La construcción de un lenguaje de la diversidad económica - Una política poscapitalista - Libros y Revistas - VLEX 857236438

La construcción de un lenguaje de la diversidad económica

AutorJ. K. Gibson-Graham
Páginas161-206
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3. LA CONSTRUCCIÓN DE UN LENGUAJE
DE LA DIVERSIDAD ECONÓMICA
¿Por qué la economía se ha convertido en un término cotidiano que
denota una gran fuerza que existe fuera de la política y de la socie-
dad? ¿Una fuerza que se constituye como juez definitivo de la posi-
bilidad? ¿Cómo el trabajo asalariado, el mercado y las empresas ca-
pitalistas han llegado a ser vistas como las únicas formas “normales”
de trabajo, intercambio y organización de las empresas? ¿Cuándo
el capitalismo asumió su dominio discursivo, convirtiéndose en la
única forma presente de la economía y en lo único que puede ima-
ginarse como existente en el futuro inmediato? Y ¿por qué tenemos
tan poco que decir en estos días sobre una política expansiva y ge-
neradora de construcción no capitalista?1
Estamos convencidas de que las respuestas a estas preguntas
están conectadas a la naturalización casi total de “la economía”,
que ha tenido lugar en el discurso público en las últimas décadas,
y que coincide con la desaparición del socialismo como una “alter-
nativa” realmente existente y la alarma creciente de que, con la
globalización se debilitó la autonomía de las economías naciona-
1 Para mucha gente de izquierda, al parecer, el debate sobre qué tipo de socia-
lismo o de comunismo podríamos desear ha sido sustituido por la discusión
resignada sobre qué tipo de capitalismo es el que podemos apoyar.
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les, y por tanto su capacidad de gestión. Este cambio de un enten-
dimiento de la economía como algo que se puede transformar, o al
menos manejar (por las personas, el Estado, el fmi), a algo que rige
la sociedad, ha implicado un movimiento hegemónico en el que las
representaciones de la economía escaparon de su ubicación en el
discurso y se asientan en la “realidad”, no solo separadas de la so-
ciedad, sino también fuera de ella. En estos tiempos posmodernos,
a la economía se le ha negado el mandato discursivo que sí tienen
otras esferas sociales, y son nefastas las consecuencias para la via-
bilidad de cualquier proyecto político de innovación económica.
Si vamos a fundar nuevas economías, necesitamos imaginar “la
economía” de manera diferente —como algo que se crea en deter-
minados contextos geográficos y en caminos dependientes de su pro-
pia historia, proyecto que no es sencillo ni directo—. Como afirma
Timothy Mitchell, estamos frente a un objeto económico ya exis-
tente, materializado en redes socio-técnicas de cálculo, que desde
la década de 1930 han producido la economía como una “totalidad
singular y autoevidente” (2007).2 El panorama económico ha sido
moldeado según el imaginario de un “mecanismo dinámico que se
controla a sí mismo”, conocido como la economía, y esta represen-
tación es difícil de erradicar. El advenimiento de la globalización y
el fracaso de las economías socialistas han complicado aún más la
identificación del capitalismo como este objeto obstinado.
En este capítulo se esboza una estrategia para recuperar la eco-
nomía, para representarla de tal manera que desaloje el dominio
discursivo de la actividad económica capitalista, y reclamarla como
2 Mitchell señala el papel instrumental de un rango de tecnologías desarrolladas
en los años 1920 y 1930 —la economía keynesiana, los modelos econométricos,
la construcción de represas, los sistemas hidroeléctricos, las redes eléctricas
nacionales y los sistemas de comunicación— en la construcción de esta ima-
gen: “Las formas de cálculo técnico, la distribución y el control de los flujos,
la dirección, la contabilidad y la facturación, y ayudó a mucho más constituir
un mundo que más tarde tomaría forma y sería identificado como ‘la econo-
mía’” (2007). La geografía histórica del valle de Latrobe, tema expuesto en el
capítulo 2, ofrece un ejemplo de las tecnologías contingentes que producen
una “economía regional” abstracta.
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un espacio de representación en cuestión. Proponemos repolitizar
la economía, cuestionando la representación del capitalismo como
la forma de economía (o identidad) necesaria y naturalmente do-
minante.3 Otros, como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1985),
han deseconomizado la política desprendiéndola de su identifica-
ción tradicional con las luchas de clase por los medios de produc-
ción, y de esta manera han abierto las políticas revolucionarias a
una gama más amplia de temas sociales y culturales. Aceptamos
el desafío de Callari (1991) de darle un giro al debate y repolitizar
la economía, abriéndola a posibles intervenciones centradas y no
centradas en la clase.
En este capítulo construimos un lenguaje de la economía diversa,
en donde el panorama económico está representado por un sinnú-
mero de formas e interacciones contingentes. La práctica de pen-
samiento empleada aquí es una técnica de lectura que busca la di-
ferencia, en lugar de aquello dominante (véase la “Introducción”).4
Es una tarea difícil leer un panorama de la economía de la diferencia
que siempre hemos leído como capitalista. Para leer estos nuevos
panoramas de la economía de la diferencia, poblados por diversas
instituciones y prácticas capitalistas y no capitalistas, debemos lu-
char no solo con nuestra imaginación colonizada, sino con nuestras
3 Es interesante observar que en 1994 la Organización para la el Desarrollo y la
Cooperación Económica organizó un taller para debatir cómo “poner la eco-
nomía en su lugar […] reintegrándola a lo político” (Sauvage, 1996: 11). Ins-
pirado en la tipología de la subsistencia en tres niveles económicos de Braudel
y el comercio local y mundial, este taller discutió las “metáforas generativas”
de una economía plural, como una alternativa al paradigma dominante de la
economía “basada en el mercado” (p. 11). Nuestra intervención de la eco-
nomía diversa presenta varias coincidencias con este proyecto, pero adopta
un enfoque más desagregado frente a la tarea de volver a revisar el desarrollo
económico.
4 Arturo Escobar argumentó que nuestro proyecto de hacer visible lo invisi-
ble, o ver (en sus términos) “distintas economías siempre naciendo” requiere
de una “política de lectura diferente de nuestra parte como analistas, con la
consiguiente necesidad de contribuir a una política diferente de la represen-
tación” (2001: 158). Este proyecto de lectura se inscribe y se basa en el trabajo
de muchos otros (como Ferdinand Braudel, Stephen Gudeman, Karl Polanyi,
y Teodor Shanin) que han producido representaciones de la diversidad eco-
nómica.

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