Códigos de conducta y derechos laborales en maquilas de México y Guatemala - Núm. 1, Mayo 2007 - Revista CS de Ciencias Sociales - Libros y Revistas - VLEX 396900338

Códigos de conducta y derechos laborales en maquilas de México y Guatemala

AutorCésar A. Rodríguez Garavito
Páginas125-168
Códigos de conducta y derechos laborales en maquilas de México y
Guatemala*
César A. Rodríguez Garavito1
Abstract
In recent years, monitoring systems have been implemented to verify
the application of corporate codes of conduct of labor conditions. This
article places the codes in a wider debate about global governance and
defends a participative approach to international labor standards in
order to give workers a deeper awareness of their rights and power.
Following an ethnographic research in clothing sweatshops in Mexico
and Guatemala, the author explores the effects of code supervision on
the empowerment of workers and on the labor conditions of global
factories in addition to highlighting the political and institutional
strategies that support the protection of labor rights.
Introducción
El tema de la protección de los derechos de los trabajadores se encuentra en nuestros
días en el centro de los debates académicos y sobre políticas públicas relacionados con la
globalización. En la medida en que la integración económica y el desarrollo basados en la
exportación de bienes y servicios se han expandido en todo el mundo durante las últimas
tres décadas, los académicos, los activistas y los gobiernos se han preocupado cada vez más
por los efectos que tienen esos procesos en las condiciones laborales, especialmente en el
Sur Global. De hecho, las cada vez más abundantes pruebas sobre las condiciones de
explotación laboral en las fábricas globales, que abarcarían desde el acoso sexual y el abuso
* El original de este artículo se publicó con el nombre de “Global Governance and Labor Rights: Codes of
Conduct and Anti-Sweatshop Struggles in Global Apparel Factories in Mexico and Guatemala”, en la revista
Politics & Society, vol. 33, nº 2, junio 2005, pp. 203-233. Traducción: Carlos F. Morales de Setién Ravina.
1 Agradezco los comentarios a versiones preliminares de este artículo a Luis Carlos Arenas, Nicole Breazeale,
Jane Collins, Archon Fung, Kate McCoy, Pablo Mitnik, Alfonso Morales, Jamie Peck, Jeff Rothstein, Dara
O’Rourke, Ronen Shamir, Gay Seidman, Matt Vidal, Erik Olin Wright y Jonathan Zeitlin. También agradezco
al fondo Tinker-Nave de la Universidad de Wisconsin-Madison y al Institute for Law and Society de la
Universidad de Nueva York por haber contribuido a la financiación de los viajes necesarios para la
investigación de campo.
físico contra las mujeres trabajadoras en las fábricas del vestido en América Central y
China hasta el uso del trabajo infantil en las fábricas de balones de fútbol en Pakistán, han
convertido el trabajo en las maquilas2 en el objeto de discusiones académicas y políticas
exaltadas en torno a la regulación de la economía global.3 Esa evidencia también ha
estimulado la formación de redes de activismo transnacionales (RATN) en las que
confluyen una amplia variedad de actores y estrategias que pretenden reestablecer el
vínculo entre marcas comerciales y vendedores en el Norte, por un lado, y los trabajadores
que se encuentran en las fábricas suministradoras del Sur, por otro; vínculo que se ha
venido desdibujando como consecuencia de la producción global descentralizada. Por
ejemplo, organizaciones no gubernamentales (ONG), sindicatos de trabajadores,
asociaciones de estudiantes, grupos de consumidores y organizaciones de apoyo a los
trabajadores han forjado alianzas transnacionales entre consumidores y trabajadores con el
propósito de presionar a las empresas transnacionales (ET) para que cumplan con los
estándares laborales internacionales, a través de estrategias diversas como los boicots o la
supervisión conjunta de las condiciones laborales en las fábricas suministradoras4.
Recientemente, la visibilidad económica y política de estas y otras iniciativas ha aumentado
aún más como consecuencia de la incorporación del problema del trabajo en las maquilas a
las discusiones sobre el comercio justo, el consumismo ético y la responsabilidad social
empresarial.5
2 El sustantivo “sweatshop” no tiene traducción directa al español. Define aquellos lugares, generalmente
fábricas, en los cuales los trabajadores son obligados a realizar su trabajo en duras condiciones laborales y a
menudo trabajando el número de horas ilimitado que les exigen los patronos. Se ha convertido en el término
más usado por los activistas para definir las condiciones de sobreexplotación obrera en el Tercer Mundo. Se
traduce en el texto por el término “maquila”, denominación específica de las fábricas de ensamblaje en
México, para referirse a cualquier forma de explotación económica en la fabricación de productos bajo
