Colombia y Brasil: estado actual y perspectivas de sus relaciones para la seguridad bilateral y regional - Brasil como una potencia emergente - Problemas y desafíos contemporáneos de la gobernanza global y regional - Libros y Revistas - VLEX 850232936

Colombia y Brasil: estado actual y perspectivas de sus relaciones para la seguridad bilateral y regional

AutorEduardo Pastrana Buelvas
Páginas459-482
Colombia y Brasil: estado actual y
perspectivas de sus relaciones para la
seguridad bilateral y regional*
Introducción
Es inevitable que la seguridad regional s ea afectada positiva o negativamen-
te, en materia de política exterior, por las preferencias de los gobiernos que
comparten una determinada área geogr áca. Esto quiere decir que aunque
los Estados soberanos son relativamente autónomos para asignar un cierto
orden de importancia a sus intereses temáticos y geográcos, de modo más o
menos transitivo, no dejan de experimentar costos directos, ex ternalidades y
restricciones impuestas por las preferencias, las capacidades y las estrategias
de los demás jugadores, en particular los de su entorno. Sin embargo, reducir
la explicación de las causas y los resultados de las interacciones socia les mul-
tilatera les, globales, regionales y bilaterales, a su dimensión sistémica, por
lo general interpretada como la distribución desigual de poder, la anarquía
internacional relativa y la conducta interdependiente pero individua lista de
las unidades (Waltz, 1979; Krasner, 1992), ignora el peso fundamental que
pueden tener los factores domésticos, las ideas y los procesos políticos ad
hoc e institucionales de cambio, tanto en situaciones de estabilidad sistémica
como en contextos críticos o de elevada incertidumbre.
Coyunturas ta les como el desafío brasileño al Área de Libre Comercio
de las Américas (ALCA) y su colapso en el 2005, el abandono de Venezuela de
la Comunidad Andina de Naciones (CAN), anunciado en el 2006 y que se hizo
realidad en el 2013, con su adhesión denitiva al Mercosur, los fallidos golpes
de Estado en Venezuela en el 2002 y en Ecuador en el 2010 y sus reajustes
internos respaldados por el Grupo de Río y la Unasur respectivamente, el
triunfo golpista en Honduras en el 2009 y su solución colombo-venezolana, la
reconciliación amistosa entre Ecuador y Colombia, después de la Operación
Fénix en el 2008, propiciada por la mediación brasileña en el Grupo de Río,
* Artícu lo en coautoría con Diego Vera Piñeros, publ icado en la revist a Papel Político, 18(2),
613-650, en el 2013.
Problemas y desaf íos contemporáneos...
el nal blando de la llamada g uerra de las papeleras entre Uruguay y Ar-
gentina (2006-2010), e incluso el conicto moderado entre Bolivia y Chile
por la salida al mar del pri mero (desde 1962 hasta la fecha) advierten que
pese a que en la región no existe una fórmula mágica institucional o i nfor-
mal para la resolución de los conictos, Suramérica continúa siendo una
zona de pa z negativa o carente de beligerancia (Flemes, 2012, p. 20). Es una
región que le sigue apostando a la cooperación y a la integración, en medio
de las (muchas) divergencias y de que busca su propio camino para impulsar
su desarrollo y garantiz ar su seguridad. Esto se lleva a cabo sin ortodoxia y
con aplazamientos, con reinvenciones o relanzamientos organizacionales,
sin etapas claras o spillovers paradig máticos —como el caso de la Comunidad
Europea del Carbón y del Acero (CECA) en el camino hacia la Unión Euro-
pea, con asimetrías profundas, tratos diferenciados y geometrías variables
(Contreras, 2008, pp. 6-8). No obstante, hay algunas creencias subyacentes
a casi todas las cumbres, tratados const itutivos, declaraciones y discursos en
el subhemisferio, que apuntan a que es necesario cooperar horizontalmente
e integrarse1 y a que Suramérica puede ser una unidad con futuro común2.
Argumentar que el nuevo liderazgo subhemisférico de Brasil y el retorno
de Colombia, reconocido interna y externamente como un país dependiente
de EE. UU., a las sintonías colectivas de cooperación e integración surameri-
cana se explican solo en fu nción de una mayor exibilidad (explícita o tácita)
de la política norteamericana dir igida a la región, es desestimar el potencial
de cambio en los intereses e identidades en política exterior. Este puede ser
propiciado por factores internos, como los giros electorales, el ascenso del
Partido dos Trabalhadores (PT) en Brasil, las políticas gubernamentales en
Colombia, con el pragmatismo conciliador de Juan Manuel Santos. También
puede ser propiciado por el impulso dado al conocimiento, la información y
las prácticas compartidas sobre problemas especícos, en particular si im-
plican estructu ras de compromiso hechas para edicar la conanza mutua,
tal como apunta el constructivismo (Wendt, 1995, pp. 73-75).
Los Estados no se mueven solo por la utilidad individual (utility-driven)
o la autoayuda (self-help), que describen bien las coyunturas de alineamiento
(bandwagoning) de Colombia o de pasividad neutral (indiferencia) de Brasil
en periodos de intervencionismo activo de los EE. UU. sobre la región. Lo
1 Véanse, por ejemplo, la introducc ión del Tratado de Montevideo (Aladi) de 1980 y del Tratado
del Mercosur de 1991.
2 Véase el preludio del Tratado Constitut ivo de la Unión de Naciones Suramer icanas del 2006.

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