Conclusiones - Organizaciones sucesoras del paramilitarismo. Lecciones para aprender del eterno retorno de la guerra - Libros y Revistas - VLEX 846900971

Conclusiones

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Este es un juego de nunca acabar: ¿fue
primero narco o para? Estaba tan ligado el
para al militar como el narco al militar.
El paramilitarismo sigue vivo, pero no de la misma manera. Las orga-
nizaciones sucesoras del paramilitarismo hacen parte de una historia
de larga duración en la que las estructuras de ejércitos particulares que
garantizan la seguridad en el nivel local y unas élites políticas y econó-
micas violentas y despojadoras, han estado presentes.
Este recuento se inició en la década de los sesenta del siglo :
Este paramilitarismo tiene un componente jurídico importante que es la
autorización conferida a los militares para entregar armas de guerra a los
civiles desde 1965, en virtud del decreto 3398 expedido el 24 de diciembre
de ese año. Algunos de los paramilitares vivían, dormían en las brigadas
y los cuarteles. Es muy conocido el caso de Isidro Carreño, de quien se
decía que pernoctaba en la Quinta Brigada, o en cualquiera de los cuarteles
adyacentes a su territorio de operaciones en San Juan Bosco de Laverde.
En aquella época, en los años 60 y 70, la actividad de los paramilitares se
orientaba más a practicar detenciones arbitrarias que a asesinar gente, aun-
que había casos de asesinatos, por supuesto, pero no en la cantidad en que
se conocieron en las décadas posteriores. Esas detenciones arbitrarias bus-
caban interrogar a las víctimas, muchas veces torturándolas, para obtener
información. Los paramilitares estaban más en función de eso, que de eje-
cutar, y acompañaban al ejército en ese tipo de actividades, y en una que
otra muerte. Una que otra muerte se reeja en el hecho de que, en el año
80, había 100 personas registradas como muertas por motivos políticos,
¡al año! Que es una cifra muy inferior a lo que se va a conocer después:
esa cifra fue aumentando, y en el año 85 eran 1000 al año, y en 1988 fueron
4200. De allí en adelante, el promedio anual de personas registradas como
muertas por motivos políticos fue aproximadamente de 3600 (diez vícti-
mas diarias) aproximadamente, hasta 1996. Entre 1997 y 2002 ese promedio
se duplicó, acercándose a 8000 muertes anuales por motivos políticos521.
521 Entrevista realizada a Gustavo Gallón.
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Organizaciones sucesoras del paramilitarismo
Posteriormente, a partir de la década de los setenta ingresaron a es-
cena las maas como mediadoras de nuevo tipo, cuyo surgimiento es-
tuvo íntimamente ligado a las crisis económicas de las élites regionales,
lo que facilitó su rápido ascenso social y económico, y que las contra-
dicciones sociales como, por ejemplo, el desempleo y las violencias, se
agudizaran. La precariedad del Estado, su escasa presencia regional y
local, dejaron en manos de agentes particulares (terratenientes y gamo-
nales) la solución y mediación de los conictos.
Conoceríamos para la década los ochenta y la de los noventa el na-
cimiento de una estructura paramilitar que dene la articulación armó-
nica de los intereses de narcotracantes, ganaderos y Fuerza Pública:
la creación de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio y
de sus aparatos subsidiarios como  y Morena. Desde allí se
orientaría el paramilitarismo bajo una lógica contrainsurgente, funcio-
nal para la acumulación y el despojo, lo cual privilegió el homicidio
y los desplazamientos como repertorios de violencia. Para 1994, con
la creación de las , se apuntalaron negocios que evidenciaron un
nuevo enfoque para las prioridades: se había pasado de una maa y una
estructura precapitalista, al desarrollo de la agroindustria como bene-
ciaria de estos ejércitos, sin abandonar sus socios estratégicos.
Alianzas y estrategias históricas le permitieron al paramilitarismo con-
solidarse y poder, hoy por hoy, tener el control social de varios territo-
rios. Para la década de los ochenta, como vimos en los contextos de los
vericuetos jurídicos, mientras el procurador acusaba a los militares de estar
involucrados en paramilitarismo, los gremios de la producción salían en
su defensa y le daban respaldo público a las Fuerzas Armadas. Pedro Juan
Moreno Villa, presidente de la Federación de Ganaderos de Antioquia, de
Fedegan, acusó entonces a la Procuraduría de poner en peligro las vidas de
los militares acusados. Varios de los acusados por el procurador de perte-
necer al  eran ganaderos miembros de Fedegan, y los abogados de esta
Federación asumieron la defensa de las personas que fueron acusadas por
la Procuraduría. Seis años después, estos mismos abogados asumirían la
defensa de los miembros del  de Puerto Boyacá, acusados de las masa-
cres en las ncas ncas de Honduras y La Negra, el 4 de marzo de 1988, en
el corregimiento de Currulao, del municipio de Turbo (Urabá).
La Asociación Nacional de Industriales () también salió en de-
fensa de los militares y públicamente los respaldó: “El  no existe
sino en mentes enfermizas de malos colombianos, las Fuerzas Armadas

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