condiciones laborales abusivas en cualquier lugar del mundo. Es un uso hoy común entre las organizaciones
que luchan por la defensa de los derechos de los trabajadores (N. del T.).
3 Véase, entre otros, Kimberly Elliot y Richard Freeman, Can Labor Standards Improve Under
Globalization? (Washington, D.C.: Institute for International Economics, 2003); Theodore Moran, Beyond
Sweatshops (Washington, D.C.: The Brookings Institution, 2002); Archon Fung, Dara O’Rourke y Charles
Sabel, Can We Put an End to Sweatshops? (Boston: Beacon Press, 2001); Ellen I. Rosen, Making
Sweatshops: The Globalization of the U.S. Apparel Industry (Berkeley: University of California Press, 2002);
Edna Bonacich y Richard Appelbaum, Behind the Label: Inequality in the Los Angeles Apparel Industry
(Berkeley: University of California Press, 2000).
4 Mark Anner y Peter Evans, “Building Bridges Across a Double Divide: Alliances Between US and Latin
American Labour and NGOs”, Development in Practice 14, no. 1–2 (2004): 34–47; Dana Frank, “Where are
the Workers in Consumer-Worker Alliances? Class Dynamics and the History of Consumer-Labor
Campaigns”, Politics & Society 31, no. 3 (2003): 363–79; Liza Featherstone y USAS, Students Against
Sweatshops (Londres: Verso, 2002); Andrew Ross, ed., No Sweat: Fashion, Free Trade and the Rights of
Garment Workers (Londres: Verso, 1997).
5 Margaret Levi y April Linton, “Fair Trade: A Cup at a Time? “ Politics & Society 31, no. 3 (2003): 407–32;
Morton Winston, “NGO Strategies for Promoting Corporate Social Responsibility”, Ethics & International
Presionadas por las RATN durante la última década, las empresas de distintos sectores
industriales han adoptado códigos de conducta que regulan las relaciones con sus
suministradores del Sur. Un reciente estudio del Banco Mundial estima que existen hoy en
día mil códigos corporativos que se ocupan de regular las obligaciones laborales, de
derechos humanos y medioambientales de las fábricas suministradoras.6 En una encuesta
entre las 500 empresas más grandes del mundo, el 98% de las que respondieron informaban
tener un código de ética o directrices similares, y dos tercios de las empresas los habían
adoptado durante los años noventa.7 Igualmente, numerosos sindicatos y ONG en el Norte
y en el Sur han acogido los códigos de conducta como un mecanismo potencialmente
valioso para hacer respetar los derechos laborales. Desde el punto de vista de estos actores,
expresado en un informe de la Maquila Solidarity Network (MSN; una red activista para la
defensa de los derechos de trabajadores de las maquilas), domiciliada en Toronto, “para las
organizaciones laborales y no gubernamentales del Norte y del Sur la verdadera cuestión no
es si apoyan o se oponen a los códigos voluntarios de conducta, sino como asumirlos de
una manera efectiva y usar esos nuevos instrumentos normativos para impulsar un mayor
respeto por los derechos de los trabajadores”.8
A pesar de la proliferación de códigos de conducta y sistemas de monitoreo y del interés
creciente que despiertan en los círculos corporativos, laborales y de las ONG,
sorprendentemente hay muy poca investigación empírica sobre el cumplimiento de los
códigos y el funcionamiento de los esquemas de monitoreo.9 Los trabajos académicos
existentes se componen en su mayor parte de estudios del texto de los códigos, de las
negociaciones en el mundo desarrollado entre los activistas y las empresas que llevaron a la
adopción de los códigos, y del proceso de establecimiento de estándares en sistemas de
Affairs 16, no. 1 (2002): 71–87; Daniel Litvin, Empires of Profit: Commerce, Conquest and Corporate
Responsibility (Nueva York: Texere, 2003).
6 World Bank, “Company Codes of Conduct and International Standards: An Analytical Comparison”
(octubre 2003), 2.
7 Andrew Wilson y Chris Gribben, Business Responses to Human Rights (Ashridge: Ashridge Centre for
Human Rights, 2000), 9.
8 MSN, “Codes Update”, nº 13 (www.maquilasolidarity.org, 2003). Para el aspecto sindical, véase Neil
Kearney y Judy Gearhart, “Workplace Codes as Tools for Workers,” Development in Practice 14, no. 1–2
(2004): 216–23.
9 Algunas excepciones destacadas son las de Dara O’Rourke, “Monitoring the Monitors: A Critique of
Corporate Third-Party Monitoring”, en R. Jenkins, R. Pearson, y G. Seyfang, (eds.), Corporate Responsibility
and Labor Rights: Codes of Conduct in the Global Economy (Londres: Earthscan, 2002): 196–208; Dara
O’Rourke, “Outsourcing Regulation: Analyzing Non-Governmental Systems of Labor Standards
Monitoring”, Policy Studies Journal 31 (2003): 1–29; Jill Esbenshade, “The Private Social Accountability
Contract: Private Monitoring from Los Angeles to the Global Apparel Industry”, Labor Studies Journal
(Spring 2001): 98–120.

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