivan y se encarnan los intereses, las creencias y los valores humanos, por lo que son también subjetivos. Ahora bien, ¿qué lugar ocupa la subjetividad en un mundo particularmente objetivo? ¿En qué medida se puede afirmar que el mundo no es solamente objetivo, sino también subjetivo en el sentido de que las instituciones, los hechos y las acciones sociales están impregnadas de subjetividad? En este artículo, además de ofrecer una respuesta a estos interrogantes, se pretende justificar las razones por las cuales es conveniente considerar, desde el ámbito de la fenomenología -con aplicaciones para las ciencias sociales-, la noción de mundo de la vida.

Con la recuperación del mundo de la vida (Lebenswelt) se puede reconocer el papel que cumple la subjetividad en la configuración de una realidad social objetivo/ subjetiva que aspira a ser conocida de manera objetiva. Esto sugiere que subjetivo y objetivo no pueden entenderse como aspectos excluyentes ontológicamente, sino como elementos necesarios constitutivos de los hechos que fundamentan el objeto de estudio de las ciencias sociales, y que han de permitir la consolidación de un saber con pretensiones de objetividad.

Así mismo, es conveniente atender al significado que cobra para el estudio de los hechos sociales y de la subjetividad el Lebenswelt, en la medida en que hemos de entenderlo como una categoría ontológica importante para la filosofía de las' ciencias sociales y que, como se reconoce, es primordial -al menos en el ámbitoPage 145 de la fenomenología- para la comprensión de los temas que tratan del hombre, sus manifestaciones culturales y la historia. De esta manera, también se busca examinar la forma como el Lebenswelt determina los modos de ser de las ciencias en las que el hombre, la sociedad y la cultura se abordan como objeto de estudio. Pero, además, demostrar por qué el desarrollo científico de las ciencias naturales también está mediado y determinado por el mundo de la vida.

Así pues, al proponernos el estudio de las ciencias sociales antes que el de las ciencias físico-naturales a la luz de la fenomenología, o más específicamente desde el Lebenswelt, conviene tener presente que la confrontación existente entre los dos modos de hacer ciencia, ha generado una especie de conflicto que antes que permitir el buen desarrollo de las disciplinas sociales, ha obstaculizado, por el contrario, el progreso de sus propias investigaciones. Pero también nos permite hoy comprender el error en que cayó la filosofía de la ciencia, que tras los resultados obtenidos por las ciencias empíricas, fruto de su metodología, reglas o principios, ha afirmado el estatus científico de éstas y generado dudas sobre el estatus científico de las disciplinas que tratan del hombre. Lo cual, puede conducir a la afirmación de que las ciencias sociales no son algo diferente de una pseudociencia. Más aún, y como lo sugiere Daniel Restrepo Herrera, gracias al carácter técnico asumido por la ciencia "el mundo de la experiencia es revestido de una capa de ideas (ideenkleid), de un vestido de símbolos (kleid der symbole), y se concluye por considerar como el ser verdadero del mundo, no el mundo de la naturaleza, aquel que se encuentra bajo dicho manto de símbolos, sino estos símbolos, este método, que en un principio fue creado para posibilitar el encuentro, el diálogo entre los hombres"1 (RESTREPO HERRERA, 1986: 228).

Cuando se hace alusión a un mundo revestido de símbolos o de fórmulas, la idea de ciencia va reduciéndose a mera ciencia de hechos. Esto es, a una ciencia que encuentra en el hecho mensurable o matematizable, la posibilidad de comprender en sí lo que es la realidad. Esto hace comprensible el hecho de que se llegue, en términos de Husserl, a una positivización del conocimiento, donde las cuestiones que se excluyen "son precisamente las más candentes para nuestros seres sometidos, en esta época desventurada, a mutaciones decisivas: las cuestiones relativas al sentido o sinsentido de esta entera existencia humana. En su universalidad y necesidad para todos los hombres" (Husserl, 1991: 6). Aún más, dicha positivización del conocimiento y la ciencia nos permite entender al hombre como un ser precario e inestable, dado que la simbolización, la instrumentalización y la técnica, que le facilitan el entendimiento y el dominio de la realidad, lo alejan de su comprensión de ser cultural, ético, espiritual o social2. Quizás por esto el propio Husserl sostuvo que "meras ciencias de hechos hacen meros hombres de hechos" (Ibíd.).

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Si la idea de ciencia ha sido reducida a los hechos y la objetividad en parte está mediada por ellos, "¿puede el mundo y la existencia humana en él, tener en verdad un sentido si las ciencias no admiten como verdadero sino lo constatable de este modo objetivo, si a la historia únicamente le es dado enseñarnos que todas las configuraciones del mundo espiritual, los vínculos que han cohesionado a los hombres, los ideales y normas, se forman -simplemente- y se deshacen como olas fugitivas, que siempre ha sido así y que así será siempre, que la razón muta una y otra vez en sinsentido y las obras buenas en castigos? ¿Podemos darnos por satisfechos con ello, podemos vivir en este mundo en el que el acontecer histórico no es otra cosa que concatenación incesante de ímpetus ilusorios y de amargas decepciones?" (Ibíd.: 6-7).

Pero bien, ¿cómo o por qué la ciencia ha llegado a semejante reducción y qué implicaciones tiene esto para la vida y el desarrollo del hombre en un mundo que necesita ser comprendido y configurado? Como se sabe, Husserl sostiene que las ciencias en la medida en que recurren, por ejemplo, a la tecnificación, incurren en el olvido del reconocimiento de otras formas posibles de atender los aspectos de la realidad en los que el hombre propiamente puede llegar a cumplir un papel decisivo. De esta manera, y gracias a que los procedimientos -metodología-propios de la ciencia conllevan a que se confíe en ella, tras la verosimilitud de los resultados obtenidos, vemos cómo el desarrollo científico se erige sobre un ideal que hace comprensible el modo como la ciencia ejerce control y dominio sobre el mundo. No obstante, y aunque los procedimientos a partir de los cuales se orienta la ciencia nos despierten la sensación de que se ha llegado a cierta reducción, a cierto vacío o al olvido de otras formas posibles de entender el mundo, hay que señalar que la crisis en la que según Husserl se encuentran las ciencias, no se debe, en consecuencia, al carácter propiamente teórico que las caracteriza, pues no es de dudar que sus resultados y alcances hacen parte de un saber riguroso y que, pese a sus tropiezos, tienen vigencia y nos son útiles. Más bien, habría que decir que la crisis que caracteriza a las ciencias, es una crisis de sentido antes que de validez teórica.

Asimismo, "la situación que preocupa a Husserl no se refiere a lo que sucede en las ciencias de puertas adentro ni a los métodos que éstas desarrollan para la investigación de los propios contenidos. Este tipo de problemas son asuntos que conciernen a los científicos y a ellos toca plantearlos y resolverlos. La expresión "crisis de las ciencias " tiene un significado muy diverso. Se refiere al significado de aquéllas para la vida del hombre [...] Lo que está en crisis es la relación de las ciencias con las ideas que de sí mismo tiene el hombre y con el proyecto de vida según el cual funciona" (GÓMEZ-HERAS, 1989: 33-34).

La crisis, aparte de dejar un malsano sabor de desorientación en cuanto al valor que la vida (social, cultural y espiritual) y la historia humana puedan tener, convocaPage 147 a pensar el posible sentido y significado que el saber técnico pueda tener para la existencia humana. Esto puede abrir las puertas para pensar el problema de la crisis como un problema propiamente ético, antes que epistémico. Porque lo que entra enjuego es el modo como el...

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